RUFIÁN, vocablo común a todos los romances de Occidente, muy antiguo en Italia y el Sur de Francia y quizá nacido en el primero de estos países; de origen incierto: tal vez procedente del lat. RȢFUS ‘pelirrojo’, sea por la prevención vulgar que existe contra la gente de este color, o por la costumbre de las meretrices romanas de adornarse con pelucas rubias; un *RȢFŬLANUSl>, derivado de RȢFŬLA ‘rubiecita’ y luego ‘meretriz’, es posible, aunque doblemente hipotético.
1.ª doc.: S. XIV o XV.
En otras lenguas romances: portugués rufião (port. anticuado rafião, ambos desde el período clásico, y éste en Ant. Ferreira, † 1569), cat. rufià (ya en el Tirant, h. 1470, y frecuente desde entonces), fr. rufian o rufien: aun modernamente se vacila entre estas dos formas, que aparecen desde h. 1400, pero aquélla es indicio claro del carácter adventicio del vocablo; el ingl. ruffian, tomado del fr., no aparece hasta 1531. Más antiguo es en el Sur de Francia, pues rufiana ya aparece en unos Estatutos de Aviñón de 1243; el vocablo figura en una tensó entre los trovadores Taurel y Falconet, y otro trovador llamado él mismo Rufian o Rofian tensona con otro3, no menos oscuro que aquellos tres, pero de todos modos esos textos no pueden ser posteriores al S. XIII, y hay además varios testimonios del XIV y del XV.
Quizá el que presenta el arraigo más considerable desde antiguo es el it. ruffiano: nótese que casi todos los testimonios reunidos por Du C. (alguno del S. XIV, otros medievales, pero sin fecha) pertenecen a Italia, el vocablo es común a Dante, Boccaccio, Giovanni Villani y a otros autores de la primera época, y un verbo ruffianare ‘alcahuetear a una mujer’ aparece en un poema copiado en Bolonia en 1283, pero compuesto en fecha bastante anterior4. Un vocablo de terminación tan especial difícilmente pudo crearse en varios países a un tiempo, y como en fr. es préstamo evidente, y la -f- lo hace sospechoso de lo mismo en cast., es probable que todos los romances lo tomaran de otro único, que puede ser la lengua de Oc o el it., quizá más bien este último; del carácter popular del vocablo en la zona alpina dan fe Bormio rofian «delatore» y rofianar ‘delatar’, b. engad. ruffiana ‘alcahueta’, etc. (ZRPh. XLI, 278), así como la existencia de ruffaldo ‘bribón’ en el gergo romano, ya en 1598 (RF XXXIV, 664).
Acerca del origen último nada se sabe seguro: el NED y Bloch se atienen a esta conclusión negativa. Skeat y Baist (RF I, 109-110) relacionan con el neerl. med. roffelen y roffen ‘alcahuetear’, b. alem. ruffeln íd., ingl. antic. ruffler ‘bandido’, ingl. ruffle ‘hacer turbulencia’, o con ingl. ruffle ‘arrugar, ajar’, neerl. ruyffel ‘arruga’, lo que no puede admitirse por razones geográficas, pues el tratamiento -FL- > -ffi- supondría origen it., mientras que estos vocablos germánicos sólo se encuentran en lenguas nórdicas, muy alejadas del longobardo. Por otra parte es verosímil que las citadas voces neerlandesa y bajo-alemana (me abstengo de opinar respecto de las otras) sean, por el contrario, préstamos del románico.
Alessio (Neuphil. Mitteilungen XXXIX, 113-28, cuyo artículo no está a mi alcance, comp. Rom. LXVI, 127) postula un *RUFIA, derivado de RUFUS ‘pelirrojo’, como apodo aplicado a los proxenetas porque el color rojizo pasaba por signo de cualidad moral mediocre; en efecto, es bien conocido el prejuicio contra los pelirrojos en la Romania meridional, que hace se les achaquen las peores fechorías; pero ni esta derivación es de tipo corriente ni es natural que esta voz latina se declinara *RUFIANEM como las voces germánicas; Migliorini enmienda *RUFIANUS ‘el de los cabellos rojizos’, pero tal formación latina es inverosímil; Spitzer, MLN LXXIV, 127, rompe una lanza en favor de la formación sugerida por Migliorini: sería un caso más de los «nombres propios ficticios» como los que he ejemplificado, s. v. barragán. Otros han dicho que los rufianes se vestían de rojo, pero Ménage niega fundamento a este supuesto, bastante rebuscado sin duda.
