NÁCAR, probablemente del ár. nāqûr (vulgar náqor) ‘caracola, cuerno de caza’, o quizá del ár. vg. náq(a)r ‘tambor’, ‘pandero’, que pudo pasar a aplicarse a aquel otro instrumento de música militar; de ‘caracola’ pasó en romance a designar los mariscos de forma semejante de donde se saca el nácar, y luego esta sustancia.

1.ª doc.: Nebr.: «nacar de perla: margaritae callum».

Así Covarr. como Huerta (1624) lo toman por la concha de la perla, ac. que todavía admite Aut. De ahí el derivado nacarones «toutes sortes de coquilles luisantes et transparentes comme les nacres de perles» (Oudin). Como nombre de la sustancia y de su color aparece en varios autores de primeros del S. XVII (Pantaleón de Ribera, Lope, Quevedo, M. de Ágreda) citados por Aut.1. No consta que sea muy antiguo el port. nácar [Bluteau; los gallegos vacilan también entre nacra y nacre, Castelao 204.30, 196.5f.; 196.6]. Más lo es el cat. nacre, m. (Ag., Fabra, Escrig, etc.), que además de ‘nácar’ ha significado ‘caracola, cuerna, instrumento de viento’, y en este sentido aparece claramente en un inventario de 1462 (Ag.); hoy todavía en las costas de Menorca y de Cataluña designa un marisco en forma de cuerno (Ag.; BDC XIV, 41); en Muntaner (2.° cuarto del S. XIV) y en un texto del S. XV el femenino nacra (o nacre, m., en el segundo) designa un instrumento músico militar, que en este último texto debía de ser un tambor de cobre, pero en el primero quizá designe también una caracola, bocina o trompa («féu sonar les trompes e les nacres»). En este sentido se ha empleado en castellano nácara, aunque de él no se cita más que un ej. de Olivares Murillo (1684), así definido en Aut.2. En italiano antiguo era bien conocida la nàcchera «strumento simile al tamburo, di suono, ma non di forma, e suonavasi per lo più a cavallo», con ejs. abundantes desde el S. XIV; hoy las nàcchere son una especie de castañuelas empleadas por los muchachos; también fué frecuente en el sentido antiguo la forma nàccaro (SS. XIV-XVI) y nàcchero (íd.); además nàcchera se empleó en el sentido de ‘nácar’ (S. XVII, etc.), ac. en la cual se emplea hoy en este idioma madreperla, pero de la antigüedad del vocablo en Italia es indicio su presencia en docs. latinos medievales, entre ellos uno de 1295 (Du C.)3. En francés, nacre es femenino [S. XVI; nacle, 1389], aunque la forma nacrum de un doc. latino del Delfinado (1347) presupone la existencia de una antigua variante masculina, como lo es el oc. mod. nacre; por otra parte, es muy frecuente en historias y cantares de gesta medievales una voz que, en diversas variantes [naquere, nacaire4, nacar, etc.), designa un instrumento de música militar, y más precisamente, y al parecer en todas partes, una especie de tambor o timbala (God. V, 461; Du C., s. v. nacara).

Tiene razón Oscar Bloch, en su Dict. Étym. de la Langue Française, al considerar inseparables para la etimología nacchera ‘tambor’ y nachera ‘nácar’, pero me parece dudoso que la tenga al afirmar que el francés tomó nacre de Italia, donde el vocablo tiene menor arraigo que en la Península Ibérica (será más bien catalanismo), y todavía es más claro que el cambio de significado no debe explicarse, según él sugiere, pasando por ‘castañuela’ [S. XVII], de donde *‘concha de hacer castañuelas’ y ‘madreperla, nácar’. Mucho más natural y mejor documentado es que nacra, aplicado primeramente a un ‘tambor’, se trasmitiera a otro instrumento militar como el cuerno o bocina, y de ahí al marisco empleado como bocina y como nácar. Lo que no podemos asegurar del todo es si la ac. ‘instrumento de viento’ nació en romance o venía ya del árabe, y tampoco está del todo clara cuál es la forma precisa de la lengua arábiga que sirvió de punto de partida; pero sí podemos estar bastante seguros de que el vocablo viene del árabe, a pesar del silencio que guardan sobre el problema los principales etimólogos arabistas (Dozy, Devic, Steiger). En el sentido de ‘tambor’, lo más conocido es naqqâra, muy difundido actualmente en Egipto, Siria y otros países de Oriente, pero en España y el Magreb esta palabra valía más bien y vale ‘aldaba de puerta’ (R. Martí, Lerchundi y en el español Abenɏobair, S. XII, y el marroquí Abenbatuta, S. XIV). Es posible que de ahí salga el fr. ant. naquere (que pudo tomarse directamente durante las Cruzadas), y aun quizá el it. nàcchera, aunque ahí existe la dificultad del acento, quizá no insuperable5. En el Occidente, ‘tambor’ se dijo náqra, ya documentado en el Qartâs (princ. S. XIV), e indirectamente por su diminutivo nuqáȳra (R. Martí, PAlc., etc.); de náqra procede indudablemente el cat. nacra y quizá el it. nàcchera. En cuanto a nácar y el cat.-fr. nacre, se puede vacilar entre naqr y nāqûr. Aquél se emplea modernamente en Egipto (Dozy) en el sentido de ‘pandereta’, y su existencia en España puede sospecharse en vista de que el derivado nâqir era ‘panderetero, tañedor de adufe’, según PAlc.; nāqûr (que en pronunciación vulgar sería nâqor) significa precisamente ‘cuerno de caza’ en Argelia (Belkassem, Hélot), y en este sentido lo registra ya el Qamûs en el S. XV (Freytag). De nâqor se pudo pasar fonéticamente a nácar, cat. nacre (comp. ÁMBAR, cat. ambre y otras variantes citadas en este artículo); pero también es posible que naqr (vulgarmente náqar) tuviera el sentido de ‘cuerno, trompeta’ ya en árabe, puesto que los otros derivados naqqâr y nâqir significan precisamente ‘trompetero’ en Egipto. Todo ello se explica muy bien teniendo en cuenta que el verbo náqar, del cual derivan todas estas voces, no solamente significa ‘golpear’ y ‘tocar el tambor o el pandero’, sino también ‘tañer instrumentos de cuerda’, y pudo extenderse al tañido de los instrumentos de viento.

