LATIR, ‘dar ladridos entrecortados el perro cuando ve o sigue la caza, o cuando de repente sufre algún dolor’, ‘dar latidos el corazón, las arterias o la apostema cuando madura’, del lat. GLATTIRE ‘lanzar ladridos agudos’.

1.ª doc.: h. 1300, Gr. Conq. de Ultr., 26 (1.ª ac.).

Cej. VII, § 5. Etimológicamente latir se aplicaba al can pequeño o bien al mayor cuando por cualquier razón ladraba en tono agudo: así todavía en APal. «los canes ladrar, las vulpejas gañir, los cachorros latir» (536d); así todavía en oc. ant. y mod. glatir, fr. ant. y cat. ant. glatir, y de ahí, por analogía, en castellano, el matiz que define Aut. «formar el perro de caza un género de voz, con que da a entender por dónde va siguiendo el rastro que lleva», con ej. de Mateos (1634). Secundariamente, con la misma comparación que envuelve el gr. ȗλακτεύειν, pasó a significar ‘palpitar (el corazón, etc.)’, ac. que ya se halla en APal.: «pneuma es soplido del pulmón, por el qual late» (368d)1, y que es común con oc. glatì, mientras que el cat. mod. glatir ha llegado desde ahí hasta ‘anhelar, desear con vehemencia’; el port. latir sólo conserva el significado canino, pero existió ahí también el otro, quedando con él el sustantivo latido; gall. later «latir, latidos» (Vall., Lugrís) y gall.-port. latejar ‘dar latidos el corazón’2.

DERIV.

Latido; nótese la variante latrido («tanto que yo oí los latridos de los canes et el son de los cuernos, cavalgué luego...»), en el Cuento del Emperador Otas (p. 466, 1.6), princ. S. XIV, debida a la contaminación de ladrar; de ahí, progresando la contaminación, posteriormente ladrido, que dió el arranque a los sustantivos castellanos en -ido derivados de verbos de sonido, de la primera conjugación, formación ajena al latín y a los demás romances3. Latiente [Oudin; raro].

1 Ocasionalmente llega hasta ‘temblar’: «tremere: temblar, aver pavor, latir con los miembros, estremecer».―

2 «Un gran corazón que parece latexar... ecesita dúas forzas», Castelao 89.20, 227. 3.―

3 Ayudó ruido, y luego sonido, que al principio se pronunciaría sonido, como representante semiculto de S֊NէTUS, trasladándose después el acento bajo el influjo de ruido y ladrido. Con estos modelos se crearon finalmente chillido, silbido, aullido, etc.