JIRA, ‘banquete opíparo’, tomado del fr. ant. chiere ‘comida de calidad’, extraído, en la locución faire bone chiere ‘dar bien de comer (a alguno)’―propiamente ‘acogerle bien, hacerle buena cara’―, de chiere ‘rostro, semblante’, del mismo origen que el cast. CARA; la forma española debe proceder de la forma dialectal chire, propia del Este y el extremo Norte de Francia, o será debida a la contaminación de otro vocablo.
1.ª doc.: xira, Francisco de Osuna, † h. 1542; Cej. VIII, § 30.
Una lectura atenta de esos textos muestra que el vocablo no tenía otro sentido que el de ‘acto de comer y beber espléndida y abundantemente’. En efecto, C. de las Casas define «xira, comida plazentera: cera, gozzaviglia», Oudin «xira: chere, banquet, festín, ripaille», Covarr. «gira, comida y fiesta que se haze entre amigos con regozijo y: contento, juntamente con abundancia de comer y beber y mucha alegría y chacota», Aut. «banquete espléndido que se hace entre amigos con regocijo, bulla y chacota». No hay otra cosa en el período clásico, y es menester llegar hasta Calderón para dar con una ligera desviación semántica, por la cual el vocablo llega a hacerse sinónimo de ‘fiesta (sin comida)’: «la Chispa, que es mi alcaida / del boliche, es la primera / mujer en jacarear. / Haya, señor, jira y fiesta / y música a su ventana; / que con esto podrás verla / y aun hablarla» (Alcalde de Zalamea, II, iii, ed. Losada, p. 124).
El vocablo parece haberse anticuado en el S. XVIII, pues Terr. lo define, como hace en estos casos, remitiendo a otra palabra, banquete, y jira o gira son ajenos al léxico de Moratín. Sin embargo, el diccionario y la lengua literaria lo mantuvieron en vigor, pero borrada desde mucho atrás la distinción etimológica entre x y j, y perdido el sentido vivo de la palabra, se tendió a relacionarla con el verbo girar. Ya la Acad. en 1843 define «banquete campestre que se hace entre amigos...»; aunque no está totalmente anticuado: en muchos puntos de España (p. ej. en la prov. de Almería), sigue bien popular en el sentido de ‘comida campestre’ (ingl. picnic), pero desde luego sin el sentido erróneo de ‘excursión’ ni ‘viaje’. Por las copiosas citas dadas arriba se ve que era indiferente que la jira se diese en el campo, en casa o en un establecimiento ciudadano, y aun lo primero es muy raro, por más que el único ej. que cita Aut., el del Coloquio de los Perros, se refiera casualmente a un banquete celebrado en un valle pirenaico (aunque no sabemos si en el campo o bajo techado), y en ello se fijaría la Acad. para agregar el adjetivo «campestre»; pero ayudaría la falsa relación con girar, evocando la idea de una excursión o ida al campo.
Pero posteriormente la alteración se hizo más grave entre ciertos escritores semicultos, que dieron en desenterrar este vocablo del léxico, y arbitrariamente lo hicieron sinónimo de ‘excursión, viaje a través de una comarca’; así lo comenta irónicamente Cuervo: «con singular satisfacción y como si ellos mismos se celebraran la elegancia del feliz hallazgo, emplean hoy unos cuantos colombianos la voz jira... en el sentido de excursión, correría: ‘El Excmo. Sr. Presidente ha vuelto ya de su gira por los departamentos del sur’; sin duda que la frase dar una vuelta les ha sugerido la empecatada idea de que aquella palabra sale de girar; por eso ponen la g» (Ap., § 507). Por desgracia no se prestó atención al merecido latigazo del sabio filólogo, y sobre todo en América siguió empleándose por algunos, sobre todo en la prensa, esta creación arbitraria, y aun ocurrió que se apoderaron de ella periodistas defensores de un purismo fácil, que huyendo del fr. tournée, y en lugar de echar mano de las expresiones tradicionales excursión o viaje artístico o recreativo, profundamente imbuidos de la expresión galicana, se empeñaron en hallarle un equivalente mecánico e igualmente breve, y para ello impusieron gira, con aires de casticismo, saliendo del fuego para caer en las brasas de afrancesar semánticamente, o más bien deformar en forma irreconocible, una vieja palabra clásica. Lo más grave es que la Academia, después de resistir mucho tiempo ante ese error, ha acabado por darle consagración en sus últimas ediciones, admitiendo artificialmente junto al tradicional jira, una gira «paseo, excursión recreativa emprendida por una reunión de personas». Esperemos que esta consagración sea pasajera.
