MAIMÓN, ‘especie de mono’ ant., ‘bollo hechizado’, probablemente del ár. maȳmûn ‘feliz’, vulgarmente ‘mono’; créese que porque procedían estos animales del Yemen o Arabia Feliz.

1.ª doc.: h. 1326, Juan Manuel, Rivad. LI, 250.

«Et otras bestias pequeñas ha y que cazan... así como ximios e adives e raposos e maimones» escribe este autor. Aunque en muchas partes se ha hablado de gatos maimones, no se trata ahí de una especie de gato (como creyeron Janer y Eguílaz), sino de una variedad de mono. Según los informes reunidos por Blondheim se trata del cinocéfalo, que los franceses y algunos españoles llaman babouin (babuino). En árabe clásico maȳmûn sólo quería decir ‘feliz, afortunado’, y el vocablo en el sentido de ‘mono’ falta aun en muchas fuentes del árabe vulgar1, mientras que figura en diccionarios turcos [1680] y persas (Devic). Pero otras fuentes vulgares del árabe lo contienen, como Bernardino González (1709), que suele registrar el uso de Siria y Palestina, Berggren, que corresponde a este último país, y Belot, que suele recoger palabras del Líbano2; testimonios directos citados por Thomas confirman el uso en el árabe de Marruecos y de Palestina, y en el persa del Golfo Pérsico, donde pasa por ser voz arábiga. El caso es que la estructura del vocablo es arábiga, y que pertenece a la misma raíz que el nombre del Yemen, la región meridional de la Península, donde son autóctonos los monos: así lo confirman los naturalistas modernos y el viejo folklore arábigo, y lo corrobora PAlc., quien al informarnos de que el cinocéfalo o gato paús se llamaba ‘mono del Yemen’ en el árabe de España, nos proporciona una prueba antigua de que es real la relación entre maȳmûn y el Yemen, llamado por los antiguos «Arabia Feliz»; V. el trabajo de Blondheim, Rom. XLI, 260-5. Luego todo indica que el turco y el persa tomaron el vocablo del árabe, y el testimonio de Juan Manuel autoriza indirectamente a pensar que en esta lengua ya corría a principios del S. XIV por lo menos.

En cast. ha sido escasamente conocido en esta ac.: falta en Aut., Covarr., Oudin, etc., aunque lo registra la Acad. desde el S. XIX; pero hay bastantes testimonios en francés y en italiano, que en parte procederán indirectamente de España, vid. A. Thomas, Rom. XXXVIII, 556-63 (y comp. el trabajo de L. Wiener, RF XXXV, 954-85, cuyas conclusiones etimológicas son, como siempre, problemáticas). En catalán ya hallamos «simi o bogia o maymon» en la Reva de Perpiñán de 1284 (RLR IV, 376).

En fecha bastante posterior encontramos en castellano aplicaciones secundarias algo sorprendentes: ya Aut. registra el bollo maimón, que el DHist. define «roscón de masa de bizcocho o mazapán relleno de conservas, al que solían añadirse hechizos», Covarr. dice es «pan mezclado con hechizos de bien querencia: dar a uno bollo maimón, averle ganado a todo punto la voluntad», y hay ya ej. en Lucas Fernández (h. 1500). Estas creencias siguen vivas en varios puntos de España, particularmente en el Sur, y sabido es qué ingredientes asquerosos suelen emplearse al efecto; de algo de esto nos habla ya el médico valenciano Jaume Roig h. 1460 en su Libro de las Mujeres: «no dura poch / ser menstruoses /... / del drap que·s muden / fetilles [‘hechizos’] fan; / del que·n roman / may bon paper / d’ell se·n pot fer [no sirve para la fabricación]; / si·n fas penó, / mes al maymó / de les galeres, / bon vent no speres».

En este pasaje el lexicógrafo castellano encuentra algo conocido: en el Cancionero del S. XV la voz maymones designa una parte de la nave (Cej., Voc.), que Covarr. llama maimoneta, definiéndola ‘estaca donde atan las velas’, y el Vocab. Marítimo de Sevilla (1696), citado por Aut., nos informa de que maimonetes son «unos curvatones o palos de pie derecho, que están en la cubierta superior, cerca del palo mayor y trinquete, y tienen sus roldanas para laborear por ellas las brazas del trinquete y velacho, y otros diversos cabos de labor»; está también, en 1587, en G. de Palacio, s. v. Con el pasaje de J. Roig a la vista adivinamos el origen de la denominación: marineros supersticiosos atarían al maimonete trapos menstruosos de la mujer amada, en forma de pendón, con la esperanza de que les trajera buen viento (creencia de la cual se ríe nuestro médico), mientras las brujas aficionadas esperaban atraerse la querencia de un hombre esquivo dándole a comer la horrible mixtura. Pero ¿qué tiene que ver todo ello con el simio? El hecho es, según el Qamûs, que se llama maȳmûn el ‘pene’: sospecho que lo mismo ocurriera con las partes femeninas, en ambos casos quizá por comparación con el aspecto hirsuto del cinocéfalo. Ma(i)monet es forma frecuente en francés antiguo como nombre de este animal. Olvidado ya de su repugnante origen, maimón significa hoy ‘bizcocho fino de forma de manguito’ en Zamora (Fz. Duro), y maimones ‘especie de sopa con aceite’ en Andalucía (Acad.)3. En cuanto al cat. maimó ‘calmoso’ (Cataluña, Mallorca), en el Priorato maimeró (Butll. del Club Pirinenc de Terrassa II, 170), recuerda el ár. maȳmûn ‘feliz’, pero quizá también venga, sencillamente, del nombre del mono. Comp. REW 5242 y la bibliografía allí citada.

DERIV.

Maimoneta, maimonete, V. arriba.

1 Dozy, Suppl.: R. Martí; PAlc; Beaussier; Fagnan; Frisoni; Bocthor; Probst; Lerchundi.―

2 Como extranjerismo, pero sin precisar de qué lengua se tomó, en la lista que da al fin de su libro.―

3 Usual, p. ej., en Almería y Córdoba. Lo verdaderamente característico de esta sopa, que se prepara con un sofrito, son unas como bolitas de masa de harina y agua: de ahí ha venido la comparación con los antiguos bollos maimones. Tal como son en la actualidad los maimones se parecen más bien al alcuzcuz. Juan Valera (La Cordobesa en Cuentos, Diálogos y Fantasías, ed. 1887, p. 244) sospecha que «la torta maimón y los maimones, que son unas a modo de sopas» tomaran nombre de alguna persona, sea de Maimónides, por ser éste cordobés, sea de un califa Maimún, marido de Burán, la que dió nombre a la ALBORONÍA. Claro que esto no está fundado históricamente, y es suposición innecesaria.