HALCÓN, del lat. tardío FALCO, -ĶNIS, íd., de origen incierto, probablemente idéntico al adjetivo FALCO, -ĶNIS, dicho de personas de dedos o pies torcidos, que es derivado de FALX ‘hoz’; la aplicación al ave de rapiña se deberá a las uñas retorcidas del halcón.
Frecuente desde los primeros siglos del idioma: figura también en
Calila, y para más ejs. vid. Castro,
RFE VIII, 354. Nebr. distingue el
halcón en términos generales («accipiter sublimita») del
halcón tagarote,
borní,
neblí,
sacre,
girifalte,
alfaneque y
baharí. Para la discusión, ya antigua, sobre si
FALCO es germanismo en latín o latinismo en germánico, vid. Kluge, s. v.
falke; Brüch,
Einfl.
d.
germ.
auf d.
vglat., 8;
REW, 3158;
FEW III, 381; Walde-H., s. v.; y la bibliografía allí citada. Hoy los mejores autores se inclinan por la segunda alternativa, y sólo Ernout-M. permanece todavía indeciso. Los hechos son: en latín es frecuente como nombre de ave desde el S. V, y ya se halla en la Ítala (cuya mayor parte corresponde al S. III o fines del II)
1, y difícilmente puede dudarse de su identidad con el apodo o adjetivo personal
falco, ya documentado en el año 193 y explicado en la forma citada en las glosas antiquísimas de Festo; en germánico no tiene etimología evidente y sólo se documenta en fecha temprana en el alto alemán antiguo y en el neerlandés medio, es decir, en los dialectos más influidos por el romance; finalmente se cree que la caza de altanería fué enseñada a los germanos por los pueblos romances, y aunque es verdad que muchas aves de cetrería se traían de Escandinavia, allí nuestro vocablo no aparece hasta muy tarde. Para denominaciones de aves rapaces a base de la forma curva de sus uñas, vid
GAVILÁN, y otros casos allí citados, a los que puede agregarse el gr.
şρπƓ ‘hoz’ y ‘halcón’.