PELUCA, probablemente tomado del fr. perruque íd., alterado por influjo de pelo; palabra común al francés con el italiano y otros romances, de origen incierto, probablemente extraída del fr. antic. perruquet, propiamente ‘loro’ (perroquet en fr.), voz con la cual se apodaba a los funcionarios de justicia, por sus grandes pelucas, que les daban cierta semejanza con el aspecto de esta ave; a su vez el fr. perruquet, -oquet, es deformación del cast. periquito íd., primitivamente nombre propio.

1.ª doc.: perruca 1607 o 1616, Oudin; peluca, 1721, Pedro Silvestre (Aut.).

Parece ser voz muy tardía en castellano: falta en Covarr., Percivale-Minsheu1, C. de las Casas, Franciosini, etc., y en el propio dicc. castellano-fr. de Oudin: éste sólo lo da en su dicc. fr.-cast. («perruque, chevelure: cabelladura, perruca, guedeja de muger»), por lo tanto en el sentido de ‘cabellera natural’, que por este tiempo todavía tenía en Francia (en el sentido moderno da otras traducciones: «faulse perruque: cabellos postizos», «perruque: crespina, guirnalda de muger»), pero claro está que esto apenas prueba que se empleara realmente en castellano: si acaso, como palabra poco conocida. Es natural que así sea, pues lo mismo ocurre en los demás romances peninsulares: no tengo documentación antigua del cat. perruca, y los diccionarios tampoco la dan del port. peruca (ya registrado por Bluteau, a. 1715). En francés perruque ya es frecuente en el S. XVI y fines del XV, primero con el sentido de ‘cabellera natural’, después ‘pelo postizo’. De Francia el vocablo pasó, alterándose, al ingl. periwig [1527] o peruke, más tarde mutilado en wig. De la antigüedad en Italia es más difícil formarse una idea: Tommaseo trae muchos ejs. de parrucca en la ac. moderna, correspondientes a todo el S. XVII; con la ac. antigua ‘cabellera natural’ (todavía usual h. 1700) da uno de la variante antigua (hoy dialectal) perrucca en Bellincioni (h. 1480-90) y el más antiguo sería parrucca en Fr. Giordano da Rivalto, que predicaba en 1307, pero esto último es problemático, pues las ediciones de este predicador contienen muchos vocablos de dudosa antigüedad, y seguramente están muy interpoladas. Prescindiendo de este ej. la aparición parece ser simultánea en Francia y en Italia (el alem. perücke es romanismo bastante más tardío). Desde luego es claro que en la Península Ibérica el vocablo hubo de entrar desde Francia, y es natural que peruca, conservado por el portugués, en castellano se cambiara en peluca por influjo de pelo2; luego la forma castellana no tiene valor alguno para averiguar la etimología del vocablo; menos aún el logud. y sic. pilucca, tomados a su vez del castellano.

A pesar de esto se propuso partir de pelo como etimología: así Diez (Wb., 247), seguido todavía por Kluge y Skeat3; M-L. (REW 6508) observa con razón que esto sólo podría defenderse si el vocablo procediera de Lombardía o Liguria, donde la -L- intervocálica se cambia en -r- (Migliorini se adhiere cautelosamente a la etimología, modificada en esta forma); realmente existen no sólo lomb. peluch ‘mechón de pelo’, piam. pluch, genov. pellucco ‘pelo, brizna’ ya citados por Diez y de significado harto diferente, sino que además hay pilucca ‘peluca’ en Servigliano (Ascoli-Piceno; ARom. XIII, 262); pero en primer lugar esperaríamos hallar -r- y no -l- en las hablas que practican este cambio fonético (además en Genova hoy esta -r-se ha reducido a cero), y sobre todo estas formas son todas de fecha moderna, y por lo tanto lo lógico es explicarlas como alteraciones de perucca por influjo de pelo, en estos dialectos que no distinguen la rr doble de la sencilla. Es evidente que mucho más valiosa para la etimología es la rr doble del it. parrucca (y del cat. perruca), que sería muy difícil de explicar partiendo de una -L-. Todo indica, pues, que la etimología PILUS es una pista falsa, que deberá desecharse definitivamente.

Merece, en cambio, mayor examen la sugestión de Gamillscheg (EWFS), que con leves mejoras podría formularse así: la gente de leyes y empleados de los Tribunales fueron apodados perruquets en el S. XV, por alusión burlesca a sus locuaces peroraciones y por comparación de su cabellera o peluca rizada con las plumas que forman el copete de los loros; muchos ejemplares de esta ave y sus afines tienen, en efecto, además de copete, ciertas plumas salientes hacia abajo que recuerdan vagamente una peluca o cabellera mal peinada, y por lo demás no era preciso que la comparación fuese muy exacta para dar pie a este sobrenombre, que al principio les darían gentes poco amigas de la justicia, como Villon4; de aquí se extraería secundariamente perruque para ‘cabellera rizada’ o ‘peluca’ y aun ‘cabellera en general’. Perruquet es variante del fr. perroquet ‘loro’ (alteración del cast. periquito, V. PAPAGAYO, nota), variante que no conozco documentada, pero es muy verosímil que existiera puesto que hay perruche ‘cotorra’; comp. la a del it. parrucca con la de parrochetto, oc. parrucho. Esta etimología no se puede asegurar del todo, pero es verosímil y desde luego superior a la derivación de pelo (en la cual todavía faltaría explicar el sufijo). Brillantemente la confirma el cast. perico ‘tocado de pelo postizo que adornaba la parte anterior de la cabeza’ [h. 1640], junto a perico ‘lorito’.

