PATIO, voz común al castellano y portugués con el cat. pati ‘patio’, ‘solar sin edificar’, y oc. pàtu, pàti, ‘lugar de pasto comunal’, ‘terreno baldío’, b. lat. patuum íd., de origen incierto; es seguro que el castellano lo tomó, aunque desde antiguo, del occitano o catalán, y el sentido primitivo parece ser el de ‘lugar de pastos’, de donde ‘terreno baldío’, ‘solar no edificado dentro o fuera de un edificio’; en catalán y occitano puede acaso admitirse que tuviera el sentido primitivo de ‘pastizal arrendado’, y que se tomara del lat. pactus ‘convenio, arriendo’, pero no siendo fácil explicar así todos los detalles en la forma de las palabras, quizá se trate más bien de una voz prerromana indoeuropea, cf. prus. ant. posty ‘pastizal’, paleosl. pas྿ ‘yo apaciento’, scr. e iranio ant. pāti ‘él guarda ganado’.

1.ª doc.: Nebr.

Una palabra tan conocida como patio y que designa una parte tan importante y típica de la casa española, es, sin embargo, elemento relativamente tardío en el idioma. De la definición de Nebr. se deduce que expresó al principio una clase de patio de tipo arquitectónico especial y poco popular, el rodeado de columnas: «patin de casa: impluvium; patin entre colunas: peristylium; patio, este mesmo, en latin: intercolumnium; patio aquello mesmo es que patin». La vieja voz popular en Castilla era corral, que de ninguna manera envolvía, como hoy, relación alguna con los animales domésticos. La aparición de patio y su familia en tierras castellanas no es anterior al período final de la Edad Media, y de ello podemos estar bastante seguros puesto que nada más antiguo halló Leonie Feiler en los copiosos ficheros del C. de Est. Históricos; en la Crónica de Iranzo, escrita en 1456: «en el patín de ella [la posada] mandó correr quatro toros mui bravos»; en la Crónica de los Reyes Católicos de Diego de Valera: «Ortega de Prado bolvió al patín donde los cristianos peleavan»1. A med. S. XVI ya patio era voz de uso normal: «entramos en casa, la cual tenía la entrada oscura y lóbrega... aunque dentro della estaba un patio pequeño y razonables cámaras» en el Lazarillo (M. P., Antol. de Pros., 89), pero durante mucho tiempo siguió tratándose del patio de casa rica, o de edificio público, o de palacio, rodeado de un claustro o peristilo: «la parte de la casa descubierta, pero cercada de corredores; casa de patio: casa de autoridad», Covarr.; «pátio, une court de maison, un preau de monastere; patin entre colunas: un lieu environné de piliers ou colomnes, comme sont les cloistres ou préaux de monasteres, promenoir, gallerie», Oudin; «dixeron a Cortés que habían visto un patio de una gran casa, chapado todo de plata», López de Gómara; y Aut., además de citar este ej., explica que patio es especialmente el de las Universidades, o el de los Consejos y Tribunales, de suerte que no es extraño hallar patio en Quevedo en el sentido de ‘vivienda de estudiantes’ (Fcha.). Poco a poco el matiz del vocablo fué perdiendo solemnidad, y ya Aut. admite como posible el patio vulgar moderno cercado de paredes, pero con esto bajamos ya hasta el S. XVIII. Difiere muy poco de la que tiene en castellano la historia de nuestro vocablo en portugués, donde a veces se ha escrito páteo, sin que esta e tenga ningún fundamento fónico ni histórico, según observa G. Viana (Apost., s. v.); páteo figura ya en los sermones de Vieira, S. XVII2, y patim en Rui de Pina, fin del S. XV, o patim do Castello, forma cuya terminación revela inconfundible origen castellano.

