MACARSE, ‘empezar a pudrirse las frutas por los golpes que han recibido’, palabra principalmente dialectal, del mismo origen desconocido que el cat. y oc. macar, it. ammaccare, ‘magullar, hacer contusiones’, probablemente del hebreo machah ‘herida, golpe’.

1.ª doc.: Covarr.

Nos informa éste «dízese de la fruta que cayendo en tierra ha recibido golpe, y por aquella parte se va pudriendo; como membrillo macado»; Aut. no cita otro testimonio que el de Covarr. y explica macarse como «empezar a pudrirse las frutas por haber recibido algun golpe que las ha ablandado y magullado»; agrega maca «daño o señal que queda en la fruta del golpe o magulladura que se da cayéndose del árbol... lo que suele suceder también a los melones que de estar echados de un lado mucho tiempo contraen por él las macas», «cualquiera mancha en alguna cosa», «maula, engaño, fraude, y assí se dice que un negocio tiene maca quando se ha descubierto en él algún enredo u falsedad». No conozco más testimonios antiguos. Hoy es palabra principalmente dialectal: murc. macarse ‘madurarse con exceso una fruta’ (G. Soriano), ast. maca ‘la señal que tienen las frutas de las piedras de nube o de haberse caído al suelo’, ‘las cicatrices que dejan las llagas o las heridas’ (Rato), León fruta mancada (Puyol, RH XV, 6) que seguramente sale de macada. Asegura la Acad. que antiguamente macar significó ‘magullar’, transitivo, de lo cual no conozco indicio alguno y debe dejarse en cuarentena.

Lo esporádico de la documentación del vocablo en castellano y su total ausencia en gallegoportugués hacen dudar de que sea realmente voz castiza; aunque no puede asegurarse, cabe sospechar que se propagara desde el gascón a lo largo del Cantábrico y desde el catalán hacia Murcia y otras partes. En catalán sí es voz de uso general, con el significado amplio de ‘magullar’, y también aplicado especialmente a la fruta; conozco ejs. desde el S. XIII («no gaus comprar erba seguada per vendre... ni gaus descompondre ni mu(l)lar ni macar la dita erba», Perpiñán, 1284-88, RLR IV, 512); no menos antiguo y castizo es en lengua de Oc (ejs. medievales en Levy, etc.), y lo mismo podemos decir del it. ammaccare ‘hacer contusiones’, ‘machacar’, documentado ya en el S. XIII en el siciliano Guido delle Colonne (Crusca), en Boccaccio, etc.; el primitivo maccare es ajeno al italiano común, pero se extiende por los dialectos, de Piamonte, Lombardía, Véneto y Emilia; Trentino macar ‘abollar’, dolomítico ma? ‘manchar’, de donde meggen o (der)macken ‘dejar pequeñas huellas’ o ‘aplastar’ en varios dialectos tiroleses y austríacos, que han de ser romanismos bastante antiguos (Kuen, ASNSL CXLVI, 115)1; aunque el vocablo está menos arraigado en el Sur de Italia, no puede asegurarse que sea ajeno a esta zona, en vista del napol. maccarìa ‘matanza’ (Filopatridi), abr. makk ‘gachas espesas’, calabr. y sic. maccu «vivanda grossa di fave sgusciate, cotte nell’acqua, ammaccate e ridotte in pasta», que bien parecen ser derivados de este verbo, comp. Como mach ‘cebada triturada’2. Tampoco ha sido ajeno al Norte de Francia, donde macher se extiende hoy por varios dialectos del Centro y Oeste de ese país, maquer es ‘agramar cáñamo o lino’ en Picardía, el derivado maque «machine à broyer le chanvre» es normando y maquelotte se halla en valón y otras hablas norteñas; hoy el derivado mâchure ‘contusión’ (con â moderno por influjo de mâcher ‘masticar’) y los compuestos mâchefer y mâchicoulis pertenecen todavía al francés común; es verdad que el artículo mascher de God. (escrito así en Montaigne y otros autores tardíos) produce el efecto de una voz dialectal y esporádica, pero hay además el derivado maque ‘porra’, ‘maza’, ‘garrote’, sumamente frecuente (God. V, 158-9), y documentado desde fines del S. XII o principios del XIII (Loherains, Aiol) hasta comienzos del XVI; la mayor parte o todos los testimonios son normando-picardos3. El bretón macha ‘apretar, oprimir’, ‘magullar, lisiar’ («fouler») parece ser romanismo, pues falta a las demás lenguas célticas, pero su c’h, correspondiente a una -CC- antigua, parece indicar un préstamo muy antiguo (Thurneysen, Keltorom., 66-67), y por lo tanto revela que el vocablo debió tener vigencia bastante general en la Francia merovingia.