Últimamente V. Pisani (Románica VI, Inst. de FU. Rom., La Plata, 1947, 157-9), en vista de que el artículo del FEW XXI, 558-9, poco nuevo ha aportado al asunto, ha propuesto suponer una base *PILȢCCA, derivada de PILUS, de donde saldrían el fr. peluche ‘especie de terciopelo de pelos largos’, y las citadas voces dialectales alto-italianas, con el rotacismo que hubo en estos dialectos, desplazando así el centro desde donde se propagó la palabra, de Francia a Italia. Es una opinión digna de tomarse en consideración en una palabra de etimología tan oscura, y admito que hace impresión algún argumento de los que esgrime contra la etimología de Gamillscheg. De todos modos en lo que dice no puedo menos que recusar algunos puntos.

a) Es muy poco probable que un vocablo de modas se propagara desde algunas hablas del Norte de Italia a París, y al uso literario francés constante desde el S. XV. b) La base *PILUCCA no es verosímil por el poco desarrollo de ese sufijo en Italia y en Francia, por la discrepancia de género entre primitivo y derivado y, encima de todo, por el papel semántico atribuido al sufijo. c) El verbo del tipo fr. éplucher, antes (es)peluchier, it. piluccare, al que implica en la cuestión, no tiene que ver casi nada con PILUS (y menos con perruque), ni por el sentido ni por la forma; pues el cat. pellucar y el gasc. perucà concuerdan en postular una base con -LL- (aunque en italiano la disimilación y el influjo de PILUS eliminaran la geminada). d) Es evidente que no es el cast. peluca [h. 1600] el que se tomó del sic. pilucca [sólo desde 1754] sino viceversa (aunque al pasar del castellano al siciliano se adaptara, cómo no, a pilu): es invertir los términos naturales suponer que vocablos de cortesanos (gobernadores, generales, grandes damas) los tomaran, las lenguas de Corte, de dialectos locales de los países sometidos a su gobierno, e) Que el documentarse el fr. perruque en el sentido de ‘cabellera’ 48 años antes [1465] que en el de ‘peluca’ «excluya» la explicación de Gamillscheg es afirmación que hará sonreír a quien piense en los cambios reiterados y caprichosos de las modas, y en la forma como los historiadores del léxico descuidan las fechas antiguas de lo muy conocido, para fijarse sólo en lo que discrepa del uso común moderno y de todos los tiempos.

Lo más valioso en la nota comentada es la prueba definitiva de que el it. parrucca se tomó de Francia, pues consta ahora por los datos de Zelli, Vinciguerra y Boschini que desde allí pasó a Venecia; h. 1660, y Marino escribía desde París a Italia, en el l.er cuarto del mismo siglo, informando de que era moda parisiense la «testa posticcia con capelli contrafatti, e si chiama parrucca». De esta irradiación a Italia, a España y a Inglaterra [1527] parece desprenderse, justamente, la mejor confirmación de la teoría que admití ya en la primera edición de esta obra.

DERIV.

Pelucón [Aut.]; pelucona. Peluquero [Aut.]; peluquería [Aut.]. Peluquín [1717, E. G.; Lobo, Aut.].

1 Este dicc. de 1623, además de no registrar la palabra en su parte cast.-ingl., en la otra traduce el ingl. perwicke sólo por cabellera.―

2 V. de la F[uente?], en El Averiguador Universal II, 1880, 355, duda del origen francés fundándose en el nombre de un literato aragonés Perrucas, del S. XV. Pero puede tratarse de un apodo recién entrado de Francia en esta región fronteriza, y sobre todo falta asegurar que se trata de la misma palabra.―

3 Este último propone alternativamente derivar del it. piluccare ( = fr. éplucher, cat. pellucar, bearn. perucà) ‘coger uvas’ y alguna vez ‘arrancar cabello’, lo cual todavía es peor desde todos los puntos de vista.―

4 Por lo demás, no es exacto que fuese voz propiamente jergal, pues no figura en el proceso de la sociedad de malhechores Coquillards (como cree Gamillscheg), sino en las poesías del satírico Guillaume Coquillart, cuyo lenguaje, por lo demás, como el de Villon, no está extraordinariamente alejado de la jerga. Perruquet se halla con este sentido media docena de veces en autores del S. XVI o fin del XV (God. VI, 111b), y Villon, que es algo anterior, emplea la variante perrucat (no hay un oc. perrucat, como supone Gam., ni es preciso suponerlo); este último testimonio tiene gran valor, pues parece ser el más antiguo de toda la familia que nos interesa.