En catalán y en lengua de Oc pertenece el vocablo a un estrato lingüístico mucho más popular y también más antiguo; está claro que el vocablo hubo de penetrar en Castilla desde la costa oriental de España, abierta primero a la arquitectura renacentista. En catalán los testimonios abundan desde el S. XIII; no es raro allí el sentido igual al castellano, hoy normal en el catalán de las ciudades y en el rural de Mallorca y del Centro y Norte del Principado; Ag. da muchos ejs. desde princ. S. XV, y es ya el que encontramos en este pasaje escrito en 1381-6: «com lo cavaller entràs per lo pati de sa casa» (Eiximenis, Terç del Crestià, N. Cl. VI, 60). Pero más antiguamente aparecen otras acs., pertenecientes a un nivel de vida más elemental. En el testimonio catalán más antiguo que conozco tenemos el sentido ‘solar por edificar’: Jaime I en 1271 concede un «patuum ad opus domorum apud portam civitatis domus Templi Valencie» (Miret i Sans, Itinerari de Jaume I, 451); hoy se conserva este sentido en toda la provincia de Tarragona y en los sectores adyacentes de Lérida (Griera, BDC XX, 59, localiza desde Vendrell a Tortosa, y además en Borjas Blancas, Maldá y Oliana; yo lo he oído en Castelldans; también en el Noroeste de Castellón: Misc. Fabra, 255, y en el aragonés de Venasque: Ferraz, 84); desde ahí o desde ‘patio’ se llegó a ‘zaguán, pieza a la entrada de una casa’, propio del País Valenciano, desde Alzira a Atzaneta (Griera; Lamarca), y también en el aragonés fronterizo de Fonz. Además también hallamos en el catalán de la Edad Media la ac. más generalizada en lengua de Oc, a saber ‘terreno sin cultivar, propio para pastos’: «retinemus... nobis... grangia... et ferreginale et pati et aream ante viam et ortum», Maestrazgo, a. 1278 (Bol. Soc. Castellon. de Cult. XIV, 434), «dicto loco... cum solis, patuis, domibus, ovilibus, muris, hedeficiis, mansis, masatis, terris cuitis et incultis», ibid. 1382 (íd. XIV, 462), y Eiximenis hablando de la Huerta de Valencia escribe: «lo pla de la terra aquesta ha lo pati e la terra grassa e argilosa e plena de rails de gram e d’altres bones herbes vertuoses» (Regiment, N. Cl., 28.13).

Pasemos finalmente a tierras occitanas, que es donde nuestro vocablo aparece antes y con mayor profusión. Para hacerse cargo de ello basta una ojeada al diccionario de Levy, y a Du C. (s. v. patuum y patium), cuyos ejs. pertenecen todos al Sur de Francia. Hoy todavía la ac. más extendida es «pâtis, terrain vague» como traduce Vayssier el rouergat pátus, y en lo antiguo se trata más definidamente de terrenos sin cultivar, destinados al pastoreo: «dels patis non-coltivadors», «els cumenals patis», «en alcus boscz ne patus comus» son frases que se repiten docenas de veces. (V. lo que digo del cat. pati-moll, patamoll (< patu-moll) en el art. PANTANO). El testimonio romance más antiguo parece ser el de Nimes, de h. 1150, publicado por Brunel (Les plus anciennes chartes, 64.5), y Du C. trae otro de patuum en 1144, con muchísimos posteriores hasta el fin de la Edad Media3. Hoy anotamos pàti como forma predominante en gascón (Palay, etc.), en la Haute-Garonne (Meyer, VKR VI, 62), pàtis en el Ariège (Fahrholz, Wohnung u. Wirtschaft, 9), pátüs en el Tarn-et-Garonne, Aveyron, Tarn (Couzinié) y Hérault (Mâzuc), pâti, patus y patis en el dicc. de Sauvages, que refleja sobre todo el habla del Gard; por lo demás el área total del vocablo es más amplia, pues abunda en textos de Provenza, como los Estatutos de Marsella o el Privilegio de Manosque (Basses-Alpes), y por otra parte la zona de frecuencia máxima en la Edad Media es la del dialecto gascón, desde la Gironda hasta los Pirineos. En cuanto a los varios significados modernos, notamos que en el Tarn vale «pâture» (como sinónimo de couderc y coumunal), y en Languedoc, según Sauvages, «pâturage où vont paître les boeufs, les brebis, les cochons... on entend en général par paits un mauvais pâturage» (es decir el comunal). No quiere esto decir que las acs. hispánicas no puedan encontrarse en lengua de Oc, pues Sauvages anota «pâti: cour; basse-cour; patus: basse-cour d’une écurie»; lo mismo hace Mâzuc; en el Tarn-et-Garonne y Haute-Garonne es la denominación del corral de la granja (Meyer); y en el Ariège pátis son ‘casas abandonadas, con frecuencia reducidas a las cuatro paredes maestras’. Sin embargo, este tipo semántico es raro, en la Edad Media, y aun no bien seguro (vid. Levy), mientras que entonces es general el sentido ‘lugar de pastos’, y especialmente ‘terreno baldío donde pueden pacer los rebaños de todo el vecindario’. Al sentido hispánico de ‘corral’ se llegó partiendo de este otro como sentido inicial, porque, como declaran los informadores menorquines e ibicencos de Griera, el pati es el espacio perteneciente a una casa «donde no se siembra nada»4.

