MAQUILA, ‘porción de grano, harina o aceite que corresponde al molinero, por la molienda’, del ár. vg. makîla ‘medida’, de la raíz k-y-l ‘medir’.
1.ª doc.: 1020, Concilio de León.
El cat. màquila ‘medida de aceite de una libra de cabida’, vivo en Tortosa por lo menos, presenta un problema fonético con su traslado acentual sorprendente. Ag. (o su editor), Mestre Noè (BDC III, 102), A. Matons (BDC X, 116), Fabra, Griera (Tresor) y Moreira (Folkl. Tortosí, 20), coinciden en esta acentuación, y todos hacen referencia a Tortosa, donde el vocablo es muy antiguo, pues ya aparece varias veces, precisamente con este significado, en las Costumbres de Tortosa, del S. XIII2. ¿Hemos de suponer que en todas estas obras el tipógrafo, o un filólogo poco conocedor del dialecto, se dejó llevar por la semejanza engañosa con màquina? Es difícil (pero vid. PABILO). Y de todos modos el hecho es que lo que yo he oído, aunque en tierra valenciana, es makíla: Me dicen en 1962 en Montaverner que la actual fábrica de papel l’Assut del Moliner había sido «molí de makíla». Además cuesta creer que la analogía con máquina haya obrado en la pronunciación popular. Tanto más cuanto que el cast. JÁQUIMA presenta un retroceso paralelo. Pero aquí es más difícil de concebir este traslado como posible en árabe vulgar, pues había de estar bien viva la conciencia de la existencia de una semiconsonante de prolongación entre la k y la l.
DERIV.
Maquilar [Aut.]; maquilandero ant. (íd.); maquila(d)ura ‘precio de la molienda del trigo’ en Cespedosa (RFE XV, 272). Maquilero. Maquilón.
1 En Chile, p. ej., sacar maquila es ‘obtener un beneficio’: «el cuento... pues ahora mismo me lo va a contar, y si no, retiro mi invitación al matecito, ―digo bromeando a la buena Candelaria. ― ¡Vaya con su mercé! Ya me sacó maquila... Hay que dar en el gusto a los enfermos», G. Maturana, Cuentos Tradic., AUCh. XCII, ii, 47.― ↩
2 «Cànter d’oli de Tortosa ha 43 liurades meyns quarta. En lo cànter ha 8 cadafs; y en lo cadaf ha 8 maquiles; y en la maquila ha 8 onces», ed. Oliver, p. 399 (también, p. 59). ↩