El origen del vocablo es muy oscuro. Ya Covarr. llamaba la atención hacia la posibilidad de que venga del hebreo machah ‘herida, golpe’, y lo mismo apuntaba Diez (Wb., 198-9); de hecho hoy se emplea makká ‘golpe, herida, vicio, defecto, enfermedad’ en el judeoespañol de Marruecos (BRAE XV, 219) y no cabe dudar de que tiene este origen; mas para que pudiéramos admitir la procedencia hebrea debería señalarse algún canal semántico muy especial por el que se hubiera generalizado este vocablo en romance, lo cual no se me alcanza y me parece muy difícil. Baist, ZRPh. XXXIX, 88-91, supone un lat. *MACCA ‘porra’ que por ser voz de aldeanos habría escapado al uso literario, supuesto inverosímil y sin apoyo en otras antiguas lenguas indoeuropeas; por otra parte la limitación del tipo maque a las hablas del extremo Norte de Francia nos confirma en nuestra incredulidad4. Vising (ARom. II, 24), Brüch (ZRPh. XXXIX, 202) y Gamillscheg (EWFS; pero no en R. G.), admiten un origen germánico, y aun M-L. lo admite como posibilidad (REW3 5196), pero además de que el mayor arraigo en el Sur que en el Norte de Francia es poco favorable a este supuesto, tropezamos con la dificultad de indicar una base germánica bien conocida5. Otras etimologías propuestas (vid. REW) son francamente imposibles. Quizá deba tenerse más en cuenta el grupo formado por el osco (> lat.) MACCUS ‘necio, bufón de comedia’, etrusco mace, gr. MακκǠ ‘nombre de una mujer boba’, μακκοĘν (Aristóteles) ‘ser boto de ingenio’ (Walde-H.), de donde el logud. maccu ‘necio’, menorq. mac ‘duro de mollera’ (AORBB III, 13)6, cat. mac ‘piedra, guijarro’ (Mallorca, Principado), y tal vez el cast. germanesco maco ‘bellaco’ (J. Hidalgo, Cervantes, y en varios romances de germanía, vid. Hill)7; quizá se trate de una raíz expresiva MAKK-, común al griego popular, al osco, al etrusco y al romance primitivo, con la idea de ‘aplastamiento’: entonces lo primitivo podría ser el sustantivo maca ‘cosa aplastada o abollada’ y de ahí saldría el verbo macar8.

Casi se impone relacionar con el letón macu (infinitivo makt) ‘apretar, oprimir, tormentar, molestar’ y checo maƇkati ‘apretar, comprimir, prensar’. Pokorny, IEW, 698, supone a éste formación diminutiva (= MAKIK-), derivada de un *makati primitivo, y, postulando una raíz indoeur. *MAK-, enlaza con el lat. macerare y con maceria ‘pared, tapia que encierra un huerto, etc.’; como esto último es problemático, así en lo semántico como en lo morfológico (Ernout-M. piensan en una variante de la raíz MAG- del eslavo mazati, etc., a la cual puede corresponder, por vía analógica, aun el gr. μάσσω ~ μαƔƲναι, cf. πλƲσσω ~ πλαƔŲναι, ǦƲσσω ~ ǦαƔŲν α y análogos, de suerte que no es seguro que μάσσω apoye la antigüedad de un MAK-), queda muy poca base para suponer que el romance *MACCARE sea voz itálica o latina «casualmente indocumentada»; convendría asegurar primero que el vocablo proceda del báltico y el eslavo comunes, lo cual quedará incierto por ahora, mientras no se halle en las demás lenguas de las dos familias. De no haber tal incógnita, dadas las grandes afinidades que con el baltoeslavo se registran en el léxico sorotáptico, sería natural la conclusión de que el romance lo tomó de este idioma, con lo cual coincidiría el especial arraigo en catalán, leonés y occitano.