Revisemos rápidamente las opiniones que se han emitido sobre el origen de nuestro vocablo. Desde todos los puntos de vista es imposible la etimología de Sousa, adoptada por Diez, Eguílaz y otros, ár. baƫɅâȐ ‘cauce ancho de un torrente’, ‘lugar deprimido’5. C. Michaëlis (RL III, 179) propuso partir de un adjetivo PATէDUS ‘abierto’ derivado de PATRE; con esto ya nos acercamos a lo posible: ni siquiera es palabra hipotética, pues se halla en la Mulomedicina Chironis, donde este vocablo y patŭlus sustituyen el sinónimo patens, empleado por Vegecio en el lugar correspondiente (ALLG XII, 407), pero como ya vió D.ª Carolina la dificultad es de orden fonético, y de las más graves; en primer lugar la -T- habría debido sonorizarse: para esquivar este tropiezo supone la ilustre erudita una síncopa temprana en *PATTUS (como NէTէDUS > netto), y admite que *pato se cambió en pátio por una ultracorrección, cuando el portugués vacilaba entre nervio, lirio, cirio, estudio, vidrio, adrio y las correspondientes formas populares sin i; pero claro está que esto sólo serviría para el portugués, puesto que esta vacilación no ha existido ni siquiera en castellano, y no hablemos del cat.-oc. pati, patu; tampoco bastaría admitir que PATIDUS pasara a *PATTէDUS por alguna causa ignota y difícil de hallar, pues el resultado fonético de *PATTէDUS en catalán sería *pàteu y no pati, y en occitano *pate y no patu6.

Spitzer, RFE XII, 248, propuso brevemente derivar patio de patear ‘pisotear’ y de su primitivo pata, fijándose en la definición de Oudin «promenoir» y en el alav. pato ‘sitio en que debe poner el pie el jugador’: esta idea, que ya venía de un etimólogo tan mal orientado como Körting (n.° 6917), debe rechazarse decididamente, más que por los reparos semánticos que le pone Feiler, por terminantes razones morfológicas y geográficas: pata no existe en catalán y es raro y reciente en lengua de Oc (idiomas donde reina el tipo *PAUTA), y un derivado en -io no se explicaría en una formación romance (¡de patear saldría patéo!); de ser antiguo *PATTIU se habría hecho *paço.

En un borrador destinado a mi artículo de BDC XIX, anoté en 1929 que la forma primitiva de patio había de ser la oc. pati o patu en el sentido de ‘pastizal’ y ‘terreno inculto’, en relación con oc. ant. padoir ‘apacentar’ y quizá procedente de PASCERE, PASTUM, en una u otra forma; pero no logrando vencer los obstáculos morfológicos y fonéticos desistí de publicar la idea7. Con satisfacción vi en 1936 que Leonie Feiler (RFE XXIII, 188-190) afirmaba que patio estaba tomado del oc. ant. pati y éste a su vez del b. lat. patuum; pero hube de reconocer con desencanto que Feiler tampoco lograba vencer las dificultades de la cuestión etimológica, pues de ninguna manera convence al decir que patuum es «regresión» de patulus, que había tomado el mismo sentido en Francia8, y mucho menos al suponer que patín saliera de pàti «al que se ha añadido equivocadamente una -n móvil»9.

