MOCHO, ‘sin punta’, y especialmente ‘sin cuernos’, de origen incierto: en vista de las variantes divergentes que se hallan en otros romances y en varios idiomas, quizá sea palabra de creación expresiva.
1.ª doc.: 1170, escritura árabe de Toledo.
Port, môcho «que nƟo tem cornos», «que tem falta de algum membro», «(cavalo) que tem falta das orelhas ou de parte delas», «(árvore) que perdeu os ramos, (navio) que perdeu os mastros», «espécie de trigo mole» (Bluteau, Moraes, Fig.); en catalán el femenino cabra mótxa, vaca mótxa, etc., tiene gran arraigo y es de uso general en el Principado, desde Tortosa hasta el Alto Pallars y Berguedà, desde Lérida hasta el Penedès4; como lo mismo ocurre con esmotxar ‘podar’, ‘recortar el perímetro de algo (en particular de la ropa)’, quizá no sea en realidad castellanismo, a pesar de las apariencias, comp. Agda moucho ‘cabra’ (Mistral).
Hay además palabras de forma algo distinta, en muchas partes, pero difícilmente separables de mocho. En las provincias australes de la República del Ecuador motolo se aplica a objetos y en particular armas sin filo (Lemos, Semánt. Ecuat.), lo cual nos recuerda en seguida el cast. BOTO, con las palabras galorrománicas, eslavas y ugrofinesas, de la misma forma y significado, que en este artículo he citado. Vasco común motz ‘romo’, ‘corto de talla’, ‘sin cuernos’, ‘huraño, arisco’, ‘desorejado’, ‘sin filo’, ‘triste’, ‘feo’, ‘pelado’ (Azkue), tipo que debió de prolongarse hacia el Oeste por las hablas romances inmediatas: ast. demozar ‘desmochar, cortar todas las ramas de un árbol’, demuezu ‘acción de demozar’, ‘conjunto de ramas demozaes’ (V); junto a demozar (que en Cabranes significa ‘despuntar el maíz quitándole la flor masculina’, Canellada) están Liébana esmozar ‘podar ligeramente’ (G. Lomas), gall. íd. ‘descabezar un árbol’ (Vall.), berc. chamozo, -za, ‘desmoche’, ast. chamozar ‘desmochar’, éstos con prefijo SUB-; comp. el bilb. mocho ‘achatado, romo, feo’, amocharse ‘fastidiarse, jorobarse’ (Arriaga). Oc. mod. mout, mouto, «mousse, émoussé, épointé, qui n’a pas de cornes» (Mistral), tipo que se extiende ampliamente por los dialectos franceses, réticos y alto-italianos (REW 5793). Neerl. mots y el verbo motsen, a. alem. med. mutzen, mützen, ‘podar’ (hoy aufmutzen ‘reprochar’), que no pueden ser la fuente del vocablo romance (como observa Baist, RF I, 108), pues no aparecen hasta el S. XIV; it. mozzo ‘embotado’, que en Lombardía toma la forma moƇ, con Ƈ extraña desde el punto de vista italiano, pero que enlaza con la ch castellana; el tipo italiano continúa en Francia en la forma mousse, émoussé, pero en catalán presenta otro vocalismo distinto, mus5, esmussat. En conclusión, tenemos ahí una variedad desconcertante de tipos vocálicos y consonánticos (t, ts, ç, ch), así en la segunda como en la primera sílaba (b- y m-). Todavía hay más, pues si el portugués actual dice môcho, en textos antiguos se halla moucho (así en el Livro de Linhagens del S. XIV, CortesƟo), vocalismo conservado en la Cabrera Alta (Casado Lobato) y, como nombre del mochuelo, en Galicia, y que existió también en mozárabe, pues es probable que el nombre de los dos literatos valencianos del S. XII llamados Ibn MaȬƇwél signifique ‘hijo del desorejado’, como admite M. P. (Oríg., 149)6. Sin embargo, hay que guardarse de deducir de ahí que el cast. mocho procede de un étimo en AU, pues el port. mocho es general aun en las zonas que distinguen bien la vocal simple del diptongo, y ya hemos visto que otros mozárabes del S. XII pronunciaban móƇo y no máȬƇo. Ante este conjunto de hechos es inútil cansarse con acrobacias fonéticas y equilibrios etimológicos, la única conclusión sana que puede sacarse es que el vocablo no tiene etimología, o dicho en otras palabras, es una creación divergente, realizada espontánea e independientemente por los varios idiomas.
