MEÑIQUE, ‘el dedo más pequeño de la mano’, parece resultar de un cruce entre el tipo menino, propiamente ‘niño’, que se emplea con el sentido de ‘meñique’ en muchas hablas portuguesas, leonesas y gasconas, y mermellique o *margarique, variantes de margarite íd. (para cuyo origen V. MARGARITA); menino es palabra de creación expresiva, del mismo radical que el fr. ant. mignot ‘lindo’, cat. minyó ‘muchacho’, it. mìgnolo ‘meñique’.
1.ª doc.: «dedo meñique: digitus minimus», Nebr.
En tierras castellanas existiría también en fecha temprana un *meñín o *meñino, del cual nos queda como testimonio el ast. orient. mañín, pero pronto entró el vocablo en colisión con su sinónimo de origen francés margarite, abundantemente documentado desde el S. XIV; al entrar margarit en España parcialmente se oiría mal (según tantas veces ocurre en esta posición) como *margaric (luego *margarique) y ésta es la forma que se cruzó con el autóctono meñín: de ahí mermellique, ya documentado en el Fuero de Salamanca (S XIII), y todavía vivo en el dialecto de esta provincia, y por otra parte el tipo meñique, con sus variantes dialectales modernas: salm. moñíquele (Lamano), Sierra de Gata muníki, mi?gíƇi, ñíki (VKR II, 85), Mérida monique, moñicle (Z. Vicente, 116), Cespedosa benique (RFE XV, 147). Es indispensable admitir este cruce de margarite (-ique) con menino para explicar la terminación de meñique, que de otro modo no tendría explicación admisible; se trata de una terminación aislada, por lo menos en la etapa antigua del idioma (una CC antigua delante de -E se habría cambiado en ç). Indudablemente hoy existen dialectalmente otros ejs. de -ique, pero son creaciones probablemente harto recientes, modeladas en parte según meñique, y en parte debidas al influjo de -este y -ate sobre -ico; Spitzer (Neuphil. Mitteil. XXII, 46) cita los salmantinos comique, enredique, fusique, sonique, tardique, trillique, y el más general espolique (sólo documentado en el S. XIX), alguno de los cuales, además, tendrá carácter postverbal. Pero nada de esto nos sirve para explicar el antiguo, general y arraigado meñique. No es admisible que éste sea préstamo de un cat. menic *‘muchacho’, bearn. menit ‘niño’, como indicó Spitzer, por lo pronto porque no existe tal palabra catalana4.
En cuanto al origen de menino (mañín) ‘meñique’, claro está que es la misma palabra que el port. menino, -na, ‘niño, muchachito, -a’, palabra arraigada, antigua y general en este idioma, que en el S. XVI, en tiempo de la unión con Portugal, pasó a Castilla con el sentido especial de ‘doncel o doncella noble que entraba en Palacio a servir a la reina o a los príncipes niños’ (documentado en Lope y otros autores de la primera mitad del S. XVII; Covarr. atestigua que es voz portuguesa5); la aplicación al dedo meñique se comprende por sí sola dado el origen expresivo y acariciativo del término, y se comprendería también por una de las personificaciones de que los dedos son objeto en las canciones infantiles; del otro lado de los Pirineos el vocablo reaparece en el bearn. menin ‘pequeño’ (Patay), Azun men ‘niño’, Ariège menino ‘abuela’, Apulia mཙnínnཙ, -énnཙ ‘muchacha’ (Rohlfs, l. c.). Las disquisiciones que se han dedicado a este importante vocablo portugués y a su familia (vid. Nascentes) son bastante ociosas y mal orientadas: no hay que pensar en un préstamo o un equivalente del cast. mi niño, como se ha venido repitiendo, pues se trata de una palabra más de las pertenecientes a la familia del fr. ant. mignot ‘lindo’, fr. mignon6 íd., oc. mod. mignou(n) (Mistral, Palay) íd., cat. minyó ‘muchacho’ [S. XIII]7, it. mìgnolo ‘meñique’; estas palabras romances no son hijas sino hermanas de la familia céltica con la cual las relacionaron Diez (Wb., 214-5), Thurneysen (Keltorom., 69) y Brüch: nótese que a este tipo céltico no se le conoce etimología indoeuropea y que en él alternan las variantes fonéticas MIN-, MEIN-, MAN-. Se trata, pues, de uno de tantos términos acariciativos que han inventado las madres para sus pequeñuelos, tal como lo son los tipos sinónimos NINN- (NENN-), PICC-, etc. En estas condiciones se explica que el vocablo lo mismo sirva para designar lo pequeño que lo lindo y gentil (fr. mignot, -on, galés mwyn, bret. moen), y que se aplique también al gato8 como término cariñoso.
