MOTA, ‘gleba, terrón’, ‘cabezo’, ‘broza, partícula’, voz común con los principales romances de Occidente, y especialmente arraigada en Francia, los Alpes y el Norte de Italia; de origen incierto, quizá prerromano: la parentela germánica que se le ha señalado es moderna, y en parte puede estar tomada del romance, en parte no corresponde a éste en su consonantismo; no es seguro si en castellano es palabra autóctona o antiguo término militar tomado del francés.

1.ª doc.: como nombre propio de lugar, doc. de 1218 (La Mota, Oelschl.); como apelativo h. 1290, 1.ª Crón. Gral.

Se lee ahí: «se fué con su sennor pora una mota do estavan pieça de sus cavalleros... agora descendamos al llano...» (cap. 822, p. 501b). En J. Ruiz figura solamente en la comparación «el salterio con ellos, más alto que la mota /... / la flauta diz con ellos, más alta que un risco» (1229d). En Pero Niño (II, cap. 3) «Marsella es una cibdad que está poblada al rededor de una mota redonda, por las laderas della, e después baja el lugar fasta lo llano» (análogamente cap. 10), y algo parecido en el Viaje de la India de Pedro Teixeira (cap. 10). Sabido es que esta ac. ‘cabezo’, especialmente con referencia a aquellos en que se construyen castillos, está muy arraigada en la toponimia: la Mota del Cuervo, la Mota de Toro, el famoso Castillo de la Mota de Medina del Campo, el de Alcalá la Real, el de Marchena. Hoy esta ac. no pertenece ya al lenguaje vivo, aunque todavía la registraba Nebr.: «mota, cerro enmotado o muela: moles». Algo más resistente se mostró una modalidad de la misma que Aut. define «el ribazo o linde de tierra con que se detiene el agua, o se cierra un campo». En este sentido de ‘dique de tierra para detener un río’ sigue viva en Murcia («margen u orilla saliente de un río», G. Soriano), y en ciertas hablas catalanas y portuguesas: me es familiar en el Alto Ampurdán, y en el Minho se registra mota «açude» (RL XXIX, 261).

Lo predominante desde el Siglo de Oro son las acs. que se centran alrededor de la idea de ‘broza, partícula pequeña’, que Aut. detalla así: «nudillo o granillo que se forma en el paño y se quita o corta dél, para perficionarle, con unas pinzas o tixeras» (con ej. de la N. Recopil., ley de 1511), «qualquier partícula de hilo u otra cosa semejante que se pega a los vestidos» (con ej. literario del S. XVII), «defecto muy ligero u de poca entidad, que se halla en las cosas inmateriales». Cej., Voc., cita ya ejs. de estas acs. en el Canc. de Baena y en Juan de Pineda, fines del S. XVI. Con ello enlaza el argentino motas ‘el cabello de una persona (esp. el enmarañado)’ (M. Fierro I, v. 1219; II, 2585; etc.), el cub. mota «borla finísima de pluma con que se aplican los polvos al cutis» (Ca., 54), desmotar «quitar la semilla al algodón, limpiar su lana o borra de las pepitas» (Pichardo). Si el vocablo es antiguo en España, como estas acs. no se pueden explicar directamente partiendo de ‘cabezo’, será preciso admitir que también es antigua la ac. ‘terrón, gleba’, aunque no tengamos noticias de ella entre nosotros, hasta que la Acad. le dió entrada en 1899 o 1914, con el matiz especial de ‘pella de tierra con que se cierra o ataja el paso del agua en una acequia’. De ‘terrón’ se pasó fácilmente a ‘grano’, ‘partícula’.

