AZCONA, ‘venablo, pequeña lanza arrojadiza’, palabra común a los tres romances hispánicos, a la lengua de Oc y al vasco, de origen incierto, quizá vasco.
1.ª doc.: Berceo1.
Por lo tanto, sin entrar en el problema oscuro del origen último, sólo puede hablarse de cierta verosimilitud general de la tesis de procedencia vasca inmediata. Nos inclinarían a ello, además del parentesco con a(it)z4, el hecho de que en el poema occitano de Guilhem Anelier (fin S. XIII) la azcona figura como arma de navarros, coincidiendo con el informe de Covarr. de que era arma usada por los Montañeses, hecho confirmado por la calificación frecuente azcona montera, que vemos entre otros textos en Alex., en Fn. Gonz., en el doc. de 1272 y en Desclot; y comp. ALAVESA.
En definitiva, no hay razones que indiquen netamente un origen vasco (todas estas etimologías presuponen cruces y fenómenos extraordinarios); y ni siquiera desde el punto de vista geográfico existe presunción clara en este sentido ni en contra de una procedencia germánica (idea siempre natural cuando se trata de armas): para aquello más bien sobra la presencia en gallego-portugués, mozárabe y occitano, y en pro de esto bastaría admitir que es una palabra de origen visigótico (y no fráncico ni ostrogodo). Hay que desechar, por cierto, la etimología germánica admitida por Diez, por cuanto no explica -ona, mas podría tratarse de un germanismo diferente. Una palabra de esta forma precisa está bien documentada en germánico: escandinavo éddico āskunna ‘creada o procedente de los Asen’; sabido es que existen muchos adjetivos en -kunna de este sentido y formación en escandinavo antiguo y que existen o existieron en todas las lenguas germánicas: isl. ant. -kunn- ‘engendrado por’, konr ‘hijo (de noble)’, gót. kuni, a. al. ant. chunni ‘linaje’, gót. sama-kunjans ‘del mismo linaje’, etc., y sabido es también que los Asen son una junta de divinidades masculinas y femeninas, suprema en la mitología escandinava y general germánica. Nuestro adjetivo compuesto está bien documentado en los poemas éddicos más antiguos: «R?n skal raƌa r?gmǝlmi skatna, / ǝ svinn, āskunna arβi Niβlunga», ‘el Rin ha de dominar sobre el bronce de los guerreros: (río) rápido, heredero de los Nibelungos y creado por los Asen’ (Ttla-kvia Groenl., 5.27d). Si ahí se aplica al río divino nada nos impide suponer que se aplicara también con carácter preferente a una arma arrojadiza dotada por los dioses del poder infalible de herir al enemigo nacional: tema tan antiguo éste, común a la mitología de varias ramas de la familia indoeuropea; me limito a recordar el venablo mágico de que Indra dotaba a su paladín Pururavas en su lucha contra los Dánavas diabólicos, que después de herir al raptor de Urvaçi volvía a meterse en su aljaba como la culebra que entra de nuevo en su agujero (Kalidasa, Vikr., fin del l.er acto). También la azcona era un lanzón o jabalina de fuerza prodigiosa que volvía a manos del guerrero después de arrojarla.
1 Además de los ejemplos antiguos del DHist., pueden anotarse: Alex. 1435d (O); Fn. Gonz., 63c y 304c; Hist. Troyana, 9.13, 47.9; doc. Murcia, a. 1272 (M. P., D. L., 368.23); Alfonso XI, 439, 2155, 68; Sem Tob, copla 95; Nebr.: «azcona, tiro conocido: acontias»; mozár. lazcóna PAlc.― ↩
2 La conservación de la L en final de sílaba es constante todavía en los docs. gascones del S. XII publicados por Luchaire en su Recueil. En el S. XIII las formas con u ya son frecuentes.― ↩
3 Aut. cita una forma fascona en la Montería del Rey Don Alonso, I, cap. 37, cuya justificación en los manuscritos haría falta comprobar. De todos modos es forma aislada.― ↩
4 Cf. todavía a. nav. aizcona «tarugo, cheville de bois» (Azkue, sin concretar la extensión en Navarra); la variante axkora ‘hacha’ según Azkue es del suletino y roncalés, pero también Landucci daba axcorea: corresponde al vizcaíno atx = aitz (aunque Aguirre, Auñ. emplea atx, escribe en cambio aizkora; pero pueden entrar siempre en juego influjos literario-históricos, ya que también emplea a veces aitz). ↩