Pott, el abuelo de la etimología moderna, en un trabajo que por desgracia no está a mi alcance (Wiener Zeitschrift f. die Kunde des Morgenlandes II, 354), y que cito según Diez (Wb. 221) y Eguílaz (de ahí REW 5814), partió, para explicar nácar y su familia, del curdo nakara, que propiamente significaría ‘uña’: es voz hermana del scr. nakháraɅ íd., persa naȟyun, a. alem. ant. nagal, esl. nogutĭ, gr. ƽνυξ, lat. unguis. La idea parece ser que de ‘uña’ se pasó a ‘tejido córneo’, ‘nácar’; claro que no hay que pensar en el curdo para explicar una voz generalmente extendida en Occidente, pero quizá la idea de Pott fuese que el vocablo de esta lengua iránica había pertenecido también al persa en una etapa antigua, y de ahí pasara al griego bizantino y después a Occidente; sin embargo, mientras no se registre la existencia del vocablo en griego medieval y en persa, será mucho más verosímil y sencilla la etimología arábiga6.

DERIV.

Nacarado [fin del S. XVI, López Pinciano]. Nacáreo; nacarino. Nacarón [Oudin, V. arriba]. Nacrita, del fr. nacrite íd. Para nácara, V. arriba.

1 Vulgarmente se dice hoy la naca o la nácar en Andalucía, pero es alteración moderna, explicable por la pronunciación regional. En León dicen la nácara, según la Acad.―

2 Definición eliminada injustificadamente por la Acad.; en sus ediciones de 1817, 1843 y otras, define «instrumento músico, especie de tabla» como voz anticuada; en 1884 ya dice como hoy que era «timbal usado en la antigua caballería». Femenino es también el gall. nécora ‘especie de cangrejo de mar, pero distinto y muy sabroso’ (Sarm. CaG. 84v, 85v). Esta e ―si no es debida a una contaminación― sugiere que existiría en algún momento de la historia del hispanoárabe una variante nkăra con kef, seguramente pron. de los primeros siglos de la invasión islámica, cuando los renegados hispanos eran incapaces todavía de imitar el qaf semítico.―

3 Acerca de las formas italianas, y en particular el sic. nnàccara «chicco di vetro per collane», vid. Gregorio, RLiR XII, 255-60.―

4 Esta forma aparece ya en Joinville y otros textos del S. XIII, pero no siendo más antigua no es enteramente seguro que llegara jamás a expresar un diptongo; en todo caso, éste era eȳ y no aȳ, y por lo tanto no hemos de partir de un diptongo árabe ȳra, sino de un cambio de sufijo francés. Bloch habla de un ár. naqqayra que no creo exista, pues no aparece en mis fuentes y no se explicaría morfológicamente. Belot cita un diminutivo nuqqáȳra, vulgar y mal formado; lo normal en el diminutivo es nuqáȳqara «timbale», que Beaussier recoge en el Sahara.―

5 El acento se traslada a la sílaba antepenúltima cuando ésta tiene vocal larga y también cuando es sílaba cerrada, en lo cual puede englobarse el caso de la geminada; esto se aplica al árabe vulgar de España, no sé hasta qué punto también al de Oriente. Pero el de Sicilia suele ir con el de España.―

6 Como étimo de nácar, desde luego no conviene el persa nagár o nigár ‘pintura, imagen’ u ‘ornamento’, propuesto por Eguílaz y la Acad. Skeat indica correctamente la relación con la familia arábiga de náqar ‘golpear’, ‘perforar’, pero no hay comprobación alguna de que para llegar a nácar se pasara por ‘concavidad’ y luego ‘concha hueca’, como él sugiere.