PITA, ‘hilo que se hace con las hojas del maguey’, voz de origen incierto; si es de origen americano, es más probable que proceda de las Antillas que de Méjico o del Perú.

1.ª doc.: 1561, Las Casas1; 1601, Ant. de Herrera; 1615, en doc. de Baja California.

Según Aut. escribe Herrera «benefician también la hierba llamada pita, de la qual hacen el sutilíssimo hilo tan estimado». Esto es extraño, pues el maguey y otras plantas de donde puede extraerse la pita no son «hierbas»; hará falta comprobar mejor el dato. Por lo demás éste es el único autor fidedigno, y desde luego el único antiguo, que emplea pita como nombre de planta. Los demás sólo refieren esta voz al hilo o fibra. Con este sentido lo documenta Friederici (Am. Wb., 512-3) en el citado doc. de 1615 y en varios autores castellanos de los SS. XVII y siguientes; en francés fil de pitte aparece ya en Champlain en 1599 (Canadá)2, y en 1614 en Yves d’Évreux (Brasil). El dicc. quichua-cast. de Gnz. de Holguín (1608, reprod. de 1952) trae «pita [con una p-]: el hilo delgado de hazer puntas», donde pita figura en calidad de palabra quichua; hoy también lo registran los diccionarios quichuas con el sentido de ‘hilo’, y así el vocablo se ha creído de procedencia quichua, a lo que también se inclina Lenz (Dicc. 611), quien, sin embargo reconoce que en estos diccionarios puede ser voz tomada del cast.; y en efecto ya no escaseaban los castellanismos en quichua en 1608. Falta, en cambio, en el dicc. quichua de Fr. D. de Sto. Tomás impreso en 1560. El hecho es que hoy el uso de pita es popular en toda la América española y en España, difusión muy poco común en voces de origen quichua, y aún sería menos natural que una voz de esta procedencia ya apareciera en el francés del Canadá en 1599.

Por lo demás ni siquiera podemos estar seguros de que pita sea americanismo indígena: el hecho es que ningún autor antiguo afirmó que fuese voz aborigen. Casi por el mismo tiempo en que se registra como quichua aparece también empleada en náhuatl, pues Francisco Ximénez en 1643 anota metlpita ‘maguey de pita’, compuesto con metl nombre azteca del maguey. Lo más probable es que ambos idiomas lo tomaran del castellano, aunque en éste a su vez podría venir de otro idioma aborigen.

Estas palabras acarreadas por los conquistadores a toda América acostumbran ser de origen antillano, sobre todo taínas; y en efecto Friederici se inclina a admitir que pita pertenezca al arauaco insular, pero gravemente deformado por los españoles, para lo cual se fija en los dos pasajes siguientes, el primero de Fz. de Oviedo (1535) y el segundo de Alonso de Sta. Cruz (1541): «en esta Isla Española haçen de corteças de árboles otro hilo o cordeles delgados que llaman daguita, y éste es el mejor hilo de todos para alpargates e hamacas» y «ay unos cardos muy espinosos en esta ysla [Haití], estremados a la vista, de donde nace un género de fruta dicha depita». Sin embargo, es dudoso que nada de esto tenga que ver con pita, y en el segundo caso tal relación me parece muy inverosímil puesto que se trata de una fruta: ¿será incorrecta la lectura (acaso pepita)? Desde luego habrá que comprobarla antes de prestar atención a esta forma. En cuanto a la de Oviedo, es muy probable que debamos leer de guita, puesto que la guita, cuyo nombre es vieja palabra española, se emplea precisamente para alpargatas.

A pesar de todo, por la razón indicada considero muy posible la procedencia taína de pita, tanto más cuanto que del taíno viene indudablemente pitahaya, nombre de una fruta (y en Angleria, a. 1519, nombre del árbol), producida por un cacto gigantesco (513-4); es posible que a la pita(haya) se refiera Santa Cruz, puesto que su depita es fruta de un «cardo muy espinoso» y de cardo y espinoso califican al pitahayo Muñoz Camargo (1580) y otros; hay además en Cuba el pitajoní, otro arbusto espinoso y con fruta (Randa Latifolia, vid. Pichardo). Es posible que ambos vocablos sean compuestos taínos de pita, ya que al maguey también se le califica de «cardón» (López de Gómara, Motolinía) y «cardón» llama Cobo (1653) al pitahayo.

Esta conclusión no es improbable, aunque no se impone, pues al fin el maguey es planta bastante distinta del pitahayo y aun más del pitajoní. Queda además la posibilidad de que pita resulte de una alteración americana de su sinónimo romance guita, y lo que da cierta verosimilitud a esta sospecha es que pita no se halla como nombre de planta, exceptuando testimonios sospechosos3; esta alteración podría deberse a una contaminación de pitahaya y pitajoní. Finalmente ni siquiera podemos rechazar, aunque más remota, la posibilidad de que pita derive secundariamente de pitaco y pitón, y éstos procedan de la familia onomatopéyica de PITO ‘tubo largo’, como propone la Acad.

Para ampliar los testimonios modernos que cita Lenz, indicaré que pita es ‘la hebra del jenequén, maguey o corojo’ en Cuba, según Pichardo, y también ‘todo cordel, esp. los de pesca’ (Ca., 195), pitica ‘cordel fino’ en el Oeste de Cuba (Pich.), pita ‘hebra delgada de la cabuya’ en el Ecuador andino (Lemos, Barbar. Fon., s. v.), pitilla ‘cordel o hilo de pita’ en Chile (Román IV, 328) y en Mendoza, etc.

DERIV.

Pitaco ‘la caña que arroja el maguey’ (Acad. ya 1843); pitón y pitreo íd. (íd.). Pitera murc. ‘maguey’.

1 Perú: «Casas llenas de cabuya, inequén y de pita, que ya dijimos ser especie de lino y de cáñamo: désta mucha en pelo y en cerro, y de hilada y torcida, e infinitas sogas y cabestros dello hechos», De las antiguas gentes del Perú, p. 38. No veo el pasaje anterior a que parece referirse. ¿Copiará ahí de Cieza de León, como suele hacerlo Las Casas?―

2 König, BhZRPh. XCI, 168, refiere el dato fr. de 1599 a Méjico, no sé si por error.―

3 Además del citado por Aut., hay el del holandés Hartsinck referente a la Guayana (1770), que es muy vago («una planta llamada pita»); peor es el de Barrère (1743), quien dice que la pitte es el ananá, seguramente confundiendo con piña. Lemos cita de Grim, La Lengua Quichua, 62, «pita, planta como de dos metros de alto, llena de fibras blancas, largas y fuertes», lo cual no puedo comprobar. Todo esto no deja de ser sospechoso de resultar de confusiones de extranjeros.