PAPAGAYO, de origen incierto; parece tomad del ár. babbaġâȐ íd., palabra antigua en el árabe de Oriente, aunque de etimología no bien segur dentro de este idioma; en cuanto a la voz castellana, es probable que este arabismo entrara por conducto de otra lengua romance.

1.ª doc.: 1251 Calila (ed. Allen 76.500 = ed. Gayangos, 10b6).

Respecto de esta fecha conviene advertir, sin embargo, que los mss. de esta obra son tardíos (princ. y med. S. XV). Más tarde el vocablo aparece en Juan Ruiz (1226b), en inventario aragonés de 1411 (V. la cita s. v. GRIFO), en APal. 394d, Nebr., etc.; Friederici, Am. Wb. 476-7 cita ejs. castellanos en cronistas de Indias desde 1513. En portugués se dice también papagaio, forma documentada por lo menos desde Vasco de Gama y en un derrotero de 1507. Pero más antiguamente, h. 1300, hallamos papagai en Don Denís, forma asegurada por el metro («ela tragia na mƟo / um papagai mui fremoso, / cantando mui saboroso, / ca entrava o verƟo», v. 1130) que revela claramente un origen occitano. En efecto, en este idioma y en catalán, el vocablo es muy antiguo y además muy frecuente desde la época arcaica, y en francés se documenta todavía algo antes1. En catalán tenemos varios ejs. ya en e S. XIII, que es el siglo más antiguo de esta li teratura: «lo mercader fo d’esta vila, / un for beyll papagay avia», Set Savis, n. 2305, «un papagai stave en un arbre ab un corp», Lulio, Meravelles, N. Cl. II, 1512; en lengua de Oc, aparece papagai er rima desde Peire Cardenal h 1200, y hay muchos ejs. en los SS. XIII y XIV (uno de papagai, repetido, en una obra del XIII) en francés, donde hoy está anticuado, fué muy frecuente en la Edad Media papegai, y puede do cumentarse desde el S. XII (otras veces papegaut); el it. pappagallo se encuentra ya en Dante y Boccaccio, y también en viajeros de med. S XV; el alem. papagei es galicismo del S. XV pero en varios textos del XIII, desde h. 1210, se encuentra papegân, que quizá sea independiente de las formas romances; el ingl. popinjay, antes papejay, aparece desde la 2.ª mitad del S. XIV.

Desde Dozy y Diez se planteó la cuestión de si el ár. babaġâȐ (también babbaġâ o babġâ) podía ser la fuente de las formas romances. Diez (Wörterbuch, 234) se pronuncia por la negativa (con Skeat y Sainéan), mientras la mayoría acepta la procedencia arábiga3, pero esta mayoría pesa poco, pues todos estos lexicógrafos no hacen más que repetir la opinión de Defrémery sin examinarla críticamente ni aducir nuevas razones4. Ahora bien, Defrémery se había limitado a enunciarla como evidente, lo cual ciertamente no es. Diez le objeta con razón que babaġâȐ no es palabra de raíz arábiga, y agrega que no es antigua en este idioma; para lo cual se fundaría en el detalle de que Freytag no aduce ninguna autoridad, pero es verdad que en su primer tomo lo hace casi siempre así este lexicógrafo. Dozy tampoco examinó la cuestión detenidamente; dada su gran autoridad de orientalista, sin embargo, debemos conceder valor a su opinión favorable al origen arábigo, brevemente formulada en el Gloss., 3265. Claro está que nada de esto es decisivo, y si pudiera hallarse una etimología romance convincente, podríamos darle la preferencia. Con razón rechazó Diez todas las que hasta entonces se habían propuesto.

