LASCA, ‘lonja, rebanada’, ‘rodaja’, ‘astilla, fragmento’, santand., ast., canar., and., cub., es palabra antigua en portugués, seguramente emparentada con el cat. llesca ‘rebanada’, que a su vez se enlaza con un grupo de formas dialectales mozárabes, occitanas, francesas, italianas y alemanas, de forma correspondiente y sentido análogo, de origen incierto; al parecer es aplicación figurada de un antiguo nombre del carrizo, por las hojas planas y cortantes de esta planta, llamada LESCA, pero con vocalismo vacilante (e ~ i ~ u) desde la Baja Alemania hasta Italia y el País Vasco, voz de origen incierto, probablemente prerromano.
1.ª doc.: Acad. ya 1817, como ant., «lancha, chapa u hoja de piedra»; 1846, S. de Lugo, Voces Canarias, «astilla de madera, lonja, etc.» (BRAE VII, 337); Cej. VII, § 33.
Como nuestro vocablo falta en casi todos los glosarios dialectales asturianos y leoneses, y al parecer tiene poca extensión en América (ni siquiera Puerto Rico o Santo Domingo), parece dudoso que sea voz arraigada desde antiguo en dialectos españoles y más bien parecería tratarse de un portuguesismo llevado a unas partes por los navegantes portugueses (Canarias, Cuba) y en otras tomado del uso náutico portugués. En el idioma vecino es voz antigua y de uso general: «fragmento ou estilhaço de madeira, pedra ou metal», «peça de madeira, na borda dos barcos de pesca, pela qual passam as linhas das rêdes» (Fig.), ‘rodaja’ (uma lasca de assúcar, de presunto, Moraes), con ejs. desde med. S. XVI (Castanheda)1, gall. lasca «astillazo; trozo delgado; fragmento desprendido de un hueso o piedra» (Carré), port. y gall. lascar «partir em lascas», «tirar lascas de».
El cat. llesca no es palabra de uso menos general, especialmente en el sentido de ‘rebanada de pan’, en el cual ya lo hallamos en un ms. de primeros del S. XIV (Rom. LIV, 478) y en el Tirant, pero localmente se encuentra también llesca de cansalada ‘témpano de tocino’ (oído en el Pallars), ‘trozo de grasa de cerdo o de tocino’ (1489, Ag.): la e es abierta en catalán oriental y cerrada en el occidental, lo cual indica un étimo con ୱ o է; del catalán pasó al sardo liesca «scheggia» (Wagner, RFE IX, 258; Guarnerio, KJRPh. XI, 172). He aquí el testimonio más antiguo: «concedo ad recia Sánete Eulalie lesca I de ferre, et ad recia Sancti Cucuphatis alia lesca et ad Sancta Maria Rivipullentis cavags IIII», doc. de 1078 en el Cartulario de St. Cugat, II, p. 356.
Existe también en dialectos de Oc: oc. ant. lẹsca «tranche, morceau», bearn. lésque «tranche étroite et mince, tranche de lard, de jambon, de pain», Landas íd. «clairière étroite» (Palay), bearn. lesc, lesque, adj., «mince, fluet; élancé; élégant, distingué» (íd.), Aveyron lísco, lèsco o lèso «tranche mince de pain» (Vayssier)2. Reaparece en dialectos franceses, y aun en el francés familiar lèche «tranche fort mince de quelque chose qui se mange (de pain, de jambon)» (Littré); efectivamente lesche de pain es bastante frecuente desde el S. XIII hasta el XVI, con variante leske en varios textos picardos («li petis enfes en sa main / tint une leske de blanc pain», en unos milagros redactados en esta región en 1278, Rom. LXIV, 478); está también en Rabelais, y en algunos ejs. toma el sentido de «lames ou plaques de fer dans l’armure», «mailles» (S. XV), ‘lengua de tierra’ en d’Aubigné (Littré, s. v.; God. IV, 703a, y 761a). También hay leskཙ ‘rebanada de pan’ en los Abruzos, y Spitzer lo señala con igual sentido en una carta escrita por un romano (BhZRPh. LXVIII, 228), mientras que el it. lisca es ‘parte astillosa del lino o cáñamo’, ‘espina de pescado’, que en el Piamonte es lesca y en Genova resca. Finalmente la glosa «lisca: sniede» se halla en un glosario alemán del S. XIII, y el vocablo existió en mozárabe a juzgar por el verbo derivado láqqaš «dolare», ‘hacer astillas’ en R. Martí y el sustantivo lúqša ‘astilla, cepilladuras’ en el mismo y en PAlc., que en forma más parecida a la romance reaparece en el Norte de África: marroq. léšqa ‘raja o astilla’ (Lerchundi), argel, léška o líška ‘rebanada, lonja’ (Simonet)3. El sentido de todas estas palabras es fundamentalmente el mismo, ‘raja’, ‘lonja’, pero el vocalismo oscila entre A (cast.-port.), E, que es el más difundido (cat.-oc.-fr.-it.-mozár.), e Ï , al cual corresponden la forma italiana, el gall. lisca «pizca, raja o porción pequeña de...» (Vall.), y alguna forma suelta del Sur y del Norte de Francia (Mouzonnais liche ‘petit morceau mince et plat’: donne mü’n lichette dü pain, Rev. de Champagne et de Brie 1897, 722).