El problema etimológico y sobre todo morfológico que plantean el oc. patu, pati, y congéneres, es sumamente oscuro, pero creo que mi vieja idea de relacionarlo con oc. ant. padoir ‘apacentar’ nos permitirá adelantar en la solución. Lo mismo que patu, es padoir una palabra jurídica de Fueros y Costumbres, documentada en el Sur de Francia, así en romance como en bajo latín, desde 1108 por lo menos: se trata constantemente, y en todos los ejs., del ejercicio de un derecho de pastoreo, y junto a padoir tenemos padoent o padoenc, como nombre del lugar donde puede ejercerse este derecho, lugar también llamado patu10. Ahora bien, Jud (Rom. XLV, 1916, 293n.) llamó la atención sobre la analogía entre padoent y el sardo padente ‘bosque’, que Salvioni (RIL XLII, 845) había explicado ingeniosamente por el lat. PATENS, -ĔNTIS, ‘abierto’; más tarde M. L. Wagner (VKR V, 30; comp. Arch. Stor. Sardo III, 376) se adhirió a la idea y demostró satisfactoriamente la etimología PATENS, indicando que los bosques sardos designados de esta manera son siempre bosques de encinas poseídos por el ayuntamiento, o en propiedad privada, pero entonces sometidos al derecho de aprovechamiento público, especialmente para el consumo de la bellota por las piaras de cerdos, y que por otra parte padoir era también ‘tener derecho a cortar leña de un bosque’ y aun ‘cortar leña’ (así en el Livre Noir de Dax); especialmente padoent y padoensa son ‘derecho de leña’ y aun ‘bosque del común’, además de ‘pastizar público’. Luego PATENS, que además de ‘abierto’ valía ‘permitido’ ya en latín (Cicerón, etc.), bien podía dar el sardo padente, y el oc. padoent11; la variante padoenc se explica por cruce con el sinónimo pastenc ‘pastizal’ (-INCUS), y padoensa sería el abstracto PATENTIA.

Luego no nos queda otra dificultad que la explicación de la o de padoent y padoir. Para ello se pueden tomar varios caminos. El primero que ocurre es relacionar la terminación de padoir con la del tipo francés évanouir, ébarouir, fr. ant. espaloïr, esbanoïr (vid. Spitzer, ASNSL CXXVII, 158), coexistentes con otros tantos verbos en -nir, -rir, -lir: así como évanouir se ha explicado como representante semiculto del pretérito evanŭit y espaloïr de pallŭit, nadie nos impide admitir que patŭit ‘ha estado abierto, permitido’12 fué el que dió el verbo padoir, con un comprensible cambio de sujeto: de la construcción latina silva patuit villae se pasó a la romance la vila padoís lo bosc o per lo bosc, en forma muy natural puesto que se trataba del ejercicio de un derecho en que la localidad se comportaba activamente; por influjo de padoir se cambió *padent13 en padoent14, pero la misma forma de este participio activo aplicado al pastizal o bosque está ahí para probar que éste era el antiguo sujeto. Patuit sería, pues, una fórmula fija del derecho consuetudinario medieval; en el cual la forma pretérita, con el valor de pasado indefinido, se emplearía para expresar el carácter tradicional del hecho. Eso es lo que ocurriría en la tradición ininterrumpida y semi-oral de padres a hijos, por parte de gentes que no habían perdido el sentido de la expresión latina y percibiéndola como expresión verbal la reprodujeron con un verbo romance de creación antigua *PATUIRE, que alcanzó a sufrir la sonorización de la intervocálica.

Y aquí es donde vamos a poder encontrar una explicación de la palabra que nos interesa primordialmente, a saber el occitano patu. Pues cuando más tarde se siguió encontrando la fórmula patuit, junto al nombre propio de las tierras de la localidad, en viejos pergaminos locales, cuando ya el vulgo no comprendía el latín, no es extraño que no se entendiera bien esta voz, cuya terminación no existe en el verbo romance, y se tomara por un sustantivo o adjetivo, que adoptado esta vez por vía enteramente culta se convertiría, sin cambio de la -t-, en el sustantivo romance patu ‘pastizal público’; en algunos puntos la u, terminación desusada, se convertiría en la más común -i, tanto más fácilmente cuanto que la ü occitana es sonido palatal. Hay otras posibilidades de explicación morfológica de padoir que detallo en nota y que deberán tenerse en cuenta, pero ésta me parece la más natural15.

