GUADAFIONES, ‘maniotas, trabas con que se atan las caballerías’, ‘ataduras de las manos’, ‘cuerdecitas con que se atan las velas a la verga correspondiente’, del mismo origen incierto que el cat. badafions (botafions), it. matafioni ‘estas cuerdecitas’, quizá de un gót. *WAITHAFÂHJÔ, -ÔNS, ‘maniota’, compuesto de *WAITHO ‘pasto, pastizal’ y FÂHAN ‘coger’.

1.ª doc.: Nebr.: «guadafiones: manicae lineae» (es decir ‘manillas de cuerda’).

Covarr. agrega «sive ferreae», indicando que también pueden ser de hierro, y Aut. dice que son «las maneotas o trabas con que se ligan y asseguran las caballerías»1. Empleó el vocablo Mateo Alemán, en el sentido que define Nebr.: «Soto se indignó contra mí de manera que fué necesario volvernos a dividir; porque aun divididos, le pusieron guadafiones a los pulgares, en cuanto iba caminando, porque cuando hallaba guijarros me los tiraba» (G. de Alfarache, Cl. C. V, 138.8). Por otra parte, leemos matasiones (que puede ser errata de lectura por matafiones) como nombre de un objeto náutico, que debe de ser el indicado arriba, en la Relación de Galeras que escribió Pedro Palomino en el S. XVI o el XVII (RH XL, 70); hoy esto se dice en castellano batafiol o matafiol (Vocab. Marít. de 1831), en Murcia mataciones (G. Soriano). Ahora bien, en este sentido el vocablo tiene amplia difusión mediterránea. El cat. badafions aparece ya en el Consulado de Mar (S. XIII o poco posterior): «Clavaris... deven donar cordes a ligar los presoners. e a badafions, a ops de la nau, si no·n havien»2 (cap. 331), también en un doc. de 1331 («badafions de boneta»), mientras que hoy se dice botafions; el it. matafione aparece desde Pantera (a. 1614) (hay variantes mattafione y mataffione, vid. Diz. di Mar.), salentino matafunu, Ragusa matafuni; langued. matafioû (Agda), prov. matafioun (Mistral), con variantes matafieu y batafieu3. Dozy, Gloss., 279-80, y Suppl. II, 820, llamó la atención hacia el mozár. guadáfa (plur. guadáf) con que PAlc. traduce el cast. guadafiones, y sugirió enlazarlo con la raíz ár. Ƿaf, teniendo en cuenta que waǷîf es en árabe clásico ‘la parte delgada de las piernas de las caballerías’ (así en la obra antigua Fâkihat al-ȟol), por donde se atan los animales, y se halla un verbo Ƿaf en diccionarios clásicos en el sentido de ‘acortar las trabas de un camello’; por lo demás, nada tiene que ver el significado de esta raíz (‘dar un empleo o una dignidad a alguno’, ‘asignarle una tarea’, etc.), de suerte que en el sentido mencionado hemos de mirarlo como denominativo del sustantivo waǷîf ‘tobillo de un animal’. Supone Dozy (en anotación marginal manuscrita) que el P. P. de la Torre, que transcribió el vocabulario de PAlc. al alfabeto árabe fundándose en el actual uso marroquí, erró al transliterar la grafía de PAlc. por waȓâfa, que no corresponde a ninguna raíz arábiga, y no sería imposible que estuviese Dozy en lo cierto, pues PAlc. representa por d no sólo la ȓ árabe, sino también la Ƿ, y no parece que hoy se haya conservado el vocablo en Marruecos ni en otras hablas del Norte de África (nada en Lerchundi, Beaussier, Fagnan). Pero hay más: el propio PAlc. traduce guadafiones por dos palabras arábigas, boraybaría y guadáfa, de las cuales la primera es de procedencia africana y revela la antigüedad en el idioma por su misma estructura; opino que, como en casos semejantes, uno de los dos vocablos es el castizo y el otro, en nuestro caso guadáfa, es castellanismo adoptado por los moriscos granadinos, mutilando la terminación del vocablo para adaptarlo a la estructura triconsonántica del árabe. Creo, pues, que guadáfa, sólo documentado en el tardío PAlc., lejos de ser la fuente del vocablo romance, no es más que retoño local del mismo; pues si guadafiones fuese arabismo, no nos explicaríamos el agregado de la terminación -ión, que en ningún otro caso se añade a una palabra de origen arábigo; el mozarabismo guadáfa o una forma análoga badafa pudo sin embargo pasar al castellano de Andalucía, pues hallamos badazas en el sentido de ‘matafioles náuticos’ en E. de Salazar (1573: DHist.) y en el Vocabulario Marítimo de 1722 («las cuerdas con que se juntan las bonetas con las velas»: Gili), y en otros lexicógrafos aparece la forma seseante badasa (1587, 1600, 1614, 1673), con el seseo propio de estos marinos andaluces (comp. la grafía ceceante atezar repetida varias veces en la definición del último).

