ORÍN, corresponde al lat. AERȢGO, -էNIS, íd. y ‘roya de cereales’ (deriv. de AES, AERIS, ‘cobre, bronce’); pero la forma cast. viene en realidad del lat. vg. AURզGO , -էNIS , que está documentado en la baja época en el sentido de ‘roya de los cereales’, en el de ‘ictericia’, y aun en el de ‘orín’, y que parece ser alteración de AERUGO por cambio de sufijo y por influjo de AURUM ‘oro’, a causa del color amarillento que es común a todas estas cosas.

1.ª doc.: la orín, 1256-76, Libros del Saber de Astronomía I, 163.

En fecha antigua el vocablo era, pues, femenino, como su étimo el lat. AERUGO. Posteriormente no vuelvo a dar con noticias claras acerca del género de orín hasta Aut., donde ya se da como masculino, puesto que ni siquiera los pasajes de Laguna (1555) y de Fr. L. de Granada allí citados, donde estos autores escriben el orín, son prueba segura del género masculino, en una época en que todavía se hallan formas como el espada vieja, cuyo artículo sólo en apariencia indica un género masculino; precisamente este uso antiguo del artículo el ante los femeninos de inicial vocálica fué el causante del cambio de género, como lo fue, p. ej., en origen. En el sentido de ‘herrumbre’ aparece luego orín en el glos. del Escorial (h. 1400), en APal. (139d, 159d, 247b, 421d), en Nebr., en los autores citados por Aut., etc. Cej. V, § 132; para el literato granadino de 1601 herrín era la denominación propia de Castilla, frente a orín de Andalucía, BRAE XXXIV, 370. Sigue hoy empleándose orín, aunque está en decadencia, sobre todo en el lenguaje hablado, a causa de los equívocos a que da lugar su parecido con orines y orina, y la imposibilidad de emplear un verbo y un adjetivo de la misma raíz, hoy que orinecer y oriniento se han anticuado (orinado y orinar sólo se refieren a la orina): la consecuencia de esta situación incómoda es que en la Arg. y otras partes de América sólo se emplea herrumbre y herrumbrado. En España todo el mundo dice oxidado y oxidarse, y si bien sigue todavía oyéndose orín, muchos prefieren hablar de lo oxidado y aun del óxido1.

En cuanto al origen, siempre han estado de acuerdo los eruditos en que orín viene de su sinónimo AERȢGO, -էNIS, conservado hasta hoy por el it. ruggine y el rum. rugină; pronto se vió también que la terminación castellana se explicaba partiendo de una variante latina en -զGO, -զGէNIS, debida a la vacilación general que se produjo en latín vulgar entre estos dos sufijos, en virtud de la cual FERRȢGO pasó a FERRզGO (cast. herrín, cat. ferritja), y viceversa aparecieron CALUGO, FULUGO y ROBUGO en lugar de las correspondientes palabras en -IGO del latín clásico (comp. AILC I, 129n.2; RFH VI, 14); del mismo *AERզGO procede redzna ‘herrumbre’ en el dialecto de la Romagna.

Pero además orín presenta una dificultad en la vocal inicial, que se ha explicado diversamente, pero en formas poco satisfactorias2. En mi artículo de AILC I, 173-5, creo haber demostrado que la base real de orín es una forma AURզGO que ya existió en latín vulgar. Esta palabra es bien conocida en el sentido de ‘ictericia’ y también en el de ‘roya’, especie de hongo amarillento que ataca a los cereales; así AURIGO como AURUGO se hallan en ambos sentidos y ya en la Ítala y en manuscritos de Scribonius Largus, que vivió en el S. I d. C. (ThLL II, 1525.41ss.; «hicteris... auriginemi>, S. Isidoro, Etym. IV, viii, 13). Ahora bien AERUGO, además de ‘orín’, significa también ‘roys de los cereales’ ya en Virgilio (Simonet, s. v. roya), también en Euquerio y otros, y la Vulgata, mostrando claramente la equivalencia de las dos palabras, dice para expresar esta enfermedad, «aerugo et aurugo» (ThLL I, 1066.9ss.); el doble significado persistió en castellano: para APal. orín es también enfermedad de los cereales, «erisibe es orín o dañosa tina que confonde las miesses» (139b, lo mismo en 98d y 421d)3. En un glosario de San Gall trasmitido en ms. del S. VIII, vemos ya una forma semejante a la española: «rubigo: gelu, origo», y que por rubigo y gelu debe entenderse ahí una enfermedad de las mieses nos lo muestra otra glosa del mismo códice «rubigo: gelu vel rugo messium» (CGL IV, 280.24 y 39), donde rugo es lo mismo que el it. ruggine, así como origo es el étimo del cast. orín, una vez ya consumado el cambio romance de AU en o. Está, pues, ampliamente documentado el empleo de AURIGO (-UGO) como variante de AERUGO en la ac. ‘roya de los cereales’, pero en realidad creo podemos asegurar que ambas palabras no hacían más que una. Es probable que AURUGO, aun en el sentido de ‘ictericia’, no sea más que una aplicación figurada de ‘herrumbre’, con un leve cambio del radical cuando, al hacerse impopular su primitivo AES, AERIS (desaparecido en romance), sintió el vulgo la necesidad de asociar aquella palabra con una familia léxica latina más empleada, para lo cual AURUM se prestaba admirablemente, por su sonido análogo y por designar otro metal también amarillento-rojizo; AURUGO no es palabra antigua, ya que pertenece sólo al latín imperial y su primer testimonio no es anterior al S. I d. C. En todo caso es indiscutible que el latín vulgar y tardío empleó uno por otro AURUGO y AERUGO. Aquél aparece en el sentido de ‘orín’ en unos Hermeneumata Vaticana conservados en manuscrito del S. X4 (CGL III, 426.39), y viceversa eruginosus aparece traduciendo ictericus en tres glosas del conocido glosario de la Reina Cristina (CGL III, 600.15, 601.35, 603.31), cuyo ms. es del S. X, pero está lleno de vocablos vulgares y más específicamente hispánicos (galápoco, mórdago, sarracla, impedigo, etc.)5. En tiempo de San Isidoro, cambiado AU en o, ya se empleaba origo en el sentido de ‘orín’, pues en sus etimologías leemos «origo, aeris cadmea et chalcitis» junto a «purgamenta aeris, cadmea et aerugo et aeris flos» (ed. Lindsay XVI, xx, II)6.