Sin embargo, en lo que concierne al sustantivo patu, debo reconocer que la metamorfosis del pretérito patuit en un sustantivo no es un fenómeno usual ni una posibilidad enteramente clara. Y como por otra parte hay otra explicación muy practicable, según la cual la relación indudable entre patu y padoir sería de carácter más indirecto, esta explicación me parecerá preferible, por lo menos mientras no se confirme la existencia de la fórmula patuit en la documentación. El lat. pactus, -ūs, ‘convenio’, siguió vivísimo en el latín medieval, en este matiz o en el de ‘arriendo’, de donde salieron otras acs. secundarias, como ‘tributo’ (Du C.). De ahí pasó el vocablo a designar la propia cosa arrendada, de suerte que su descendiente el alem. pacht vale no sólo ‘arriendo’, sino también ‘cortijo, heredad’. Ahora bien, pactus, por vía semiculta, dió en occitano antiguo precisamente la forma patu «pacte, convention, trêve»; en catalán ant. dió pati con el mismo sentido (Consolat de Mar, cap. 40, 147 y passim) y aun en castellano encontramos una vez patio ‘convenio’ en APal. 224b, formas evidentemente tomadas de la lengua de Oc. Y este patu romance sufrió la evolución semántica comentada, convirtiéndose especialmente en ‘pastizal arrendado’. Que esta evolución se produjo en el Sur de Francia nos lo prueba Du C. citando 4 ejs. de pactus o pactuum en docs. de esta región fechados en 1187 y en el S. XIV, y con el sentido de ‘pastizal’. Que ahí tenemos la solución más probable de nuestro problema me parece claro. Sólo podría asombrarnos el que el sentido de pactus se concretara en ‘pastizal’ y no como nombre de otra ‘heredad’, pero ahí es donde encontramos el engarce verdadero entre las dos palabras que nos han preocupado. El influjo del sinónimo padoent es el que hizo que patu se concretara en un lugar de pastos.

De todos modos, al cabo de tantos años no he logrado vencer el escrúpulo que debe causar siempre el que un sustantivo y un verbo tan íntimamente pegados al terruño como son lo que significa ‘pastizal’ ‘terreno inculto’, y el verbo para apacentar, documentados en masa en territorios tan vastos como los dominios occitano y catalán enteros, y en todas partes desde fecha tan arcaica como el primer siglo de las dos lenguas literarias, procedan de términos del bajo latín por vía más o menos culta o semiculta; y, por si fuera poco, mediante combinaciones de cruce algo complicadas; por otra parte el propio aspecto morfológico de los vocablos ( -´u , -oir, -oent, -vensa y -t- alternando con -d-), tan singular, contribuye a la impresión de que son elementos antiquísimos y no combinaciones secundarias, algo explicable por sistemas lingüísticos anteriores al romance y al latín.

En una palabra, acaso estemos ante reliquias prerromanas. Y lo que llama entonces la atención es la coincidencia con las dos raíces indoeuropeas principales que han designado la idea de ‘guardar, apacentar o alimentar ganado’, las que Pokorny (IEW) define como P (Pə-) ~ PT- (p. 787) y PĶ(I)- (p. 839). Ahora bien, a ésta pertenece, como observa Mayrhofer (Bibl. Orientalis XIII, 1956, 111), una forma de fecha tan remota como el persa antiguo pātuv ‘ha de proteger’, junto al cual están el scr. pāti y ave. pāiti ‘guarda, protege, vela por’, a cuya familia pertenecen el scr. go-pȄɅ ‘pastor de bueyes’, gr. πNjϋ ‘rebaño’, ποιμƲν ‘pastor’, lit. piemuõ ‘pastor’; por otra parte paleosl. pas྿ ‘apacentar’, prus. ant. posty «Weyde» [o sea ‘padoent’] (glos. de Elbing, 801), con el lat. pascere y sus equivalentes tocario pās(k)- e hitita paིš-.

Como en céltico la P- tenía que desaparecer sin huella, afirma Pokorny que el ky. pawr- y el bret. med. y mod. peuri(ff) ‘pastizal’ tienen que ser préstamos hechos al celta por la lengua vecina, que él suele llamar veneto-iliria, y aquí designamos por sorotáptico, cuyas huellas hemos venido hallando con abundancia creciente, en los últimos años, en ambas vertientes pirenaicas, y cuyo vocabulario, como está bien averiguado, mostraba también peculiar y frecuente parentesco con el del balto-eslavo y el iranio antiguo. En conclusión sospecho que en esta familia occitano-catalana tenemos la continuación de un PATU- sorotáptico, cuyos parientes más próximos son los citados persa antiguo pātuv, paleoslavo pas྿, prus. ant. posty, y que se presenta, con una ampliación radical diferente, en el sorotáptico pā-ro- ‘pastizal’ transportado a tierras britónicas. En una raíz prerromana es muy concebible que delante de la U vocálica y en hiato del verbo *PATUIRE y del sustantivo derivado (PATUENDO-, PATUINKO-) la T pretónica quedase sencilla y que en el sustantivo radical *PÁT?OM, ante una ? semiconsonántica se duplicara, ya en tiempos romanos, o antes, en *PATT?O(M), explicándonos así la alternancia entre -d- (padoir) y -t- (patu).

