PERICO, ‘especie de papagayo’, ‘especie de tocado que se hacia con pelo postizo’, del nombre propio de persona Perico, diminutivo de Pero por Pedro, con el cual se llamaba al papagayo; la segunda ac. se explica por semejanza con la cabeza de esta ave.
1.ª doc.: periquito, 1.ª ac. h. 1565, Aguado, en Venezuela (Friederici, Am. Wb., 491); perico íd., 1670, Ferrer de Valdecebro (Aut.); 2.ª ac., h. 1640, Polo de Medina.
DERIV.
Pericón ‘especie de abanico muy grande’ [Aut.], ac. que tiene también perico, según Acad., y tal vez explicable por los colores chillones de que estaría pintado; de ahí prob. ‘baile nacional rioplatense’ [ya M. Fierro, I, v. 1951; para descripción de las antiguas evoluciones de esta danza, vid. nota de Tiscornia a este verso], quizá porque las mujeres llevaban un abanico, necesario para alguna de las figuras; comp. el santand. periquín ‘baile popular’. Periquito (V. arriba). Periquear ‘usar de excesiva libertad, las mujeres’ (comp. la frase perico entre ellas, aplicada al mujereta). Periquete. Periquillo.
CPT.
Compuestos en que entra el nombre de Pedro. Perantón ‘grande abanico’ [1676, cita de Tiscornia, l. c.], ya antic. para Aut.; ‘persona muy alta’, ‘mirabel’ [Aut.]. Perillán ‘pícaro, astuto y vagabundo’ [Aut.], de Pero Illán ( = Julián)1. Perogrullo, verdades de ~, ya comentadas por el Quijote II, lxii, 241; Cej., La L. de Cerv., s. v., cita La Pícara Justina y Quevedo; Pero Grullo como personaje vulgar figura ya en Hernán Núñez, a. 1551, y Pero Grillo en Evangelista, S. XV; perogrullada [Quevedo, Aut.]. Perojimén, -énez, pedrojiménez.
1 ¿Como nombre anticuado, propio de rústicos cazurros? O ¿hay alusión a un personaje histórico o legendario? Milá y Fontanals, hablando del tomo V, 55, de los Cantos Populares Esp. de Rodríguez Marín, a propósito del Juego de Juan Perillán (Cuba), comenta «¿es el célebre mágico de Toledo?» (sin embargo, el que figura en el célebre cuento del Conde Lucanor es Don Illán a secas). En Albacete se apoda pisacristos y periñanes a los naturales de La Gineta (RFE XXVII, 252). ↩