RELINGA, del antiguo ralinga, y éste del fr. ralingue íd., tomado del neerl. ant. râlîk (hoy raalijk) ‘relinga de la parte de la verga’, compuesto de ‘verga’ y lîk ‘relinga’.

1.ª doc.: ralinga, 1493; el verbo denivado relingar ya med. S. XV.

En francés raalingue ya aparece en el S. XII (en el Brut de Wace). En castellano leemos «ojo al marear, que relinga la vela» en los Refranes que dizen las Viejas (RH XXV, 167); ralinga en el diario de Colón, 1493 (Fz. de Navarrete, Colección I, 144), y en Fz. de Oviedo (XX, ii, 4); la fomma con e ya en la Relación de Mendaña (1567): «vimos unas velas, aunque no vimos el caxco, y deseosos de saber della, nos tuvimos a la relingua, y assí la perdimos de vista», y en A. G. Fernández (Jal, 1272b); falta todavía en Aut. Es voz perteneciente a la terminología atlántica, cuya correspondencia mediterránea es grátil; así no es de extrañar que en catalán sea voz poco empleada y que el it. ralinga no aparezca hasta Stratico (Zaccaria). La etimología neerlandesa del fr. ralingue fué indicada correctamente ya por Jal (1256a) y Diez (Wb. 664). El cambio de *raligue en ralingue se explica, como indica Gamillscheg, por el influjo recíproco con el nombre de otros dos cabos náuticos, la boulingue (= BOLINA) y la étalingue, que a su vez deben la g al influjo de ralingue.

DERIV.

Relingar [med. S. XV, V. arriba; 1522, Woodbr.].