DERIV.

Patiecillo. Patín [med. S. XV, vid. arriba]; patinejo, patinillo. Traspatio ‘patio de tras la casa’ cub. (Ca., 134).

1 Otro ej. de patín en Timoneda (Fcha.). Los diminutivos potinejo en Sigüenza (1600) y patinillo en Alcázar (fin S. XVII), Aut., prueban que esta forma de la palabra tardó todavía en salir del uso común.―

2 Leite de V. anota en Évora «páteo: espaço descoberto, mas murado, junto a casa» (RL II, 23), definición que no discrepa de la que puede leerse en cualquier diccionario portugués. Esto no supone que sea para Leite voz dialectal en portugués, aunque sí tal vez que es particularmente popular en el Alentejo, zona próxima al límite castellano.―

3 Añádase patu en Millau en 1293, Litbl. XII, 25, etc.―

4 No sería extraño que alguna huella del sentido primitivo pudiera hallarse en castellano. En un relato argentino de 1849 un cautivo cristiano que escapa de los indios del Sur llega sin saberlo, extenuado de sed y de cansancio, hasta unas diez leguas de la ciudad argentina de San Luis, hasta que el encuentro de unas vacas lecheras «le reveló que estaba en el patio de un rancho cristiano» (cita en Tiscornia, M. Fierro, p. 194). No se trata de un patio o corral: ¿será ‘pastizales’? En Venezuela Alvarado define patio «era, espacio aderezado para secar el grano del cacao o del café; estar uno en su patio ‘en su elemento’». La 3.ª ac. de la Acad. es «espacio que media entre las líneas de árboles y el término o margen de un campo».―

5 Según el método antiguo transcribe bathaton o ―al parecer para darle mayor verosimilitud― pathaton, calificándolo de «voz africana», de suerte que podría entenderse palabra númida o, única, pero no hay nada de eso. Al margen de un ejemplar de MLN I, 287, donde Todd repetía esta opinión, un anónimo lector chicaguense (¿Pietsch?) anotó el ár. bâdiya, que significa ‘desierto de nómadas’, «contrée, campagne, territoire d’une ville» en el Idrisí (Dozy, Suppl. I, 69b); aunque menos absurda, esta opinión tampoco es aceptable, por razones fonéticas y geográficas, ya que es imposible hallar un arabismo arraigado en el terruño desde el S. XII en zonas tan septentrionales como el Aveyron, el Gard y los Bajos Alpes.―

6 Aunque con menos decisión, se opuso ya M-L. (REW1, 6291a); en la tercera ed. suprimió del todo este artículo, y no habla de patio más que en el artículo PATULUS, limitándose a remitir a la onomatopeya TAPP, donde trata de tapia y oc. tapì ‘apisonar’; por lo demás en este artículo no se refiere ya a patio, y claro está que si el lingüista de Bonn tuvo la idea de sacar patio de un *tapio ‘tapia’, no podríamos calificarla de atinada. A propósito del PATէDUS de D.ª Carolina se podría citar el trasm. pateira «plana (rua)», RL XIII, 121, pero no es de creer tampoco que esto venga de PATRE, y si hubiese relación con pátio habría de ser en el sentido de un derivado portugués de este vocablo, que pasara de *patieira a pateira por disimilación.―

7 Hoy ya no me parece posible relacionar con PASCERE. Sin duda por analogía de CRESCERE, participio CRETUM, o NASCI, part. NATUM, se habría podido crear un vulgar *PATUM en vez de PASTUM, de donde *PATU IRI ‘estar por ser apacentado’ > padoir; pero el hecho es que tal *PATUM no se encuentra en parte alguna y es inverosímil que pasara inadvertida tal forma de palabra tan bien conocida.―