El tratamiento fonético ha dado también quebraderos de cabeza: M-L., en vista de la conservación de las intervocálicas, llega a admitir absurdamente que el port. menino es préstamo del castellano; en castellano el radical era meñ- (meñique, mañín), lo cual nos indica que el tipo etimológico fué MէNN-, con la germinación característica de esta clase de vocablos. En cuanto a la terminación, ya hemos visto que en Galicia existe variante en -iño, es decir, con la forma que esperaríamos como representante de -զNUS, y en efecto meninho es de uso constante en los Padres de Mérida, h. 1400 (RL XXVII, 50) y en los mss. de las Ctgs., donde el vocablo, en sus dos géneros, es frecuentísimo; la grafía meninno, -inna (= -iño, -inho) (o mininno) es de las más repetidas y las demás (menĩo, -a, y aun menino, -a) pueden representar lo mismo (V. el glos. de Mettmann); R. Lapa en el glos. de sus CEsc. da también varios ejemplos de meninho, de los cuales, por lo menos el de Alfonso Sánchez en 63.25, está enteramente asegurado por la rima con minha ‘mía’ y Doña Gontinha. Puede creerse, pues, que meninho pasó a menino por dilación consonántica, tal como el ant. pequeninho (así en los Padres de Mérida, p. 58) fué sustituído hoy en día por pequenino. Sin embargo, tratándose de una voz expresiva, conviene no precipitarse a asegurar que ésta es la explicación, o mejor dicho la única explicación, pues el it. picinno nos muestra que en este tipo de palabras el sufijo podía tomar la forma excepcional -զNNUS (y aun -էNNUS: cast. pequeño), y en efecto el bearn. menin confirma este punto de vista, pues ahí -զNUS daría -î; lo mismo ocurre con el aran. poninn ‘pequeño’ (comp. -INUS > -i?), que será cruce de menin con pequeño, petit o variantes.
DERIV.
De menino lo es el gall. miniñeiro, -neiriño ‘enfermedad que llena de bultitos la cara y el cuerpo de los niños de teta’ (Sarm. CaG. 218v). Muy posiblemente es palabra afín a meñique el port. minhoca y gall. miñoca ‘lombriz de tierra’ (Sarm. CaG. 91r9, junto a lombrigas), pues aunque C. Michaëlis (RL III, 136, XIII, 202) lo cree deriv. de la raíz de mina y minar, el hecho es que en gallego y portugués sólo existen en esta raíz formas con n y no nh, como le objetó, con razón, el REW 5465.
