PECA, ‘mancha pequeña y de color pardo que sale en el cutis’, probablemente voz emparentada con el arag. picueta ‘viruela’, picatoso, pecatoso ‘pecoso’, cat. piga ‘lunar’, pic ‘mancha minúscula’, pigallat ‘salpicado de manchas’, ingl. peck ‘mancha minúscula’; palabras que parecen ser de la misma familia que el verbo picar ‘herir levemente’, ‘causar un principio de caries’, picado de viruelas, ingl. to pick y to peck íd.; procedentes todas ellas de una onomatopeya que expresó primero la idea de ‘golpear’, luego la de la mancha que así se produce y en fin la de otras manchas comparables.

1.ª doc.: APal.; el adjetivo pecosus está ya en un glosario conservado en ms, del S. IX.

Se trata del Amplonianum Secundum, de fecha seguramente harto anterior a la del ms., y que contiene otras palabras de latín vulgar conservadas en España (p. ej. osmus, de la familia de HUSMEAR): allí se lee «pecosus: graece leprosus» (CGL V, 320.32). Como voz castellana peca figura en Nebr. («peca o manzilla de la cara: macula») y ya en APal., donde le vemos acs. más amplias que la actual: «los mármores son grandes piedras, loadas por tener pecas y colores diversos», «itasius es una piedra de mármor que tiene muchas pecas», pero también «maculado es manchado y con pecas» (266d, 226d, 258d). No hay duda, a pesar de la falta de pruebas, que peca debía ser palabra tan antigua como el idioma, en vista de la fecha del citado pecosus.

Vocablos emparentados, aunque independientes, son el arag. picueta ‘viruela’, en Ansó picueto (RLiR XI, 181), Echo picatoso pero Ansó pecatoso y pecatudo ‘pecoso, con pecas’ (ibid., pp. 182 y 230), y por otra parte el cat. pigallat ‘salpicado de manchitas, pecoso’, cat. piga ‘lunar’; aunque en la actualidad el cat. piga y el cast. peca difieren semánticamente, ambos han tenido unos mismos significados, pues el campid. peca, tomado antiguamente del castellano, significa lo mismo que el cat. piga, a saber «neo posticcio» (Spano), junto al cual existe la forma catalana píga en otros dialectos sardos (M. L. Wagner, RFE IX, 227); por otra parte el prov. alpino pìjas, equivalencia fonética de la voz catalana, significa «taches de rousseur» o sea ‘pecas’ (Arnaud-Morin), y Velay pijà, -ada, es «tacheté (de la peau des animaux domestiques» (Vinols); bearn. pigalh «tache noire, brune, rousse sur du blanc ou sur un fond clair», pigàs «tache, manque dans un semis, dans un pré: et hourmén qu’a pigàs» (Palay), oc. ant. pigosela «tachetée, grêlée» (princ. S. XIV, Rom. XXVI, 255). La variante catalana, piga, no es menos antigua que la castellana, peca, pues «pica: morbus mulierum gravidarum, cum varia appetunt in cibis, varia fastidiunt: κίσσα et κίττα» se halla en glosas latinas, según cita del glosario de Forcellini: se trata, pues, del ‘antojo de preñada’ que el vulgo identifica con los lunares, y por otra parte atribuye éstos a un deseo insatisfecho de ciertas comidas por parte de la futura madre1; la forma intermedia entre piga y peca existe también, pues el valenciano Sanelo (S. XVIII) registra pica «peca o manzilla de cara», piques «pecas», y la gran antigüedad de esta familia está corroborada por el albanés pik ‘mancha’ (GGr. I2, p. 1044)2. Además de piga hay en catalán pic ‘mancha minúscula en la piel de las personas o animales, o cada una de las que forman el punteado de una tela’, sentido inseparable de peca y piga, pero que de otra parte nos conduce inevitablemente hacia el verbo picar ‘herir, morder o agujerear levemente (un alfiler, un insecto, un pez, una ave, etc.)’, ‘dejar una pequeña señal sobre la piel’ como en picado de viruelas, y además picarse ‘empezar a cariarse un diente’, o sea ‘quedar señalado con un punto negro’.

Parece bastante probable que estemos frente a un radical onomatopéyico (y en parte expresivo), que hubo de tener en el románico antiguo una forma vacilante entre '>*PզCARE, *PէCCARE y *PզCCARE, de donde la alternativa entre el cat. pig-, el cast. pec- y el internacional pic-, común a muchísimos idiomas. Este radical, con las mismas alternancias, reaparece en germánico, donde tenemos el ingl. pick, cuyo sentido fundamental fué ‘golpear (el ave) con su pico’; pero junto a pick está en inglés peck, variante ya muy antigua, que se halla en mss. de Chaucer y sigue vivaz en la actualidad; como sustantivos, los dos significan «a stroke with the beak or bill; the mark made by pecking; a prick, hole or dint» y particularmente «a dot», o sea lo mismo que el pic catalán; otros idiomas germánicos presentan la misma dualidad: sueco pekka y pikka, flamenco pekken junto al holandés pikken (vid. Skeat). Sin embargo, no hay que pensar en un origen germánico del cast. peca (como hace Cabrera, p. 81), pues esta raíz no existe en gótico, y difícilmente pudo existir en este idioma dada la suma rareza de las palabras góticas en P- inicial. En germánico como en romance es palabra de creación onomatopéyica, y de aparición relativamente tardía3.