Por lo demás no olvidemos el gr. μάχομαι ‘peleo, lucho’, μάχαιρα ‘sable, cimitarra’ (en especial la empleada por los persas, Ciropedia, l. IV y passim) que contra lo que prefiere Pokorny, IEW, 697, no es seguro que suponga ieur. MAGH- más que MAKH-, como han admitido los que de aquí derivan un védico sú-makha- aplicado a los Maruts, jinetes semi-dioses que desencadenan las tormentas; cierto que el sentido de ‘buen guerrero’, que se ha atribuido a este epíteto del Rig Veda (I, 85, 4a), es incierto, pero no es menos incierto el enlace que Pokorny acepta con el nombre de las Amazonas, con el epíteto ģμαζανǠƌƓς, que se empleó para nombrar el melocotón (= μƓλέα περσικƲ) y aun con un pérsico ģμαζακάραν ‘guerrear’, sólo documentado por Hesiquio; por más verosímil que sea que estas tres voces sean iranias (donde la z suele venir de GH, no de KH), el enlace etimológico con μάχομαι es inseguro, entre otras razones porque se podría tratar de derivados de una palabra como el gr. şμαξα ‘carro’, sea porque en escítico este vocablo hubiese designado el carro de combate, sea porque los escitas (que es lo que parece eran las Amazonas) eran conocidos como habitantes en carros (ģμαξó-βιοι Tolomeo, ģμαξεύοντες Filóstrato); şμαξα es compuesto de şμα- ‘juntado’, voz común al iranio y al griego, y el indoeur. AKS-eje’: éste se cree perdido sin huellas en las lenguas iranias, mas pudo muy bien haber existido en el escítico, lengua sin documentación antigua, y que entre todas las iranias era la más próxima al griego y al eslavo, que lo mismo que el sánscrito conservaron el nombre del eje (ıξων, osĭ, ákɊaɅ); KS da xš o š en el Avesta, pero los griegos, que no tenían tales fonemas, pudieron transcribirlos aproximadamente con su ζ (además de que no se conoce bien la forma que tomó este grupo en la lengua de los escitas). Es posible que el véd. su-makhá en lugar de ‘buen guerrero’ signifique un concepto algo distinto, y vaya con el prototipo del sánscrito makhá- ‘alegre, divertido, retozón’ y el gr. μάχλος ‘lozana, lasciva, impúdica’ (Pokorny, IEW, 699), pero como en la mitología índica makhá- es también el nombre de un monstruo (matado por un dios, que por ello lleva el epíteto de makha-hán), y el gr. μάχλος se aplica también al dios de la guerra, con el sentido de ‘furibundo’, bien puede ser esto último lo antiguo, lo cual confirmaría que el verbo μάχομαι procede de MAKH- y no de MAGH-.

En definitiva, estos enlaces indoeuropeos no quedan menos problemáticos que los ya intentados con lo itálico y lo germánico, y últimamente me inclino a volver a la etimología hebrea de Diez y Covarr., teniendo en cuenta el empleo del vocablo entre los catecúmenos y mártires de la cristiandad heroica, en el mundo catacumbario de Roma, que tenemos documentado en las viejas hagiografías, cuyo asunto nos conservan J. de Voragine y sus traducciones romances (V. las Vides de S. Rosselloneses I, 154, s. v. macar, donde tenemos la primera documentación de macar y macament en lengua romance).

DERIV.

Maca ‘señal en la fruta’, ‘daño ligero’, ‘engaño, fraude’ [Aut.].