Una convincente a primera vista podría formularse fácilmente, modificando algo estas ideas: el papagayo, parloteando en su percha, podía compararse a un cura predicando desde su pulpito, comparación irreverente pero tan certera como pintoresca, y así en lengua de Oc papa gay sería cura o predicador, que a diferencia de los otros era alegre (gay), idea que parece tanto más sugestiva cuanto que el fr. perroquet, it. parrocchetto, se han explicado como derivados de párroco; otros han preferido la comparación con oc. gay ‘arrendajo’, pájaro que también parlotea. Sea como quiera, esta etimología adolece del defecto básico de que papa en lengua de Oc y en francés antiguo sólo se documentan en el sentido de ‘Sumo Pontífice’, y la comparación del loro con el jefe de la Iglesia ya no es verosímil; mientras que un examen crítico de la etimología de perroquet demuestra que no tiene que ver con párroco6. Es verdad que papa tenía en latín el sentido de ‘obispo’ y en griego el de ‘cura’, y que éste lo conserva hasta hoy el alem. pfaffe; pero el hecho es que esta voz germánica no viene del latín, sino del griego por conducto del gótico (Kluge), y en latín la ac. ‘obispo’ se sustituye por la de ‘Papa’ ya en el S. V. Luego esta etimología romance es muy inverosímil, aunque es verdad que no la podemos declarar imposible, pensando que la ac. ‘cura’ o ‘abad’ pudo conservarse esporádicamente en algunas partes hasta más tarde7, y además cabe pensar con Sainéan (Sources Indig. II, 44) que el sentido de papagay fuese ‘padre arrendajo’; también es cierto, sin embargo, como pone de relieve Spitzer (Litbl. XLIII, 33-34n.; BhZRPh. XXIX, 61n.), que pape no significa ‘padre’ en francés ni papa en occitano antiguo.

En conclusión, si queremos llegar a un resultado decisivo será menester examinar en sí los méritos de la etimología arábiga, y averiguar primeramente si en árabe puede o no ser palabra tomada del romance. Ahora bien, hoy en Siria existe la variante babaġâl, que no se explica como modificación árabe de babaġâȐ, de suerte que en este caso es forzoso admitir un italianismo, y ello refuerza nuestras sospechas acerca del carácter genuino de las demás variantes del vocablo arábigo8. El propio Dozy afirma que en árabe ha de ser de procedencia extranjera, y agrega que los indólogos no creen que pueda venir de la India; él por su parte se inclina por un préstamo de una lengua africana9. En definitiva lo único que puede resolver las dudas es la cronología de la voz arábiga, que por desgracia Dozy no cuidó de indicar; de su nota parece deducirse que ya está en Abenjalicán, asiático del S. XIII que vivió en Egipto. Lo que consta bien, gracias a Lane (p. 147b), es que es palabra generalmente conocida, con las formas babġâȐ y babbaġâȐ, aquélla en el Fayumí (h. 1340), ésta en el Qazwiní (S. XIII), ambas en el Qamûs (Persia, princ. del XV), y que el vocablo figura también en otros lexicógrafos puristas, el Saganí (med. S. XIII) y el TaǤ al-Arús; por otra parte parece que ya corría en Mesopotamia en el S. X10. Este conjunto de datos excluye la posibilidad de que en árabe venga del romance, y aunque en aquel idioma no se explique por ninguna raíz autóctona11, ni podamos comprobar un origen asiático o africano, la estructura del vocablo en árabe admite una explicación onomatopéyica. Esto es lo que me parece más probable; y en estas condiciones es verosímil que las formas europeas se tomaran del árabe, sea por los Cruzados o por vía comercial, entrando por Francia, donde babbaġâȐ fué alterado por la etimología popular, que vio en su terminación el romance gai ‘alegre’ o ‘arrendajo’, y en el primer elemento, sea el sustantivo papa o el verbo papar ‘comer’ (comp. nombres de aves como papafigo)12.

DERIV.

Papagaya. Apapagayado [1605, Lpz. de Úbeda (Nougué, BHisp. LXVI)]; apapagayarse.

1 Aun si se admite el origen arábigo habrá que creer por lo tanto que el vocablo no entró en Europa por tierras castellanas ni portuguesas. Prueban lo mismo la falta de artículo al- aglutinado, y el hecho de que la palabra romance gayo, que entonces habría tenido que influir, es tardía y de origen forastero; aun si se parte del influjo de gayo GAIUS ‘arrendajo’ (según quiere G. de Diego, BRAE VI, 747), tampoco es tan verosímil esta influencia en España como en Occitania, donde gai es el nombre normal del arrendajo, mientras que en castellano es palabra de escasa vitalidad.―