Acerca de la extensión del vocablo en romance nadie puede informarnos mejor que Jud, en su nota de BDR III, 12, que extracto a continuación1: Val di Non m྿tă, Tesino mòt «rialzo del terreno», toscano motta «frana», emil., venec., tesin., mant., mil. mota «terra ammucchiata», alto-engad. muott «rialzo, collo», sobreselv. muotta «colle»; por otra parte Vaud motha «motte de terre», fr. motte «butte, éminence de terre naturelle ou artificielle», ‘terrón’, ‘terrón adherido a una raíz’, ‘masa de mantequilla, de turba, etc.’, oc. ant. mòta ‘colina’, ‘castillo en un otero’; según he observado ya, el vocablo está bien arraigado asimismo en catalán, y no menos en el port. mota «atêrro com que se resguarda de inundaç?es um campo, campos ou lugar», «terra que se ajunta em volta ao tronco da árvore, para resguardar do calor as raízes», que ya figura en Moraes, pero no en Bluteau, y no conozco autoridades. Quizá tiene razón M-L. (REW. 5702) al agregar a los representantes el abr. mott ‘manojo de hierba’ y mottotse ‘gavilla de heno’. Lo demás es más incierto. No se puede asegurar que deba separarse de este grupo el port. mouta ‘mata’2, que no carece de prolongaciones leonesas, como el colungués motaraxu «mata aislada y acopada en un matorral» (y el nombre de lugar Moutas en el Oeste asturiano), tanto más cuanto que acs. muy semejantes existen en catalán: mall. mota ‘macolla’, ‘mata (de albahaca)’, etc., en Cataluña ‘pelotón de gente’, ‘masa de dinero’ (Ag.), y en Sant Pol de Mar he oído mòt ‘manchón, grupo de árboles’3; con este mismo grupo romance del port. mouta hay que relacionar, como sugiere Michelena (BSVAP XII, 369), el vco. ronc. malta ‘mata’, acentuado málta en Isaba (según Azkue también sul. malta ‘jaro’), cuya l debe de ser lo bastante antigua para que se sonorizara la oclusiva en el salacenco malda ‘mata’. Es muy dudoso que vayan con esto las palabras adjetivas que significan ‘mocho’, ‘chato y sin asas’, extendidas principalmente por el Sur de Francia y los Alpes centrales (vid. Jud). Más seguro es que haya verdadera relación con el neerl. mot ‘desechos de turba’ y el fris. mote ‘abono de corteza de roble’, pero deducir de ahí que nuestra familia es de origen germánico, como hace M-L. (REW 5702), es demasiado audaz, pues como objeta Bloch estas palabras modernas, por su localización deben ser más bien galicismos; el propio Gamillscheg, tan inclinado por lo regular a admitir germanismos, vacila ante la idea en su EWFS4, y se inclina más bien por un origen céltico, por lo demás vago. El ingl. moat, mote, ‘otero’, ‘dique’, ‘foso’, es galicismo reconocido por todos (que de ahí pasó modernamente al irlandés).

En cuanto a la etimología que propone Skeat, las dificultades son de otra naturaleza: se trataría del bávaro mott ‘gleba, gleba de turba’, a. alem. med. mot ‘tierra turbosa’, que debería emparejarse con el ingl. mod. y med. mud, fris. or. mudde, b. alem. ant. mudde, neerl. modder, pomeranio modde, sueco med. modd, todos los cuales significan ‘fango, barro’. Esto nos lleva lejos semánticamente. Pero aun prescindiendo de este aspecto y de otros muchos que permanecen oscuros, observemos que esta familia germánica tiene -d- originaria, a la cual correspondería -d- en fráncico, y por lo tanto no explica fonéticamente la forma francesa, que no puede venir del alto-alemán: téngase en cuenta que el fr. motte está bien documentado y sin interrupción desde el S. XII. Hay que abandonar, pues, esta etimología, y por el contrario cabe pensar con Jud que así el bávaro mott ‘gleba’ como su sinónimo el su. alem. mutt procedan del mismo sustrato prerromano y pregermano que el vocablo romance. En cuanto al carácter del vocablo en castellano, la falta de diptongación frente a la ò abierta del catalán, el occitano y el francés, y el carácter caballeresco y militar de las menciones más antiguas, sugieren un antiguo préstamo francés u occitano, pero no es conclusión segura, dadas las oscuridades arriba señaladas en el vocalismo, y la existencia de otras acs. que también han de ser antiguas. Piel, RForsch. LXX, 134, afirma que es autóctono y no galicado, pues aparece 20 veces en el Minho y otras en Galicia, siempre como topónimo; mouta (cf. mata) es palabra diferente. Ya por razones fonéticas no puede venir de M֊VէTA ‘(tierra) movida’ (así GdDD 4452a, 4456), que habría dado *muebda (de donde *mueuda o *mueda).

DERIV.

