HEDER, del lat. FOETRE íd.

1.ª doc.: feder, Berceo.

«Yo mezquino, fediondo, que fiedo más que can», Mil. 762a. Se halla también en el Poema de Alf. XI (1964), en APal. («putet: fiede, mal huele»), y heder es corriente desde Nebr. y muy empleado en la lengua literaria clásica, bastante menos en la contemporánea y menos aún en el lenguaje coloquial urbano, que recurren cada vez más al eufemismo oler mal u oler; pero el empleo de heder sigue lozano en las hablas rurales (ast. feder, V), notándose gran extensión de la pronunciación aspirada jeder, aun en zonas donde la h- suele perderse sin dejar huellas, como en la Argentina, en Almería, etc.1, de lo cual será responsable el carácter algo brutal de esta expresión. El vocalismo hiede, ya documentado en los SS. XIII y XV, parece ser analógico2. La mayor parte de los romances prefirieron PȢTRE, más común ya en latín; FOETRE sólo se ha conservado además en port. feder, bearn. héde o hedì (propio solamente de los valles pirenaicos de Aspa y Barétons: BhZRPh. LXXXV, § 182) en dalmático y en los dialectos del Sur de Italia.

DERIV.

Hediente ant. [fediente, Berceo, Signos 74; Danza de la Muerte, 78] o hediondo [fed-, Berceo, Mil. 762a, 802c; fidiondo, Gr. Conq. de Ultr., 621; hidiondo, Nebr., y hoy en Santander]3, el cual podría reflejar un *FOETէBŬNDUS del latín vulgar; fediondu ‘hierba de 30 a 40 cms. de alto, hojas caulinarias alternas, un tanto rugosas, que despiden un olor desagradable’ (V). Mej. fodongo m. ‘pedo’, adj. ‘sucio’, M. L. Wagner, ZRPh. LXIV, 332. Hediondez; de hediente procede hedentina [1601, Ant. de Herrera] y hedentino ant., con su derivado hedentinoso [f-, APal. 160b]. Hedor [fedor, Berceo], del lat. FOETOR, -ĶRIS, íd. (variante culta fetor); fedor ast., adj. ‘(niño) que está impertinente y molesto’ (V). Port. fedelho ‘hediondo’, ‘niño pequeño, que todavía fede a cueiros’ (Moraes), gall. fedello término despectivo de sentido vago, junto con fedellento ‘enredón’ y fedellar (Sarm. CaG. 164v, 62v, 124r, A48v). Fétido [h. 1515, Padilla, Fz. Villegas (C. C. Smith, BHisp. LXI); h. 1640, Castillo Solórzano], tomado del lat. foetĭdus íd.; fetidez.

1 Entre los empleos figurados nótense los que se centran alrededor de la idea de ‘alterarse’, ‘inquietarse’: «cada uno mire por el virote (dijo el licenciado), pues ha de ir a todo moler; y no echen de vicio, que podía heder el negocio más aína que piensan», Quevedo, Cuento de Cuentos, ed. Cl. C. IV, 186; feder, aheder, ahedecer, ahedentar, ‘malquistar’ en la Biblia judía de Constantinopla (BRAE III, 188); «estamos toítos prontos / y en Buenos Aires, gediendo / están con esta noticia / federales y gobierno», en el argentino Juan G. Godoy, a. 1830, Draghi, Canc. Cuyano, p. XCII. La explicación es de tipo fisiológico, y mucho habrá contribuido esta fraseología maloliente a la decadencia literaria de heder. Cej. VIII, § 131.―

2 Nótese sin embargo la grafía fetere, también antigua según el ThLL; la etimología del vocablo latino se ignora, y pudo haber influjo de foedus. De todos modos la e sería larga, aunque por lo común el vocablo se halla en prosa.―

3 De ahí el port. hediondo. Lo castizo allí es fedonho o fedorento; éste existió también en castellano, fedoriento en uno de los mss. de Calila (Rivad. LI, 35), mientras que otro trae fedroso < fedoroso, derivados ambos de fedor. En judeoespañol corre pediundo, que resulta de un cruce con el cat. pudent, arag. ant. pudiente íd., rioj. ant. pudio PȢTէDUS; pudir y pudor se hallan también en Berceo, y el último aparece una vez en el ms. O (pero no P) del Alex., vid. G. de Diego, Contrib., §§ 475-8. Ignoro de qué dialecto procede pino pudio ‘pino negral’ (Acad.; no Aut.).