Salta a la vista la inverosimilitud suma de admitir conjuntamente cuatro étimos, BOTT-, MŬTT-l>, *MŬTIUS (si acaso, tendría que ser *MUTTIUS para el francés y el catalán) y MŬTէLUS, sin relación recíproca, según hace M-L. (REW 5791-3); resulta evidente que la raíz alternante bot-, mot-, mots-, motš-, muts-, tiene valor evocativo de la idea de redondez, achatamiento y embotadura: en ello colaboran la labial primera, la vocal labial, y el choque inmediato de la oclusiva o africada que les sigue en seguida. No sirve de nada esforzarse en sacar mocho de MŬTէLUS (que habría dado *mojo), aunque sea imaginando una variante *MŬTTէLUS, con Schuchardt (RIEV, 1914), o partiendo de un vulgar MULTILARE7 como propone A. Castro (RFE I, 403), seguido por G. de Diego (RFE VI, 122-3), puesto que ello no nos explica las variantes de los demás idiomas, ni siquiera las de lenguas tan inseparables del castellano como el portugués, el vasco y el catalán. El parecido con MUTILUS, por lo demás, no es meramente casual, pues esta palabra latina no tiene etimología indoeuropea (vid Ernout-M. y Walde-H.), y así ella como el irl. mut ‘corto’, serán otros tantos representantes de nuestra raíz expresiva. Estoy conforme con Malkiel (Lang. XXV, 445) en que es notable el parecido de mo(u)cho con Cabrera Alta mouco (ya un Martín Mouco en doc. berciano de 1283, Staaff, 100.7), ast. mocu, -a, ‘sin cuernos’ (V, R), democar ‘caer los cuernos a algún animal o rompérselos’ (V), Sajambre democar ‘desmochar’ (Fz. Gonzz., Oseja), ast. occid. mouco íd. (Acevedo-Fz.), gall. mouquelo8 ‘pelado, trasquilado’ (Carré), trasm. môico «(boi) com um galho ou dois partidos», esmoicar-se «partir um galho ou dois» (RL V, 97, 50), que evidentemente son lo mismo que el port. mouco ‘duro de oído’, ‘sordo’, sin duda a base de la idea de ‘embotado’, pero deducir de ahí que el cast. mocho viene de un diminutivo correspondiente *MAUCULUS no me parece de buen método9; pues si algo se puede deducir de esta semejanza es que la voz luso-leonesa ha de ser también de creación expresiva, a pesar de la diferencia en la oclusiva final, comp. trasm. aboucar v. tr. ‘ensordecer’ (Valpaços, RL III, 326), con la ya acostumbrada alternancia en la consonante inicial.
DERIV.
Desmochar [S. XIV, Crón. de Alfonso XI, vid. Cuervo, Dicc. II, 1110-1; «desmochar o mochar: mutilo, trunco», Nebr.; ast. demochar, V, junto a demozar, citado arriba]; desmochado [Nebr.]; desmochadura [Nebr.]; desmocha; desmoche; desmocho. Remochar ‘machacar, aplastar’ oído muchas veces en Almería, en la frase remocharle la cabeza a uno ‘reventarle, aplastarle’ (falta en Acad., A. Venceslada y Toro Gisbert); remocho ‘retoño’ salm. Mocheta [Acad. ya 1780; no Covarr., Casas, Fcha. ni APal.].
