MARLOTA, del ár. mallûƫa ‘saya’, ‘hábito de monje’, y éste del gr. μαλλωτƲ ‘manto velloso’, derivado de μαλλóς ‘vellón de lana’.

1.ª doc.: ¿S. XIII, L. del Ajedrez?; 1486; 1548, HispR. XXVI, 285; h. 1550, Fz. de Oviedo, Romancero, y Calvete de Estrella. Merlota 1505.

En el antiguo romance del obispo Don Gonzalo (M. P., RFE II, 133) se lee «Señor, al subir de un monte, / y a la bajada de un llano, / vi tanta manota azul, / tanto albornoz colorado, / tanta de la adarga blanca, / tanto brazo enaleñado». Por la misma época o quizá un poco más tarde emplea el vocablo Calvete de Estrella (1552); de algo antes (1546-8) es el ej. de Fz. de Oviedo citado por Fcha. Se refiere casi siempre a moros y moriscos: «salió la Reina con una manota de brocado de tres altos, con tantas y tan raras labores que no tenía precio», Pérez de Hita (Guerras Civiles de Granada, ed. Blanchard I, 56); «Benzaide lievar leonado / con unas de plata fina. / ¡Ay ha! / Alcaide de los Donceles / una marlota marilia», Lope (S. Diego de Alcalá, Rivad. LII, 519b), etc. El vocablo sigue vivo en Valencia hasta el S. XVIII: «molòta: marlota» (Sanelo, fº 9; además «marlota: avellana grande» f° 99 y 104, que no sé si es el mismo vocablo)1 Como en los arabismos hay innumerables casos de l > r y r > l (V. mi estudio del BDC XXIV, 1936, 74-76, 288), es también posible que saliera asimismo del ár. mallûƫa, o de alguna leve variante (quizás acarreada por los refugiados mozárabes de León), el gall. centr. marote (Chantada) y marota ‘casacón o sobretodo que llevan los estudiantes’, ‘tabardo, casacón de los aldeanos’ (Sarm. CaG. 130v, 213r). Quizá sea también lo mismo el juego de dados llamado marlota en el Libro del Ajedrez, de Alfonso el Sabio (RFE XXIII, 187).

Mullûƫa, «saya de mujer; vestidura de mujer; cogulla de hábito de fraile; monjil, vestidura de monje» en PAlc., aparece en escrituras arábigas de Granada y Almería, y en el árabe africano y asiático, ya por el S. XIII (Simonet, s. v. mollóta; Dozy, Dict. des Noms des Vêtements, 87, 412; Gloss., 303-4); otros emplean la forma mallûƫa (Suppl. II, 613a); no cabe duda de que viene del gr. tardío μαλλωτƲ ‘manto velloso’ (documentado en glosas, CGL VII, 576), femenino del adj. griego μαλλωτóς ‘provisto de pelo largo’, que deriva de μαλλóς ‘vellón de lana’; por lo demás este vocablo griego pasó también al latín tardío, donde el hispano San Eulogio escribió mellota ‘vestido de piel de oveja’, de suerte que el vocablo árabe pudo tomarse no sólo del griego de Oriente, sino también del latín de España; de todos modos no cabe duda de que en castellano es arabismo. A la formación de la -r- pudo contribuir, además de la diferenciación de las dos ll, el influjo del verbo marlotar (MALROTAR).

V. ahora además el importante artículo de Robert Ricard, en BHisp. LIII (1951), 131-156, cuya primera documentación es de un inventario de 1486, y luego cita muchas docenas de ejs., casi todos del S. XVI, y todos referentes a moros o moriscos. Era vestido de gente de ciudad, de paño bueno y de colores vivos. De esta documentación deduce que debió de pasar al castellano a raíz de la guerra de Granada, no antes (frente a lo cual sería importante poder decidir si en el Libro del Ajedrez designa básicamente lo mismo). Del castellano pasaría al port. marlota, documentado desde 1531, con la misma aplicación, y en francés figura sólo en el Gargantua (de donde lo imitaron otros). En árabe se documenta por el mismo tiempo y con sentido semejante; en Marruecos mellûƫa en 1517, vestido de escarlata y terciopelo (la mención de Radziwill, a. 1583, con referencia a los mamelucos de Egipto, ha de estar influída por el castellano, en vista de la r de su forma marlotta), y pasado este siglo tiende allí también a caer en desuso, si bien más adelante lo mencionan algunos como vestido de beduínos (p. 150) y hoy los camelleros filalíes conservan mellôƫa como nombre de una chilaba abierta de arriba abajo y abotonada por 3 ó 4 botones u objeto equivalente (p. 154). En el vocablo arábigo parecen haberse confundido dos voces griegas diferentes: la citada μαλλωτƲ y además μƓλωτƲ, mencionada desde San Pablo como vestido de piel de cabra o de carnero que llevaban los Padres del Desierto (deriv. de μŲλον ‘carnero’ y ‘cabra’). De éste por vía culta salió la palabra rara melota, que aparece alguna vez en el castellano medieval (Glosarios de Castro, Canc. de Baena 362, como nombre de un vestido de monje).

1 La Marlota existe en la toponimia valenciana: es una partida del término de Onda; pero éste acaso sea un derivado mozárabe de AMYGDALA. N1>