Otra etimología, que me parece más digna de crédito, fué publicada por G. Alessio (ZRPh. LIX, 242-4): gót. *WAIDAFÂHJÔ, propiamente ‘la que coge para apacentar, para dejar pacer’, comp. el it. pastoie ‘maniotas de caballería’, derivado de PASTUM; la citada palabra gótica sería compuesta de FÂHAN ‘coger’ y *WAIDA (O más bien *WAIDÔ) ‘pasto’, ‘pastura’, deducible del a. alem. ant. weida íd., raíz común a todos los idiomas germánicos. No hay mucho que objetar a esta etimología. La verdad es que no puedo indicar compuestos góticos formados con esta terminación, pero el vocabulario gótico nos es conocido muy imperfectamente, y es tipo formativo muy extendido en los idiomas germánicos; se esperaría más bien un masculino *WAIDAFÂHJA, -ANS, pero además de que el femenino correspondiente no es inconcebible (como hay arbjô ‘heredera’ junto a arbja ‘heredero’), también es posible que un masculino gót. *WAIDAFÂHJAN- se latinizara en -ION para darle una terminación más común en latín. Por otra parte, el cat. badafió, que es tan antiguo, difícilmente puede venir de una -D- originaria, que entre vocales cae siempre en este idioma; pero nada puede asegurarse en un germanismo, de fecha más reciente que los vocablos de origen latino, y además debemos sospechar que la base gótica fuese en realidad *WAITHAFÂHJO, cuya -TH- pudo pasar a -T- romance y después sonorizarse: creo que esto es muy probable en vista de la variante botafió, matafione, matafiol, tan extendida, donde la -T- originaria pudo conservarse; y, en efecto, al a. alem. ant. weida, neerl. ant. weitha, ags. wâth, correspondería más bien -TH-que -D- en gótico. En cuanto a la reducción de -AI- a -A- es de rigor en los germanismos (comp. aquí GANAR), y la de -AHJO a -ión no podemos tampoco extrañarla; las formas con m- inicial se explican fácilmente por dilación consonántica, y el tránsito semántico de ‘maniota de caballería’ a ‘cabo de cuerda para atar la vela’ no presenta dificultad. El único escrúpulo grave lo suscita la b- inicial de muchas de las formas catalanas, occitanas, italianas y parte de las españolas; pero esta dificultad existirá en cualquier etimología que se proponga, y desde luego sería más grave si el vocablo procediera del árabe, pues en un germanismo es más fácil admitir que entrara en fecha lo bastante temprana para que su W- sufriera el mismo tratamiento que la V- latina. En conclusión, la etimología de Alessio, sin estar exenta de ciertas dificultades, debe considerarse posible, y una vez hechas las rectificaciones que he sugerido, puede adoptarse sin escrúpulo.

1 Oudin: «gantelets selon aucuns, et selon d’autres des manottes».―

2 Es decir: cuerdas para atar los presos y para hacer guadafiones. Los editores no entienden el vocablo e imprimen abadafions o traducen ‘esteras’, sin fundamento alguno (claro está que nada tiene que ver con el prov. badafo ‘espliego’, como supone Moliné).―

3 Una forma como ésta pasaría a Cataluña dando la variante botafil, que me señalan en L’Escala (Ampurdán). La palabra mactafelon de los Péages de Tarascon, que Ant. Thomas quería identificar con nuestro vocablo (Levy, s. v.), es improbable que tenga algo que ver con él: la carga de mactafelon figura allí con carga de vernice ‘barniz’ y otros artículos comerciales importados de Ultramar. Será el cat. matafaluga, cast. matalahuva ‘comino’.