La misma vacilación hallamos en el nombre del carrizo: vasco lezka ‘tallo de junco largo con que se guarnecen las sillas’ (Azkue)4, ‘Cyperus longus’ (Lacoizqueta; BhZRPh. VI, 45; recuérdese que el carrizo es una ciperácea), Dordogne, Puy de Dome y H.-Alpes lescho, fr. laîche ‘carrizo’, piam. lesca, lomb., genov. y emil. lisca, Metauro lisca y lesca, friul. lèscule íd., alem. liesch, a. alem. ant. lesc, neerl. med. lissce, lessce, b. alem. med. lêsch y lûs(ch). Las formas germánicas oscilan entre ê, î y û, en Francia ֖, է e զ. La conclusión que saca Wartburg de esta vacilación, inexplicable así por el germánico como por el romance, es que el vocablo debe de ser pre-germano y pre-romano, y también seguramente pre-céltico (Festschrift Jud, 336-8 y mapa 6). Efectivamente, aunque ya lo hallemos en glosas alemanas desde el S. VIII (Kluge, ARom. VI, 235-6; Etym. Wb. d. dt. Spr., s. v. liesch), no hay razones positivas para creer que sea más antiguo en alemán que en romance. Comp. el tipo sinónimo SԷSCA ~ SզSCA (V. aquí SISCA), que puede tener algo que ver con el nuestro o haber influido en la vacilación vocálica.
En la Península Ibérica, fuera del vasco, no hallamos la ac. que se supone primitiva ‘carrizo’, pero como ésta coexiste con ‘lonja’, ‘astilla’, en todos los demás idiomas, desde el punto de vista geográfico es legítimo identificar los dos vocablos, contra lo que asegura Gamillscheg (R. G. II, 149, contradiciendo la identificación admitida en I, 371)5; el vocalismo A del castellano y portugués no se halla tampoco en otras partes, pero no es de extrañar esta nueva variante, cuando en otras partes hallamos todas las demás posibilidades vocálicas. El aspecto semántico es el que suscita mayor escrúpulo. Las hojas planas, finas y cortantes del carrizo no se prestan mal a la comparación, según observa Bloch6, pero no es ésta planta tan generalmente conocida que nos deje sin inquietud la falta de paralelos de esta aplicación figurada en el caso de otras denominaciones. De todos modos los ejs. en que lesche, lasca y análogos se aplican a hojas cortantes, esquirlas, etc., prestan bastante apoyo a la identificación7.
Como étimo sugeriré la posibilidad de que sea el céltico *VLէSCA ‘vara, varilla, bastoncito’ (irl. ant. flesc íd.), para el cual vid. FLECHA; la reducción del grupo inicial, inusitado en romance, y el paso de ‘varilla’ por una parte a ‘cañizo’ y por la otra a ‘astilla’ (> ‘rebanada’) no presentarían gran dificultad. Sólo faltaría entonces explicar las variaciones vocálicas: quizá por influjo del tipo sinónimo SISCA y de algún otro vocablo.