1 Sabido es el cuidado con que debe procederse en esta clase de fuentes. González Palencia da en sus índices numerosas citas de un personaje a quien llama Don Mochiel. La grafía árabe es m-Ǥyâl sin vocal en la primera sílaba, pero en el documento publicado en I, 315, hay una parte en caracteres latinos donde figura un Michael casado con una mujer del mismo nombre que la del personaje de la parte arábiga que G. Palencia leía de aquella manera. Parece, pues, que deberá leerse miǤyâl (Michiel), sin relación con mocho.― ↩
2 En Santiago del Estero, Arg., casa mocha ‘casa sin techo’ (O. di Lullo, Canc., 377); en Mendoza, a fines del S. XVIII, trigo mocho = trigo candeal (Draghi, Fuente Americana, p. 41).― ↩
3 Esta ac. sustantiva la encontramos ya en el hispanoárabe Abenloyón (Almería, 1348), quien habla de «la sierra para cortar lo que se haya secado de las ramas grandes, cuyos resecos se llaman mwǤât» (plural de un romance mocha o maucha), vid. Simonet, s. v. múcha. En Cuba un mocho o una mocha de tabaco es un cabo, una colilla (Ca., 128). En Baeza mocho es «toña» [= tala, palo pequeño que se coloca en el suelo y se le hace saltar golpeándole con otro], RFE XXIV, 228.― ↩
4 BDLC IX, 204. Lo anoté en todos los pueblos de Cardós y Vall Ferrera. El masculino no lo he oído nunca; según Ag. y Fabra sería motxo, pero Fabra dice que significa ‘taciturno, melancólico’, ac. en la cual se emplea más bien moix, moixa, que probablemente es otra palabra.― ↩
5 Tomado del catalán o quizá del francés ha de ser el cast. lima muza [Acad. 1925 o 1936] ‘la que presenta grano de picadura más fina’ (y por lo tanto lima menos). Esto si la definición es exacta, pero hará falta comprobarlo, pues Dozy, Gloss., 323, dice haber hallado lima musa en el sevillano López Arenas (1633), pero en el sentido de una de las vigas angulares de un tejado. Entonces se trataría de lima ‘viga’. Por lo demás la etimología de Dozy ár. muwāzî ‘paralelo’ no es aceptable fonéticamente.― ↩
6 Otros personajes de nombre Ibn Mauchol en el S. IX; Beni-Mauxul y -Mu(t)xul en el Repartimiento de Mallorca. Véanse otros nombres semejantes en Simonet (s. v. máuch, mauchil, mauchol, mauxúl, y mutxúl).― ↩
7 Bien documentado en mss. (Heraeus, ASNSL CXXIV, 178) y en glosas (CGL V, 223). Pero el resultado de MULTILUS ¡habría de ser *mucho, y no mocho!― </N7>
8 Mouquelo procede en la lexicografía gallega del dicc. de F. J. Rodríguez, quien tomó este vocablo de Sarmiento. Su significado en el fraile benedictino era ‘tocado de las gallegas’, lo que en ast. es caramiello; sin embargo también lo utiliza como apellido, caso en el que sí pudo haber significado lo mismo que mouco ‘mocho, trasquilado’. De todas formas la evolución de un significado a otro es perfectamente razonable (vid. J. L. Pensado, Contr. Crít. Lexicogr. gall., 281).― ↩
9 Sabido es que el port. mouco según C. Michaëlis, Misc. Caix, 140-1, y M-L. (REW 5256), vendría de MALCHUS, nombre del discípulo de Jesús a quien cortaron una oreja de una estocada. Pero no creo en esta rara etimología bíblica, entre otras razones porque AL pasa a AU > ou ante consonante dental (t, ç) o labial (p, b), pero no ante velar. Menos convence todavía la idea de Schuchardt, Roman. Etym. I, 81, de partir de MUCCUS, y de la idea de ‘mocoso’. ↩