LACA, del ár. lakk y éste del persa lâk, que a su vez procede del scr. lākɊā íd.; lacre, de una variante portuguesa del mismo vocablo, porque la laca es parte importante en la composición del lacre: la forma más antigua de esta variante parece ser lacar, cuya -r es de origen incierto.
La laca como mercancía era conocida en Europa desde mucho antes del descubrimiento de la India por los portugueses; en catalán figura
lacca en la
leuda incluída en las Costumbres de Tortosa, del S. XIII (ed. Oliver, 416), en lengua de Oc aparece por la misma época (
ZRPh. XLVII, 431). Debió trasmitir el vocablo el árabe, pues muchos escritores medievales y más modernos, de este idioma, atestiguan el uso del
lakk (o
lukk) en el Norte de África (Dozy,
Gloss., 295-6; Devic, 46
a); como la pronunciación vulgar moderna es
lekk (así hoy en Marruecos: Lerchundi), debemos suponer que el vocablo se tomó en fecha muy antigua o bien por vía culta, en calidad de sustancia farmacéutica; cabe, sin embargo, que sea aún más antigua y que llegara por el comercio marítimo desde el siríaco o caldeo
laka, aunque la
-a romance no puede tomarse como prueba de este punto de vista, ya que podría tratarse de un nombre de unidad arábigo. Sea como quiera, el origen último del vocablo está en la India, donde se produce la mayor cantidad de esta sustancia (Dalgado I, 501-3); para la explicación etimológica de
lākɊā dentro del sánscrito, vid. Skeat. En portugués los testimonios abundan desde 1498, empleando
laca,
lacra,
lacre y
lácar como meras variantes, esta última muy frecuente en el S. XVI.
Lacre era la forma más popular, y
laca la empleada en las boticas, como atestiguan Garcia da Orta (1563) y su adaptador al castellano, Cristóbal de Acosta (1578). En definitiva, se ha reservado
lacre para la pasta compuesta de goma laca y trementina, empleada para cerrar herméticamente, pero los árabes emplean
lekk y los italianos
lacca para los dos productos. En cuanto a
lacre, quizá proceda del malayo
lákri (junto a
lak1), conforme se inclina a creer G. Viana (
RL VIII, 27), pero él mismo en sus
Palestras (p. 66, a. 1910) observa que
lacre debe salir de
lácar, forma predominante en los primeros tiempos, tal como el port. mod.
aljofre viene de
aljófar, y vulgarmente se dice en el idioma vecino
açuere en vez del correcto
açúcar; entonces es probable que sea la forma malaya la que se tomase del portugués; teniendo en cuenta que los judíos españoles de Marruecos pronuncian
al·lákar por ‘laca’ y ‘lacre’ (
BRAE XIII, 225), con una
l doble, que en su dialecto sólo se halla en arabismos recientes, cabe sospechar que la forma en
-´ar proceda del árabe marroquí, pero el asunto no se ha estudiado bien, y de ninguna manera podemos asegurar que esta -
r no venga de la India. Del iberorromance proceden el it. antic.
lacre [1643: Zaccaria], fr. antic. íd., ingl.
lacquer. En castellano la primera documentación de
lacre parece ser la de Fragoso (1572), en portugués ya se halla en 1508; Cej. VII, § 17. Con ac. secundaria se dijo
lacre para ‘azote’ en germanía (Quiñones de B.,
NBAE XVIII, 575), por las marcas rojas que éste deja en la piel; por la misma razón se toma como adjetivo de este color en la Arg., en Chile y en autores españoles (
BRAE VII, 608). Comp.
LACRA.