LADRAR, del lat. LATRARE íd.

1.ª doc.: J. Ruiz.

Cej. VII, § 4. General en todas las épocas y común a todos los romances salvo el francés y el rético. Ast. lladrar (V); en el valle de Venasque se dice ñadrá (BDC VI, 28), seguramente por influjo de la onomatopeya ñau ñau. Aunque en romance percibimos ladrar como una especie de derivado de ladrón, en realidad nada tienen en común por su origen los dos vocablos latinos correspondientes.

DERIV.

Ladrado ‘acosado por los ladridos de los perros’ (G. de Alfarache I, ii, cap. 1), en Quevedo estómagos ladrados parece significar ‘acosado, apurado (por el hambre)’ (V. en Aut.), y en otro pasaje del G. de Alfarache (Cl. C. IV, 214.16) puede significar lo mismo o quizá ‘expulsado de un lugar’ («aquí estuvo una dama muy hermosa y forastera, la cual venía ladrada de su tierra, no con otro fin que a buscar la vida: tratóse como doncella, y en ese hábito anduvo algunos días»). Ladra. Ladrador. Ladradura. Ladrales, V. ADRAL. Ladrante. Ladrido [Nebr.; la variante latrido, debida a un cruce con latido, se halla ya en la 1.ª mitad del S. XIV, vid. LATIR, y quizá sea éste el punto de partida de las formaciones castellanas en -ido, derivadas de verbos en -ar, como chillido, silbido y análogas: en latín se decía LATRATUS, de donde rum. lătrat, it. latrato, port. ladrado].