Motear ‘salpicar de motas’ [Aut.]. Moto ‘hito, mojón’ [Acad. 1914, no 1843]. Motera cub. ‘polvera’ (Ca., 54). Desmotar, desmotador [1609, Juan Hidalgo], desmotadera [Covarr.], desmote. Enmotarenmotada cosa alta: acclivis», Nebr.]; enmotadura. Gall. motiña ‘manchita de color’ («os toxos poñen as suas motiñas amarelas na divina sinfonía verde da paisaxe» (Castelao 156.11).

1 Agregúense los datos de Sainéan, Sources Indig. II, 128.―

2 Muy general, arraigado dialectalmente, y ya antiguo. El derivado mouteiras d’ortigas e d’espinhas ya figura tres veces en los Padres de Mérida de h. 1400 (RL XXVII, 53).―

3 La etimología germ. *MATHWA admitida por M-L. es muy aventurada por las razones que su autor ya reconoce y otras más. Hay desacuerdo entre el vocalismo ou del portugués y la o occitana; tampoco el fr. motte podría venir de un tipo *MAUTA, que allí habría dado *moue. Pero como reconoce Jud, algunas de las formas que él cita corresponden a M֖TT-, otras a M֕TT-. Todo podría concillarse partiendo de un *MOUTA prerromano, latinizado en unas partes como *MAUTA, en otras como *MĶTTA, en otras *M֊TTA, con diferente adaptación del diptongo OU, predominando unas veces el carácter breve de la O, con compensación consonántica de la cantidad, en otras predominando la cantidad larga del elemento vocálico; quizá existió *MAUTA en mozárabe valenciano, pues si bien hoy en La Albufera se usa la forma catalana mòta en la ac. ‘barrera de piedra con la que han rodeado un campo en una barra’, un importante paraje del Sur de La Albufera, donde hay muchas de éstas, lleva el nombre de lugar Malta (< *Mauta; aunque no olvidemos que en la zona Cullera-Sueca hubo inmigración de malteses hacia el S. XVII). Comp. VROICOS, adaptado en algunos puntos como BR֊CCUSl>, en otros BRȢCUS, etc. (vid. BREZO). El caso de VROICOS es importante, por cuanto muestra que el supuesto *MOUTA a su vez pudo salir de *MOITA. Ahora bien, tengamos presente que las palabras latinas mūrus (moeros en Ennio y Varrón, po-moerium ‘espacio consagrado junto a las murallas de Roma’) y moenia ‘murallas’ (con mūnire ‘fortificar’) representan una raíz MOI- con la alternancia arcaica r/n del indoeuropeo, como señaló Benveniste, Or. F. N. en Ie., 11, así que un MOI-TA podría representar otra ampliación de la misma raíz en otra lengua indoeuropea; Ernout-M. subrayan que murus y moenia son sospechosos de ser innovaciones puramente latinas que reemplazaron el ieur. común dheighos (todavía mantenido en osco: feíhúss), pero no sólo el argumento morfológico de Benveniste parece indicio sólido de gran antigüedad, sino que la afirmación de ser palabra ajena a las demás lenguas indoeuropeas debe ser revisada, pues apenas se puede poner en duda el parentesco con la raíz mi- del sánscrito minóti, minute ‘fortificar’ ‘eregir’ ‘fundar’, mitáɅ «set up» (‘erigido como un poste’, ya védico, Rig-Veda IV, 51.2b), etc., que además, según Pokorny, IEW 709.20 ss., tiene algún representante suelto en germánico e iranio, y aun derivado secundario en irlandés; es más, la ampliación con -T- está también documentada por el scr. methíɅ (m. o -ବɅ f.) ‘pilar, poste’ (para atar el ganado, especialmente), lit. mitas ‘palo, poste’, etc. (Pokorny, IEW, 709.35): ahora bien, methíɅ lo mismo puede venir de *MOITIS que de *MEITIS; en fin, el eslavo común mešto ‘lugar’ puede resultar de un MOIT-TO- etimológico, que reaparece en el prusiano ant. mestan ‘ciudad’ (Elbing, 796), lit. mistas ‘villa, ciudad’ (si bien Berneker II, 53, cree que son eslavismos, cf. pol. miasto ‘ciudad’, aunque su significado nos induce a relacionarlos directamente con el romance mota ‘fortificación’). Cf. MÉDANO.―

4 En R. G. ni siquiera menciona el vocablo, de suerte que acabaría por decidirse contra M-L.