DERIV.

Orinecer ant. [1399, Gower, Conf. del Amante, 252; S. XV, Aut.]. Oriniento antic. [h. 1300, Gr. Conq. de Ultr., 223; Glos. del Escorial; APal. 139d, 436d; Nebr.; ejs. del S. XV en Aut.]. Cultismo: eruginoso.

1 Desde luego es imposible emplear orín en plural. P. ej. G. de Diego, Contrib., p. 16, se ve obligado a escribir: «plantas parásitas que tienen cierta semejanza por su color con los óxidos del cobre y del hierro».―

2 Rohlfs, BhZRPh. LXXXV, § 207, piensa en un cruce de AERUGO con su sinónimo ROBIGO, pero el resultado de tal combinación habría sido si acaso *RORUGO (O *RORIGO). Lo hace así para explicar la forma ourî o aurìo ‘orín’ del gascón de Bearne y Lavedán, formas que en realidad han de ser préstamos castellanos. M. P., Man. de Gram. Hist., § 18.4, vacila entre un «cambio fonético esporádico» y el influjo de hollín (que no pudo actuar hasta que en esta palabra ya predominó la mudez de la f- o h-, o sea en fecha demasiado tardía); recoge también la opinión de Unamuno de que la o- se deba a influjo de orina, inverosímil como indiqué en mi artículo citado arriba. Fouché, RH LXXVII, 137, supone que AERUGO pasara primero a *ORUGO por una dilación vocálica (como en ORUGA) y sólo después se convirtiera éste en *ORIGO, -INIS, por cambio de sufijo; pero como este cambio de sufijo tuvo que ser muy antiguo, esto nos obligaría a poner aquella dilación en la época del latín vulgar, supuesto inverosímil dada la rareza de este cambio fonético. Más se acercan a lo cierto G. de Diego, Contrib., p. 18, al invocar el influjo del cast. oro, y sobre todo Brüch, Misc. Schuchardt, 39, al admitir como posible que orín resulte de una combinación de AERUGO ‘herrumbre’ con AURIGO ‘roya de los cereales’: pero en realidad no hay «combinación» si las dos palabras no son más que una.―

3 De aerugo en este sentido hay también testimonios medievales, vid. Du C., y la glosa de R. Martí citada por Simonet.―

4 Ahí va asociado con caligo, que también tomó el sentido de ‘orín’ en romance o latín vulgar (ZRPh. XXVII, 614).―

5 En vista de todo esto claro está que son vanos los esfuerzos de Niedermann, Contrib. à l’étude des gloses latines, 25ss., por explicar este eruginosus como resultante de auruginosus por vía fonética (con arreglo al cambio augustus > agustus).―

6 En una Nota Tironiana (ed. Schmitz, 76.99 y 76.99a) se lee origo junto a originosum. Según el modo como estas notas están siempre agrupadas es claro que originosum tiene sentido derivado del de origo, lo cual prueba que no puede tratarse de la voz del latín clásico que significa ‘origen’, pues ésta no tiene tal derivado adjetivo. Ahora bien, es muy posible que se trate de la variante de aerugo ‘orín’, pues en otra Nota Tironiana (101.42) aparecen aeruginosum y aerugo como derivados de aes, aeris (hay todavía otro ruginosum en 94.77, si bien como variante manuscrita de rugosum, pero también en 101.42 vacilan los mss. entre aeruginosum y aerugosum).