Como ya observó Diez (Wb. 278), si persistimos en derivar de la raíz lat. RȢF- lo más natural sería partir del diminutivo RȢFŬLUS, voz popular, como nos muestran Plauto y otros. Y para ello existiría entonces ―agregaré siguiendo las huellas de Du C.― una justificación semántica bastante fundada. El escoliasta de Juvenal, a propósito del pasaje (VI, 120) donde se acusa a la escandalosa Mesalina de ponerse peluca rubia sobre su pelo negro, nos informa de que las matronas sólo empleaban postizos negras, mientras que las de aquel color eran propias de las cortesanas5, hecho corroborado con cierta firmeza por el pasaje de Petronio donde la voluptuosa Trifena, mujer de malas costumbres, obsequia con una de sus pelucas rubias al joven Encolpio6, y por los numerosos textos satíricos donde se ataca a las elegantes por importar de Germania pelucas rubias7. Aunque RUFUS es más bien ‘pelirrojo’ que ‘rubio’, los dos conceptos se confunden muchas veces en la Antigüedad, el diminutivo atenuador RȢFŬLAl> convenía bastante bien a una rubia, y ante estos antecedentes es concebible que se aplicara a las mujeres de malas costumbres; claro está que de ahí pudo más tarde derivarse *RUFULANUS como nombre del que traficaba con tales mujeres.
Es supuesto doblemente hipotético, pero tiene la ventaja, sobre las demás etimologías que parten de RUFUS, de explicar la terminación -iano de una manera natural. Hace efecto, sin embargo, la objeción de Diez: ni siquiera el primitivo RUFUS es popular en Italia; verdad es que M-L. (REW 7425), a ej. de Rohlfs, ha admitido que el romano y campanio rufo ‘sarna de perro’ procede de RUFUS ‘rojizo’8. Sea como quiera, de RUFULUS no hay ningún testimonio romance seguro. Hay que reconocer a Diez, por lo tanto, el derecho a mostrarse escéptico y a sugerir que ruffiano proceda del tipo it. dial. rofia ‘caspa en la cabeza’, ‘tizón del trigo’ (Romagna), ‘moho del queso’, ‘corteza verde de la nuez’ (Bérgamo), ‘suciedad’, ‘residuos de pieles curtidas’ (toscano antiguo), documentado una vez en la Commedia de Dante (roffia ‘bruma espesa’), que suele derivarse del longobardo (a. alem. ant. hruf f., escand. ant. hrufa, alem. dial. rufe ‘costra de una herida’). En efecto, esto es posible, pero hay que reconocer que está lejos de ser evidente desde el punto de vista semántico ―pues es de creer que en el Inferno el vocablo no significa ‘hombre materialmente sucio’ sino ‘alcahuete’, como en todas partes9―, y por otra parte desearíamos tener mejores pruebas de que este dialectal roffia fué lo bastante extendido en it. ant. para dar lugar a una creación tan general como ruffiano. Sin embargo, esta etimología de Diez y la esbozada arriba son, sin duda, las menos inverosímiles.
En apoyo de la etimología latina se puede alegar una serie de hechos hispánicos que parecen sugerir que rufo ‘rufián’ no se extrajo de este vocablo, sino que fué vieja palabra indígena (está ya documentado h. 1500). Hay un verbo arrufarse ‘encolerizarse’ bastante usual en cast. ant.: «non cesó el león de fablar consigo mismo et de se mal traer, tanto que se levantó del lugar donde estava, et arrufávase de mala manera», «començaron se de arrufar uno contra otro por lo que se alabara que devia fazer cada uno de ellos» Calila (ed. Allen 27.309, 178.55), «e porque ayer, señora, vos tanto arrufastes, / por lo que yo dezía por bien, vos ensañastes» Juan Ruiz (1409a), «un garzón muy repicado y arrufado» Juan del Encina (170), «si alguno ficiese contra lo que aquesta ley dice, por arrufadía o por desentendimiento, débele el rey dar pena» Partidas (II, v, 5); el último pasaje indica el sentido de ‘prepotencia’ o ‘arrogancia’ (así todavía en Maragatería: BRAE II, 631), las cuales son precisamente las cualidades del rufo o rufián.
