IZAR, parece tomado del fr. hisser (fr. ant. hicier, picardo hicher), donde significaba ‘azuzar’ en la Edad Media, y desde donde el vocablo pasaría a los idiomas germánicos y a los demás romances; en francés es probable que sea onomatopeya atribuida primero al cazador que anima al perro y luego al oficial que anima a los marineros a levantar algo tirando de una cuerda.

1.ª doc.: 1539, Antonio de Guevara.

Yçar figura también en Oudin (1607), en Saavedra Fajardo (1640), etc. En francés se halla ysser la voile en Nicot (1606), y inser aparece con el mismo significado ya en Rabelais (1552), pero la existencia anterior de ysser se deduce de la del derivado yssas ‘driza’, documentado ya en 1538 y 1541 (Jal, s. v.), comp. insail ‘driza’ en Rabelais. Mucho más antiguo es hicier ‘azuzar a un perro’, ‘instigar a una persona’, documentado desde 1180, en Élie de Saint Gile y en el Poème allégorique del Museo Británico (God. IV, 474); la ac. ‘azuzar’ no es ajena a España: sant. isar ‘azuzar a los perros’ (G. Lomas, 198), Sajambre aisa ‘voz empleada con este objeto’ (Fz. Gonzz., Oseja). Como voz náutica, al principio, izar se emplearía sólo absolutamente, sin complemento, y como verbo de mando, como todavía es usual hacerlo hoy en el uso marinero; el empleo transitivo (izar una bandera, una vela, un mástil) ha de ser secundario.

La relación semántica entre ‘izar’ e ‘instigar, animar’ resulta clara de pasajes frecuentes como el de Rabelais: «Couraige, enfans... Au tringuet de gabie. Inse, inse! Aux boulingues... La main a l’insail. Inse, inse, inse... Sus, sus, sus, enfans, diligentement» (God. IX, 759): fundamentalmente este inse repetido es una interjección exhortativa, algo dicho para animar, lo mismo que su vecino sus; y claro está que hisser viene del antiguo hicier ‘azuzar’, tal como el cast. azuzar procede de este sus onomatopéyico repetido ahí por el creador de Gargantúa; en cuanto a hicier, es evidentemente la onomatopeya hsss dirigida al perro de caza, comp. tantas onomatopeyas análogas como cast. izgar, hiscar, enguizgar, inguisar, port. enguiçar, gasc. ahiscà, aguissà, cat. aquissar, etc. (V. s. v. GUIZQUE). La situación descrita por Rabelais es típica y corriente, como sabe cualquiera familiarizado con cosas de mar; recuérdese también el pasaje de Guevara «y por decir tirad de esto u de aquello, dicen ellos a grandes voces iza, iza!» y el de Oudin «yça, yça: le cry des forçats pour mettre tous la main à eslever quelque chose». La misma figura semántica vemos repetida en alemán, donde aufhetzen, propiamente ‘azuzar, instigar’, aparece en 1548 en el sentido de ‘izar una vela’ (cita de Kluge). Que hisser ‘izar’ tenía ç etimológica lo prueba la forma de Valenciennes hicher, con la equivalencia picarda de la ç parisiense.

Esta etimología es nueva. Es mérito de P. Barbier (RLiR X, 139-142) haber señalado la equivalencia de hisser con el hicier antiguo, y aunque su explicación semántica no es convincente, pues no hay necesidad de suponer que el vocablo significara propiamente ‘silbar’, tuvo también el acierto de indicar que la etimología escandinava admitida por Diez y M-L. (REW 4149), sueco hissa, es infundada, pues este vocablo no sólo es ajeno al escandinavo medieval, sino que parece ser préstamo reciente, de acuerdo con autoridades especializadas como Falk y Torp. Pero Barbier, como Bloch, Gamillscheg y Kluge, se empeñan a todo trance en buscar un origen germánico: este último (seguido por Wartburg en la nueva ed. de Bloch) parte del b. alem. hissen [1536], que Gamillscheg da erróneamente como neerlandés; Bloch prefiere el neerl. hijsen; pero son estas formas germánicas, por el contrario, las que vienen del francés; Barbier postula un fránc. *HISKJAN ‘silbar’ (neerl. med. hisscen íd.), base que hubiera dado *hissier en francés antiguo y no hicier, hisser y no hicher en picardo. La aparición temprana del vocablo en España y en Portugal (varios ejs. de içar en el S. XVII, desde la primera mitad, en Bluteau) indica que el centro de difusión sería Francia; así lo confirman la h aspirada, que reaparece en el préstamo marroquí Ɋa! (sólo empleado como interj., Brunot), y la existencia del significado medieval ‘azuzar’. Desde Francia pasó al neerl. hijschen, neerl. med. hyssen (> ingl. hois, después hoist), b. alem. hissen y de ahí al dan. heise, sueco hissa; por otra parte, al port. içar, cast. izar, cat. hissar, it. issare.

Acepción metafórica de izar será gnía. içado ‘amancebado’ [1609, J. Hidalgo], que debe explicarse por una aplicación del verbo náutico como se la izó ‘yació carnalmente con ella’, comp. el cat. se l’ha tirada en el mismo significado1.

DERIV.

Iza ‘ramera’ [iça, fin S. XV, R. de Reinosa, en Cej., Voc.; J. Timoneda, † 15832; el port. iça, en el sentido de ‘amante, manceba’ figura ya varias veces en la Ulisipo, a. 1547, según Moraes], derivado de izarse en el sentido de ‘amancebarse’: es inaceptable la etimología de J. A. van Praag (RFE XIX, 415-6), según el cual se trataría del hebreo išá ‘mujer’, pues la trascripción de š por ç causaría grave dificultad, y no hay ej. de palabras germanescas de origen hebreo3.

1 También podría pensarse en el amante que se «iza» o entra por la ventana de su amiga.―

2 «Y si fueras ganapán, / qualquier cuerda fuera rota: / y si bravoso rufián, / no havría iça ni manflota», BRAE III, 569. Otros ejs. en Juan Hidalgo y en Guzmán de Alfarache (Cl. C. V, 132).―

3 Que un vocablo como malsín venga del hebreo se comprende, pues los judaizantes eran malsinados por serlo, pero ¿por qué tendría este origen una denominación de la prostituta? El Sr. van Praag transporta a la España renacentista, anacrónicamente, los hechos de Alemania, donde los judíos han influido bastante en el Rotwelsch. Pero los judíos españoles, todos muy prósperos económicamente, nada tenían que ver con el hampa.