8 Esto es sumamente dudoso. Los Benedictinos agregaron a Du C. un artículo patule, que valdría lo mismo que pascuum, patuum, pero se trata de una ultracorrección de padule PALUDEM ‘pantano’, sólo atestiguada una vez en un doc. italiano; a continuación ellos mismos añadieron otro artículo patulum que, inspirándose en patio, propusieron traducir por el fr. cour; para ello invocan dos escrituras del Norte de Francia, muy tardías: en una se lee «hanc chartam scripsi et subscripsi et in patulo relegi» lo cual debe entenderse ‘en público’, con una locución a base del adjetivo clásico patulus ‘abierto’, paralela a in flagranti, in patenti, etc.; en la otra, «factum est hoc... apud Castrum Blesium intra curiam, retro palatium, prope turrem, patulo inter caminatas quidem palatii sito»; está claro que no hemos de buscar nada del lenguaje vivo bajo ese estilo seudo-clásico: sito es forma bárbara por situ, y patulus es adjetivo y no sustantivo, ‘en un sitio abierto’.―

9 Desde luego este traslado de acento es imposible, y los fundamentos semánticos con que afirma que patín no es diminutivo son discutibles. Que en la Crónica de Iranzo el patín donde se corrieron toros no era pequeño está claro, pero no siempre el diminutivo expresa pequeñez, sino tantas veces adorno o lindeza. No sólo para Covarr. v Aut. el patín es un patio pequeño, sino que de un patio pequeñísimo ha de venir la traducción de «impluvium» que le da Nebr., de donde hoy ‘pozo artificial’ en Bilbao (Arriaga) y Álava (Baráibar), ‘cisterna’ en vasco (Azkue). Por otra parte la misma pequeñez implica el patín de Colunga «descanso, cerrado con pretil, de la escalera de piedra exterior que da acceso al piso alto de una vivienda» (Vigón), que es también la ac. que tiene en el Centro de Asturias (Rato), en Galicia (BRAE XIV, 127) y en portugués moderno (Fig.). Nótese que este sentido lo ha tomado pátio en el Minho (Leite de V., Opúsc. II, 502). Patín ‘antuzano de casa’ en el vasco roncalés.―

10 Sobre padoent, además de Levy y Du C., puede verse God., donde hay testimonios hasta 1783, pero siempre en el Sur de Francia.―

11 Comp. el ej., también topográfico, que Du C. cita de patens en el sentido de «iter apertum seu vadum». Comp. algún ej. de patu ‘camino público’ en Levy. Otro derivado de PATERE parece ser el port. ant. padeliças «lugares destinados á pastagem dos animaes» (con doc. de 1356, en Viterbo).―

12 Podemos imaginar listas municipales de terrenos del término en las cuales el nombre de cada uno iría acompañado de la mención patuit o bien non patuit.―

13 Nótese que en uno de los ejs. citados por Levy el ms. trae padenc; quizá no debiera enmendarse.―

14 Unos entienden ‘tierra abierta’, pero parece que es ‘pastizal’: padoentiis seu pascuis 1322, las plassos comunos barrat ou padoens 1265, paduenta seu theatra y más citas; ‘champ de foire de Mielan’; cf. los glosarios de los materiales recogidos por Luchaire y Millardet; padiuén en el Bajo Armanhac, land. paribén, Polge, Mél. Phil. 1964, 52.―

15 Es propia del latín vulgar y del latín jurídico tardíos la forma del infinitivo futuro pasivo en -uiri, por soldadura del tipo clásico -u + iri: reddituiri en las cartas de Cicerón, sublatuiri, tardatuiri, prosperatuiri, damnatuiri, punituiri, en Columela, Quintiliano, y sobre todo en los juristas Pompeyo y Javoleno, y en glosas (conversuiri). Vid. ALLG IX, 7; II, 349-54; IX, 357-8; 492; X, 136; XI, 274. A veces aparece en forma activa, p. ej. ultuire ‘vindicare, ulcisci’ en muchas glosas (CGL VII, 380). Este tipo ha dejado alguna huella romance como amerin. pattuire «rappacificare» (Rom. XLIII, 572), apatovito «acconciato, convenuto con lei» en marchigiano antiguo (Canzone del Castra, S. XIII, ARom. V, 67), que corresponde a PACTU IRI con el valor del infinitivo de presente activo PACISCI. En forma paralela podría imaginarse que se formara *PATUIRE en lugar de PATERE, y quizá no sería obstáculo grave el que PATERE no tenga participio pasivo, y que más bien debiera esperarse *PATITUIRE. Ésta sería la explicación de padoir, y también habría caminos para llegar de ahí a patu. De todos modos esto es más hipotético.