El mismo vocablo hallamos en port. xira, ter boa xira: «bom pasto e comer, como em banquete lauto» (Moraes, con citas de la Ulisipo, a. 1547, y de Antonio Ferreira, † 1569; citas modernas en Fig., bonachira, chira y xira). El autor de la Ulisipo alude ya a la procedencia francesa: «eu seguro que tem bonaxira, que elle é como Francês: nƟo canta senƟo depois de molhado o papo» (cita de CortesƟo). En catalán tenemos xera ‘banquete opíparo’ y ‘fiesta bulliciosa de muchachos’ en Vic (Ag.), pero hay acs. más amplias que nos recuerdan las del francés: aixeres ‘agasajos, buena acogida’ («quines aixeres li han fetes a N.!: volen que es casi amb la noia»). Pues no cabe duda de que así esta palabra catalana como la luso-castellana xira proceden del fr. chère ‘calidad más o menos alta de una buena comida’, y sobre todo faire bonne chère «traiter bien à table, avoir une excellente cuisine»; fr. ant. faire bone o belle chiere «faire bon accueil à quelqu’un, le traiter bien» (ambos ya en el S. XIII), y más antiguamente chiere ‘rostro, semblante, expresión de la cara’ o ‘cara (en general)’1. Sabido es que el vocablo logró amplia extensión, gracias al prestigio de las comilonas francesas, en otros muchos idiomas: neerl. med. schiere ‘comilona’ (y goede sier maken), a. alem. med.schier, it. cera íd., vasco txera ‘acogida’ (vid. pormenores en Michelena, BSVAP XI, 297), etc. Como resultado fonético español es verdad que esperaríamos más bien xera que xira, pero aquella forma, aunque la cita la Acad. (ya 1843) como equivalente anticuado de ‘jira, regalo, comida espléndida’, no puedo en realidad documentarla. Para la i de xira deberemos tomar en consideración que la forma francesa medieval es chiere, pero así y todo sería natural que se hubiese conservado alguna huella de la e. Es probable, por lo tanto, que debamos partir de la forma dialectal francesa chire, que es ya antigua, pues entre otras fuentes se documenta en una Pasión del S. XV, y hoy tiene gran extensión dialectal, en Normandie, Artois, Bélgica, Vosgos y Alsacia (FEW II, 348-51). Es probable que el vocablo se tomara en los Países Bajos o en Picardía durante las guerras y la ocupación que allí mantuvieron los españoles desde la primera mitad del S. XVI, o quizá ya de boca de los alemanes y flamencos que acompañaron a Felipe el Hermoso. Mucho menos probable me parece una contaminación con otro vocablo, acaso el antiguo exida ‘salida’, contaminación que sólo adquiriría verosimilitud de haber sido antigua la ac. ‘banquete campestre’, contra lo indicado arriba. Propusieron ya esta etimología Moraes y Tallgren (Neuphil. Mitteil., XIII, 1911, 166, comp. XXVI, 189n.) sin documentarla históricamente ni justificar la i.
1 Véase además lo que digo de este uso en CARA. Quizá de éste se derivaría el gall. calaceiro ‘comilón, tragón’, disimilación de *caraceiro; Sarm., CaG. 121v, conocía además un calaza, regresivo por ‘bodrio, comida’, que no arraigó, pues ya no se oía en 1745. ↩