1 Para otros probables derivados italianos, vid. Maver, Rom. V, 219-20.―

2 Maccumκοκκολάχανον’ (compuesto de λάχανον ‘verdura, hortaliza’ y κóκκος ‘grano’) se halla en los Hermeneumata Montepessulana trasmitidos en ms. del S. IX; algunos editores han supuesto que la palabra maccus ‘gachas de habas’ se halla en el texto de Lucilio (REW1 5198), pero esto es muy dudoso (Graur, Rom. LIV, 505).―

3 Entre 20 ejs. cuento 14 de esta procedencia, sólo 1 parisiense (Martial d’Auvergne) y 5 que no sé localizar. Es pormenor de importancia, pues así se explica la conservación de la CCA, que de otro modo sería indicio de procedencia germánica tardía o de un extranjerismo.―

4 Cita Baist un vasco maka ‘abolladura’ y makila ‘bastón’, pero este último es en realidad el lat. BACULUM o BACILLUM, y maka, que es sólo bajo-navarro, es postverbal romance de macar (> vasco makatu).―

5 Brüch se limita a postular un germ. *MAKÔN hermano del gr. μάζειν ‘amasar’, del cual habría salido el germ. MAKJO que se pone a la base del fr. maçon ‘albañil’; lo cual, además de harto hipotético, es inaceptable en lo semántico y presenta dificultades fonéticas (-cc- italiana). Vising parte del postulado inaceptable de que los grupos germánicos iniciales SM-, SN-, SL-, pueden perder su S- en romance por vía fonética, lo cual solamente se comprobaría en unas pocas voces locales y modernas, y por lo demás se basa en etimologías arbitrarias; así supone que la base fuese smacken ‘golpear’, común al b. alem. medio, inglés, holandés y escandinavo; Gamillscheg modifica la idea admitiendo un fráncico *MAKKÔN, que estaría con esta voz germánica en relación de alternancia consonántica (fenómeno que se da a veces en indoeuropeo, pero sólo muy esporádicamente en germano). La extensión geográfica del vocablo romance es decididamente desfavorable a una voz fráncica.―

6 Comp. el corso maccu ‘blando’, ‘legaña’, que puede relacionarse, con estos adjetivos o bien con la ac. meridional de maccu ‘gachas’.―

7 Sin embargo, es más probable que éste sea reducción jergal de macareno ‘guapo, baladren, valentón’ [1626, Céspedes], que vendrá, según indica Aut., del nombre del barrio de la puerta Macarena en Sevilla; éste es antiguo como nombre propio, pues ya lo menciona el anónimo botánico de h. 1100, según Asín, p. XXXIV (< ¿MACARIANA, de MACARIUS?, aunque es extraña la desaparición de la ȳ; por desgracia Asín no cita la forma exacta del manuscrito). No creo haya relación ni con el mozár. makân o makakûn ‘garañón’, ni con el fr. maquereau (V. MACARELO), contra la opinión de Simonet.―

8 Las formas gallegas y occidentales en -g- que cita G. de Diego, Contrib., § 374, quizá nada tienen que ver en realidad (V. AMAGAR); si acaso serán variantes de la base onomatopéyica. El cast. ant. *magar ‘golpear’ citado por GdDD 4011 (y 4013) no existe: salta a la vista que es grafía defectuosa del ms. S de J. Ruiz (520b) por majar (así G). En cuanto a suponer, con dicho filólogo, que macar salga de un lat. vg. *MA(C)ARE, primitivo arcaico del lat. MACULARE, sería inadmisible aun si no fuese seguro que este verbo deriva de MACULA, que contendrá el sufijo -TLA > -CULA. La etimología indoeuropea de MACULA no está bien clara, quizá es pariente más o menos lejano del a. alem. ant. mâlan ‘pintar’, alem. med. y mod. mal ‘mancha’, gót. mêla ‘señales’, gr. μέλας ‘negro’, en los cuales la -L - ya puede ser elemento sufijal. Sea de ello lo que quiera, en principio el lat. -CUL- viene del sufijo -TLO-, lo cual excluye la hipótesis del GdDD.