V. ahora el artículo de Hubschmid, ZCPh. XXIV (1953), 81-90, que agrega muchos materiales de interés y desde luego confirma que el origen es prerromano. Pero en cuanto a explicación concreta, la que él propone no es una verdadera etimología, sino un andamiaje de hipótesis desprovistas de apoyo. Como ya se le ha reprochado varias veces, su proceder, al analizar *LզSKA ~ *LୱSKA en *LEI-SK-ଵ, suponer luego que éste venga de *ELEI-SK-ଵ, y descomponerlo todavía en *EL-EI-SK-ଵ admitiendo una raíz indoeuropea EL- sin comprobación alguna, corresponde a un sistema que permitiría etimologizar cualquier palabra en cualquier sentido que se desee, y por lo tanto es incapaz de demostrar absolutamente nada. Supone luego Hubschmid que junto a *EL-EI- existiera una raíz paralela *EL-EU-, de la cual saldría un *LEU-SK-ଵ alternante con *LȢSKଵ: de éste, el b. alem. med. lusch, etc.; de *LEUSKA vendría el a. alem. med. liesche (p. 82) y alguna otra forma germánica (b. alem. ant. lius ‘alga’ y varios nombres de lugar, de sentido enteramente ignoto, nada tendrán que ver con esto): algún germanista debería examinar con cuidado esta interpretación fonética del a. alem. med. liesche (¿no será forma dialectal con ie = î?, y caben otras interpretaciones), pues la fonética germánica de nuestro romanista nos inspira tanta menos confianza cuanto que en romance se permite interpretaciones tan inadmisibles fonéticamente como la de que el cat. sisca, cast. y arag. jisca, salga de *SĔSCA (pp. 87-88), como víspera de VĔSPĔRA: sabido es que ese cambio es enteramente ajeno al catalán y aun al aragonés. Parece bastante claro que la alternancia LԷSCA: LզSCA: LOSCA: LȢSCA: LASCA es inexplicable por el indoeuropeo, y por lo tanto no será voz de esta familia; más bien recuerda las lenguas donde la vocal no cuenta para nada y sólo importa la armazón consonántica, como en las camito-semíticas: se tratará quizá de un vocablo precéltico del llamado substrato «bereber» del celta; Hubschmid, a quien el tipo portugués lasca (¿también delfinés lātša ‘carrizo’?) estorba para su teoría, se ve obligado a «dejarlo provisionalmente a un lado». No es seguro que pueda explicarse por cruce con otro vocablo, y desde luego dudo mucho que éste pueda ser lastra, ya que lasca no es nunca ‘piedra’ o por lo menos está muy mal documentado en este sentido.
Hubschmid cree que el sentido general ‘rebanada’, etc., es más primitivo que el de ‘carrizo’ y en esto quizá tenga razón, dado que éste tiene menor extensión que el otro en el Sur de Francia y es ajeno al catalán, al portugués y a muchas hablas italianas, que sí conocen la ac. general, y teniendo en cuenta que el carrizo y plantas análogas llevan nombres como glaïeul, espadaña, schwertlilie, messer, sedge, etc. De todos modos no hay seguridad en ninguno de los dos sentidos, pues en alemán nuestro vocablo no tiene más que el significado botánico, y no faltan los ejs. del traslado semántico en el sentido que él rechaza (cast. rebanada, empinar, cat. alzinar-se, lat. robur, etc.).
1 Otros en Moraes y Vieira; ya en Bluteau.― ↩
2 La última forma va con el aran. lèsa ‘témpano de tocino’, junto al cual existe la variante hèda en el mismo valle; parece haber cruce con otra u otras palabras: FISSA ‘hendida’ y el tipo germ. FEUSA (FEW III, 488a).― ↩
3 De ahí el judesp. marroq. lexqá ‘astilla, viruta, rancajo’, lexqear ‘producir astillas’ (BRAE XV, 217).― ↩
4 En casi toda Guipúzcoa y en Narbarte, al pie del Baztán, liska ‘verdín, lodazal, liga’ parece ser otro caso, pero ya hay más analogía semántica en lisco ‘escapo, bohordo, de nabo o berza’ (bazt., Ainhoa, Lezaca).― ↩
5 Para representantes de este tipo en la Suiza alemana con el sentido de ‘carrizo’, vid. Jud, VRom. VIII, 60. Asegura GdDD 3776, sin documentarlo, que llasca ‘astilla’ se emplea en Silos (Burgos): pero el aislamiento de esta forma en Castilla es sospechoso, y la ll- confirmaría en forma terminante que estamos ante un préstamo leonés.― ↩
6 También identifica M-L. (REW 5082), mientras que Wartburg, sin negarlo, deja la cuestión en suspenso.― ↩
7 El étimo *LASKA, alto-alemán ant. o más bien gótico, deducido de alem. lasche ‘harapo, pingajo’, que ya existe en la fase media del alto y bajo alemán y del neerlandés, así como en islandés moderno (Kluge, s. v.), propuesto por Gröber para el cast. y port. lasca, ha sido rechazado con razón por M-L. (REW 4919) como inadecuado desde el punto de vista semántico. En cuanto al cast. lascar [Acad. ya 1817], port. lascar, ‘aflojar o arriar muy poco un cabo’ nada tiene que ver con lasca: estará tomado del fr. dial. (norm.) lasker = fr. lâcher ‘aflojar’, que procede de LAXICARE íd., derivado de LAXUS ‘flojo’ (FEW V, 228ss.). También bilb. lascar, en la citada ac. marina y además ‘dar dinero, soltar la mosca’, vasco lazkatu ‘solventar, soltar’ (Arriaga). ↩