2 Abundan también los ejs. del S. XIV y el XV; además del que cita Ag.: Eiximenis, N. Cl. VI, 138, 154; Jaume Roig, n. 7738; etc. En todos aparece la forma papagay, excepto en Eiximenis, l. c., p. 144, donde tenemos papagall, forma rara. También hay papagallo en el glos. del Escorial (2 veces), frente a papagayo en el de Palacio y el de Toledo.―

3 Defrémery, Joum. Asiatique, 1862, 93; Devic, 55; Suolahti, Die Deutschen Vogelnamen, pp. 2-3; Kluge; FEW I, 195b; Gamillscheg, EWFS; Bloch; Migliorini; Eguílaz; Lokotsch; Friederici; el crítico anónimo de Rom. XVIII, 344, etc.―

4 El único que parece haberla estudiado detenidamente es el hebraísta y mitólogo P. Cassel en el folleto Der Grüne Papagei, Berlín 1888, donde se decide por el árabe; por desgracia no está a mi alcance. Pero este autor no muestra muy buen juicio al querer derivar también del árabe el fr. perroquet.―

5 Sin embargo, en el Suppl. I, 50a, calla sobre la cuestión.―

6 Para ello el fr. perroquet tendría que venir del italiano, pues sólo en este idioma existe pàrroco. Ahora bien, el it. parrocchetto es palabra poco popular, que los lexicógrafos italianos consideran galicismo (Migliorini ni lo incluye en su Prontuario) y que Tommaseo sólo documenta en Buonarroti, S. XVII, al paso que en francés se registra desde el S. XIV. Está fuera de dudas que el sinónimo ingl. parrot viene del fr. occid. perrot, propiamente diminutivo de Pierre ‘Pedro’. Ahora bien, el lexicógrafo italiano Florio en 1598 da parochito además de parochetto; ingl. parakeet. Es claro que todo esto ha de constituir un préstamo del cast. periquito, otro nombre del papagayo, también diminutivo de Pedro; periquito al penetrar en Francia, como nombre de papagayos importados de África a través de España, se encontró con el autóctono perrot, y del cruce de los dos resultó perroquet. Es evidente, a pesar de que los etimólogos franceses se empeñen en partir de Italia. Que perroquet esté documentado desde el S. XIV y periquito no lo podamos documentar hasta más tarde, importa poco, cuando se trata de una especie de apodo popular que los escritores cultos rechazarían; todavía no lo admite Aut., pero periquito ya está en cronistas de Indias, desde Aguado (h. 1565), Friederici, Am. Wb., 491.―

7 Recuérdese que en dos pasajes de Juan Ruiz papa parece tener el sentido de ‘arzobispo’.―

8 La vulgar moderna babaġân, registrada especialmente en Egipto, es ya más comprensible desde el punto de vista árabe, puesto que -ân es sufijo arábigo frecuente. Se ha sospechado que de esta forma, acarreada por los Cruzados, se tomara el a. alem. med. papegân, pero es inseguro dada la fecha moderna de esta forma arábiga, que Lane sólo registra como perteneciente al vulgar actual.―

9 Si es verdad que ya se empleaba en Mesopotamia en el S. X esto también se hace inverosímil. En cuanto a la opinión de Friederici de que el árabe lo tomó de un dialecto de Sierra Leona, donde hoy se dice apampakai o abampakai, es francamente inverosímil Todo indica que esta última forma es portuguesismo.―

10 No está en el Corán (Penrice), pero sí en Dieterici, que recoge juntos el léxico de este libro y el de El Hombre y la Bestia ante el rey de los Genios, novela que refleja el habla di Basra y Bagdad en el S. X. De ello se deduce que ha de figurar en esta novela.―

11 No es ad misible que venga de «una raíz arábiga con el sentido de ‘balbucear’» como se lee en la reseña que da la Romania de la monografía de Cassel. No hay tal raíz, sino sólo Ȑbba ‘lloro de recién nacido’ y Ȑbaba ‘voz del camello macho’, que son onomatopeyas de las cuales no puede derivar babbaġâȐ.―

12 En favor del origen arábigo puede agregarse que este vocablo es de los pocos que los judíos españoles de Marruecos pronuncian con ġ (BRAE XIII, 220-1).