No está, por lo demás, circunscrito este grupo al castellano, pues arrufar-se ‘embravecerse’ se emplea hoy en Portugal, Galicia y Venezuela (BRAE VIII, 422), arrufado ‘encarnizado, furioso’ y quizá ‘vanidoso, presumido’ en las Ctgs. 88.52 y 38.91, y arrufar ‘incitar’ en una miniatura del códice F de las mismas, gasc. arruhà-s, -fà-s «se rebiffer, faire le fier» (Beihefte zur ZRPh. LXXXV, § 304), cat. ant. arrufar-se els pèls ‘erizarse’ (S. XIV, Corbatxo, BDLC XVII, 18), hoy arrufar el nas ‘encoger la nariz’, mall. arrufar els nirvis ‘agraviar los nervios’ (BDLC VIII, 140). No negaré que exista alguna posibilidad de derivar todo esto, junto con el hápax oc. ant. mas rufas ‘manos ásperas’ (Jaufré), directamente del lat. RUFUS ‘pelirrojo’, de donde quizá ‘erizado’ (y aun de buscarle un origen germánico, mucho menos probable), pero también hay que contar con la existencia de un antiguo RUFUS ‘hombre de mala vida’ (formado ya en latín vulgar a base de RUFULA y RUFA ‘prostituta’), que prestaría apoyo a la etimología *RUFULANUS10. DERIV.
Rufiancete. Rufianear [Nebr.]. Rufianejo. Rufianería [Nebr.]. Rufianesca; rufianesco. Arrufinado (V. arriba). Arrufar (V. arriba); arrufo; arrufado; arrufadía; arrufadura: en la ac. «curvatura que hacen las cubiertas y bordas de los buques levantándose más respecto de la superficie del agua, en la proa y popa que en el centro» y arrufar «dar arrufadura» [1831, dicc. de Fz. de Navarrete] son simplemente aplicaciones de arrufarse ‘encogerse’ y no derivados del neerl. roef ‘camarote’ (como pretende GdDD 5728c), según muestra ya el significado, tan diferente. Arrufaldarse, -ado [med. S. XVI, L. de Rueda, Cej. V, pp. 271-2]: parecen derivados del it. jergal ruffaldo (V. arriba) (aunque la aplicación al sombrero podría hacer pensar en un cruce cast. de arrufar con enfaldar y sofaldar).
1 Como de costumbre, J. de Valdés desaprueba a Nebr., advirtiendo que él siempre escribe rufián y no rofián (Diál. de la L., 63.17).― ↩ 2 De ahí modernamente arag. rufo ‘rozagante, vistoso, bien adornado’, gall. rufo ‘vigoroso, saludable’ (Pardo Bazán, Obras, 1943, p. 1490), en León ‘tieso, robusto’, para los cuales comp. la evolución semántica de MAJO y de GUAPO, enteramente paralela.― ↩ 3 Raynouard, Choix des Poésies des Troubadours V, 437.― ↩ 4 Según Monaci, Crest., p. 290, lín. 3; para el gran desarrollo de la prostitución romana a principios del S. XVI, vid. Delicado, La Lozana And. p. 34 (citas en Dubler, Diosc. Lag. IV, 195), para rufiana en Roma ‘alcahueta’ y ‘prostituta que se hace de alcahueta a sí misma’ ib. 81 (cit. ib. 199).― ↩ 5 «Crine suppositicio rotundo muliebri capitis tegumento in modum galeae facto, quo utebantur meretrices flavo: nam nigro crine matronae utebantur».― ↩ 6 Satyr., 110. Verdad es que también da una negra a Gitón, quizá insinuando que es afeminado más «honesto».― ↩ 7 Marcial, Epigr. V, 68, etc. Daremberg-Saglio II, 1453a; también s. v. coma.― ↩ 8 Nótese que los dos artículos del REW 7425 y 1424 debieran reducirse a uno solo, pues no es de creer que junto a rufo ‘sarna’ RUFUS, el tipo it. dial. rufa ‘costra’, ‘caspa’ venga, en cambio, del a. alem. ant. ruf ‘costra’. Es cierto que la unificación lo mismo podría hacerse en favor de aquél que de éste.― ↩ 9 «Questo modo di retro par ch’uccida / pur lo vinco d’amor che fa natura; / onde nel cerchio secondo s’annida // ipocrisia, lusinghe e chi affattura, / falsità, ladroneccio e simonia, / ruffian, baratti, e simile lordura» XI, v. 60. En el canto XVIII, en Malebolge, primer ruedo o bolgia del círculo octavo, los condenados van desnudos: en una dirección marchan los seductores (Jasón, Taide la puttana, etc.), sumergidos en un océano de estiércol humano; en la opuesta, otros condenados, azotados por demonios: «così parlando il percosse un demonio / de la sua scuriada, e disse: ‘Via, / ruffian! qui non son femmine da conio’», v. 66.― ↩ 10 Cf. toscano rúfola «grillotalpa», que Rohlfs (Roman. Philologie, vol. II, 1952) da por un probable etrusquismo, como parece serlo ramarro ‘lagarto’. ↩