En el Corbacho, de esta fecha: «ombres cegijuntos, romos, camusos, o grandes narizes e luengas o delgadas o agudas, ojos fondos...» (ed. Pz. Pastor, p. 200.15). También Nebr. registra nariz roma (Lex. Hisp.-Lat., fºi8rº); «muy romos de narices» G. A. de Herrera (1513; Cej. V, 155), «de nariz roma» Quijote. Se aplica también a cualquier objeto obtuso: «lo áspero y lo liso, lo agudo y lo boto o romo» Juan de Pineda (1583), «colmillos romos», «zapatos romos» Quevedo; romo, dicho de la persona de nariz roma, además del Corbacho, figura en autores del S. XVII, citados por Aut. Voz de uso general. El port. rombo tiene las mismas acs.: espada romba ya está en Fr. Gaspar da Cruz (1659: Vieira), espora romba en GalvƟo de Andrada (1678), cita de Bluteau; el cual agrega: «alg?as vezes val o mesmo que redondo, e Duarte Nunes de LeƟo [1606], rombo, por redondo, vem do lat. rhombus, que hé o peixe rodovalho, que tem a figura redonda». En catalán también se ha empleado rom (admitido por Fabra), aunque es desusado en Barcelona y me abstendré de afirmar que sea castizo, pero ya figura en Jaume Roig, a. 1460: «no pot l’agulla / cosir, qu’es roma» (v. 2771); Ag. agrega otro ej. valenciano de fines del S. XV, y otro moderno del Principado.

La etimología RHOMBUS la sugirió también el P. Sarmiento (BRAE XVII, 722); desde el punto de vista fonético nada habría que objetar, pues aunque la ֊l> fuese breve, tratándose de un helenismo sería natural que se pronunciase cerrada, y así no hubiera tenido por qué diptongarse en cast.; pero aunque esta etimología es la única que ofrece cierta probabilidad, su explicación semántica no está clara: puede suponerse, sin embargo, que se partiera de la idea de los dos ángulos obtusos del rombo; es posible también que el vulgo confundiera por esta razón el rombo con el círculo, que ya presentaría una semejanza más clara con las figuras romas. De todos modos la idea es muy dudosa: entre otros detalles, no está claro el cambio de sustantivo en adjetivo, y los representantes romances de este vocablo parten del significado griego ‘peonza, trompo’ (REW 7291.1), de suerte que puede dudarse que en su sentido de figura geométrica llegara RHOMBUS a trascender jamás al habla del vulgo romano; sm embargo, es verdad que de ahí vienen el it. rombo y el cat. rèmol, como nombres del rodaballo, y también es cierto que en griego Ǧóμβος designa varios objetos de figura circular: un tambor, una peonza, un círculo mágico. En resumen, la idea es incierta, ya que no imposible (y así la presenta con razón M-L., REW).

La que sugiere Diez (Wb., 484) no presenta menores dificultades: se trataría de un germanismo, emparentado con el a. alem. med. y mod. rumpf m. ‘torso, cuerpo sin brazos ni piernas’, b. alem. med. rump, neerl. romp íd., isl. rumpr, sueco rumpa, dan. rumpe, ingl. med. y mod. rump ‘rabadilla, trasero’, voces cuyo sentido primitivo parece haber sido ‘tronco de árbol cortado’; ciertamente de la idea de ‘muñón’ se podría llegar a la de ‘objeto romo’, y el vocablo germánico tiene bastante extensión para que pudiéramos atrevernos a atribuirlo al gótico, pero ahí tendría sin duda la forma *rŭmps, cuyo grupo mp no podría explicarnos el mb del port. ni la m del cast. En rigor podríamos suponer que al entrar *rumps en romance se le adaptara en la forma *RUMBUS, algo irregularmente (quizá por influjo de RHOMBUS). Quedamos en duda entre las dos posibilidades2.