Prueba del carácter onomatopéyico de toda la familia es que todos sus miembros, de sentidos y fechas muy diversos, presentan las consabidas alternancias vocálicas y consonánticas: así junto al lat. PզCA ‘urraca’ y su descendiente regular fr. pie, tenemos el cast. picaza, picaraza4, que corresponden a PզCC-, y el port., zamor. y cespedosano pega (G. de Diego, Contrib., § 455), cast. pegaza, que representan PէC-, y que es impertinente derivar de un hipotético e innecesario osco-umbro *PEICA (admitido en el REW, a instancia de G. de Diego): la idea fundamental aquí son las manchas y colores varios de la urraca. Junto al cast. pico (carpintero) y el fr. pic o pi(c)vert ( = PզCCU) está el cat. pigot (más raramente picot), que supone *PզCU. Y así sucesivamente. Por lo demás, las alternancias pueden afectar aun el punto de articulación de la segunda consonante: alto-santand. peza ‘peca’ y ‘(cerda) pecosa’, BRAE XXXIII, 302, ast. peza «peca, mancha del cutis»: (datos de esta variante en Fz. Gonzz., Oseja, 327), pezosu «pecoso» (Rato), port. pecha «defeito; defeito habitual, mania» (Ervedosa-do-Douro chêpa, RL XXVII, 112); de la misma manera que junto al cast. pico de pájaro, pico de montaña, está el it. ant. pizza ‘punta’, retorrom. piz ‘pico de montaña’, b. lat. pizzius ‘pico de pájaro’ [S. X y antes; vid. Walde-H., s. v.].

Hay que rechazar la etimología de Diez (Wb., 239), todavía admitida por M-L. (REW 6321), que iguala el cast. peca con el it. pecca «mancamento, difetto (qualche pecca nascosta)», oc. ant. peca ‘falta, error’ («nuills hom no fa major peca / de sel que per nonsaber peca» y «si vol amar finamen, senes peca»), cuyo sentido moral los enlaza tan firmemente con el verbo PECCARE, como el sentido material del cast. peca lo separa del mismo y lo vincula a las formas catalanas, occitanas, aragonesas y germánicas arriba citadas5.

Pero ya no me atrevería a rechazar decididamente un origen prerromano, que entonces sería seguramente sorotáptico, puesto que hay visible posibilidad de enlace fonético y semántico del cat. piga ‘lunar = bultito’ con el letón pika o piks ‘conglomerado de fango o tierra’, sniega-pika ‘bola de nieve’ y el ave. pixa- ‘nudo’, que se citan como prueba de un ieur. pik(h)o- ‘bulto, bultito’, Pok., IEW, 830. Aunque quizá podamos agregar ahí todavía el citado albanés pik ‘mancha’ mirándolo como voz iliria y no romance ―pues siendo el letón y el iranio lenguas de satəm se podría partir de una q (k no palatal) indoeuropea―. Claro está que esta otra etimología no sólo es más aventurada desde el punto de vista románico sino también harto incierta en su fundamento indoeuropeo, pues no contamos con datos bien suficientes para atribuirle esta fecha; y aun es posible que las palabras báltica e irania procedan también de la raíz alternante onomatopéyica que arriba he definido.

DERIV.

Pecoso, V. arriba; además pecoso en inventario arag. de 1379 (BRAE II).

1 En efecto la glosa «pica: κίσσα» es frecuentísima en glosarios latinos, de los tomos II y III del CGL. Pero kíssa (ático κίττα), además de ‘urraca’, que es lo que significa normalmente pica en latín, tenía ya en griego el sentido «dégoût des aliments ordinaires pendant la grossesse». No es que de PզCA ‘urraca’ se pasara a piga ‘lunar’, como parece entender el REW 6476, sino que en ambos sentidos el vocablo tiene una raíz onomatopéyica común, por los colores varios de la urraca.―

2 Que en la ac. ‘gota’ enlaza a su vez con el rum. pic ‘gota’, picà ‘gotear’ y quizá también ‘picar, morder’, para el cual y su enlace con la familia del cast. picar, vid. Pu?cariu, Etym. Wb. Puede tener razón Spitzer, MLN LIII, 139, al recomendar la enmienda de pie, piarum, «sobreseñales», en los glosarios de A. Castro, por pice, picarum; sin embargo, conviene no perder de vista el cast. caballo pío, que quizá sea antiguo préstamo del fr. pie íd., el cual a su vez puede ser continuación fonética de PզCA, y por lo tanto todo viene a parar en lo mismo.―

3 Claro está que menos aún se podría relacionar con el gr. ưακóς ‘lenteja’, ‘peca’ (comp. cat. llentia ‘peca’), que sólo habría podido dar *fago o *pago (o faco como cultismo).―

4 En relación con el cual está el domin. picarazado ‘picado de viruelas’.―

5 En cuanto al port. peco «doença dos vegetáis que os faz definhar», frutos pecos «que nƟo chegarom a medrar», cabe vacilar: quizá sean realmente de PECCARE, aunque no debe perderse de vista que estos males de las plantas suelen manifestarse por manchas, de suerte que no podemos dar un mentís a Cornu (GGr. I, § 13) cuando, fijándose en el timbre ê de la vocal, relaciona estas palabras con el cast. peca y les busca un étimo con է.