MAGO, tomado del lat. magus ‘mago, hechicero’, y éste del gr. μάƔος íd.

1.ª doc.: Berceo.

Aplicado a los Reyes Magos en Berceo; aplicación general en APal. 182b, 259b, 529b. Bastante común en el lenguaje escrito, pero siempre culto.

DERIV.

Magia [1615, Quijote II, xiv, 51], tomado del lat. magīa y éste del gr. μαƔεία íd.; antes se dijo mágica o arte mágica (Oudin, etc.). Mágico [Corbacho (C. C. Smith, BHisp. LXI); APal. 17d, 207b], de magĭcus, griego μαƔικóς. De MAGէCUS por vía popular (*maïgo > meigo) viene el leon. meigo ‘brujo’, de donde en port. meigo ‘blando, afable, cariñoso’1, cast. dial. mego íd. [Covarr.], pasando por ‘encantador’ (C. Michaëlis, Misc. Caix, 138; ZRPh. VII, 113; G. Paris, Rom. XII, 412; M-L., ZRPh. XI, 270); de ahí el derivado meguez.

1 Antiguamente meiga ‘impostura, artimaña insinuante’: «meteu una taleiga / pouc’aver e muita meiga» en una cantiga de escarnio de Alfonso el Sabio (R. Lapa, CEsc. 24.20). Pero el gallego conserva hasta hoy el sentido originario: meigo ‘brujo, encantador, embelesador’, meiga ‘bruja, mujer que pretende haber pactado con el demonio’ (Vall.), ‘bruja’ y «mujer encantada, hermosa» (Lugrís), meigallo ‘hechizo’, meiguice (Lugrís) o meigitería ‘brujería’ (largo artículo éste, de sumo interés folklórico, en Vall.); gall. meiga do mar (pez también llamado bruxa y feiticeira) ‘especie de lenguado capaz de andar en seco’ (Sarm. CaG. 81r, cf. pp. 194-5).