1 Ya documentado en el S. XIV en la traducción de Andrés el Capellán (p. CXII), venec. deo menuèlo y demás formas estudiadas por Zauner, RF XIV, 453, que éste erradamente deriva de MINUTUS, pero la forma catalana obliga a partir de un adjetivo *MէNUUS, derivado de MINUERE, del cual vienen el cat. ant. minve, cat. mod. mínvol ‘escaso’, it. menno y su familia (REW1 5595); langued. men༱ྊ (Pyr. Or., ZRPh. XLV, 248), que ya se acerca más a meñique, sin embargo quizá también pertenece a este grupo.― ↩
2 Por razones semánticas creo todavía que tuve razón (BDC XIII, 67) contra Spitzer (AORBB I, 248) al sacar de MINIMA ‘monja mínima’ el oc. menet ‘beato, santurrón’. MINIMUS ha dejado descendientes romances indudables como nombre del meñique: doit manmel en varios textos franceses de los SS. XII a XIV (Rom. LVIII, 440). Pero en cuanto al port. me(i)minho es más probable que vaya con menino.― ↩
3 Costa meemjna ‘costilla pequeña’ ya en un foro gallego de 1310, citado por J. L. Pensado, Acta Salmant. n.º 51, 58-59. No tienen fuerza los argumentos en que apoyó Pensado la etimología MINIMUS: es evidente que se trata de una leve variante (disimilación y asimilación a un tiempo) de menino y que éste es voz de creación expresiva.― ↩
4 Parece que Spitzer identificó tácitamente el cat. ant. menic ‘mendigo’ (MENDզCUS), que se encuentra p. ej. en el Spill de Jaume Roig (v. 5137), palabra muy conocida, con el artículo menit «tout petit, petit garçon» de Mistral (palabra gascona y languedociana), en el cual se cita una variante gascona menic. Claro está que las formas occitanas no tienen que ver con el representante catalán de MENDICUS, y que aquéllas pertenecen a la familia expresiva del port. menino. Por lo demás, el gasc. menic en realidad significa «lambin, paresseux, lendore» (Palay) y por lo tanto viene también de MENDICUS: según tan a menudo le ocurre, Mistral mezcló en un mismo artículo palabras de origen y de sentido diverso. Brüch, Neuphil. Mitteil. XXII, 113, acude a rectificar a Spitzer, y afirma que hay que partir de un gasc. det menic ‘meñique’, pero ¡éste tampoco existe! (nada en Mistral, Palay, Rohlfs, Zauner, etc.).― ↩
5 Esporádicamente y con sentidos especiales aparece fuera de Portugal: meninas son unas aves, que a veces se mantienen en el agua y otras en lo seco, citadas junto con garzas, abderramias, cuervos, martinetes y buetres en el Libro del Caballero de D. Juan Manuel (Rivad. LI, 251a5). En el Valle de Arán menines es el nombre del Narcissus Nocticus (Costa, Flora de Cat., 2039).― ↩
6 De ahí el cast. miñona ‘cierto carácter de letra’.― ↩
7 De ahí ‘individuo de una milicia local’, ac. que Ag. localiza en el S. XIX en Valencia y en Valls; cast. miñón íd., sin localizar [el Sr. J. Giner i March me proporciona una documentación aislada de miñón en Fr. Miguel de Medina, Tratado de la cristiana y verdadera humilidad, Toledo, 1570, fol. 24, que no puedo comprobar: «Dios aquellos que más tiernamente ama y regala, que son los humildes, los llama sus niños o miñones»; Acad. 1817, no 1783], se referirá el dicc. de la Acad. a Cataluña; desde la ed. de 1899 o 1914 se localiza en Álava y posteriormente en Vizcaya. Creo que al País Vasco pasaría desde Cataluña con las guerras carlistas. Lo mismo ocurriría con miguelete (< cat. miquelet, milicia que en Cataluña desempeñó importante papel en estas guerras).― ↩
8 Que se pasara del gato al hombre, como asegura Sainéan (seguido por M-L. y Spitzer), me parece tan poco justificado como admitir la traslación opuesta. De ahí el cast. minino, -na, mino (Acad. 1884, no 1817).― ↩
9 «Desviados da terra por non querer ser miñocas faguémonos monas», Castelao, 20.24. En portugués lo empleaba ya Ferreira de Vasconcellos en la 1.ª mitad del S. XVI (CortesƟo; Moraes, etc.). En el gallego del Morrazo (entre Vigo y Pontevedra) biñoca (Apéndice a Eladio Rdz.). ↩