GRITAR, voz común a todos los romances de Occidente, de origen incierto, probablemente del lat. QUIRզTARE ‘dar gritos de socorro’, ‘lanzar grandes gritos’, que ya en latín vulgar se reduciría a *CRզTARE; la forma española y portuguesa presenta además otra irregularidad fonética, que quizá se explique por el carácter expresivo del vocablo.

1.ª doc.: J. Ruiz, 1439b; pero el sustantivo grito ya se halla en Berceo y otros textos del S. XIII.

La forma aragonesa cridar aparece en el ms. P del Alex., pero es interpolación de este ms. del S. XV1. Es rara y quizá sea italianismo la variante gridar (y sustantivo grida), propia de Juan de Mena (Lida). Mas aunque todas estas variantes son ajenas al léxico de muchos textos arcaicos (Cid, Berceo, F. Juzgo, Calila, Apol., ms. escurialense I·j·8, Conde Luc.), y aun más tardíos (APal.; pero «gritar: quiritor, vociferor» en Nebr.), es de creer que el verbo existió desde los orígenes del idioma, en vista de la antigüedad del postverbal grito, que ya figura varias veces en Berceo (Mil. 888c, 247, Sacr. 241) y está en Calila (ed. Allen, 199.25), en Fn. Gonz. (469b), etc.; en realidad la diferencia cronológica se explica porque el castellano, a diferencia de otros romances, muestra poca predilección fraseológica por el uso de nuestro verbo, prefiriendo las perífrasis dar voces o dar gritos (ya documentadas en Calila, Fn. Gonz., etc.). La variante cridar es aragonesa, según queda indicado: crido ‘grito’ figura en el aragonés Juan de Tapia (med. S. XV, asegurado por la rima con gemido, Canc. de Stúñiga, 217), y en textos moriscos de la misma procedencia correspondientes al S. XVI (profecía publ. por Lincoln, PMLA LII, 636; Recontamiento de Alixandre, RH LXXVII, 456); si cridar figura también en poesías del gallego Rodríguez de la Cámara es seguramente porque el copista aragonés del Canc. de Stúñiga (139, 143) la introdujo en su texto2. El juicio que nos merezca la doble forma gritar y cridar depende de la etimología del vocablo. Gritar pertenece a una familia romance integrada por el port. gritar, cat. y oc. cridar3, fr. crier, engad. crider e it. gridare4. Desde Diez han estado de acuerdo la mayoría de los romanistas en que procede del lat. QUIRITARE ‘dar gritos de socorro’, ‘dar grandes voces’, palabra menos frecuente en latín que el común CLAMARE, pero no rara y de significado más enérgico5. La principal dificultad está en la desaparición de la vocal de la primera sílaba, que no es normal, pues el romance conserva siempre esta vocal; pero hay una excepción ocasional, que justamente se da en las condiciones que presenta nuestro vocablo: cuando esta vocal va seguida de R y es la misma que la de la sílaba siguiente, se elimina a veces, por una especie de disimilación; así DRECTUS sustituye a DERECTUS (DIR-) en casi toda la Romania (vid. DERECHO), y el rum. créer procede de CRÉBERU y no de CEREBRUM (M-L., GGr. I, 470, § 23). Luego QUIRITARE pudo reducirse a *CRզTARE desde el latín vulgar, y el logud. isbirridare ‘dar gritos de alegría’ quedaría como testigo aislado del vocalismo primitivo. Otra dificultad la presenta la -t- conservada de la forma castellana y portuguesa. Algunos han querido ver una relación entre esta -t- y la g- inicial: habría habido una especie de metátesis de la sonoridad cridar > gritar (así Cornu, GGr. I, § 163; y Elcock, l. c.); en efecto, la g- va aparejada a la -t- y la c- a la -d- en todas las formas hispánicas (port., cast. y mozár. gritar frente a arag. y cat. cridar; gall. gridar, pero en los F. Munic. de Santiago, publ. por López Ferreiro, 1875, I, p. 303, hay cridar, GdD, GrHcaGall.), pero no ocurre así en Italia, donde tenemos cridar al Norte y gridare al Sur de los Apeninos, y es sabido que el cambio de CR- en gr- es un hecho frecuentísimo, del cual se pueden ver docenas de ejs. en las palabras de este diccionario que empiezan con este grupo. Lo probable es que no haya relación de simultaneidad entre los dos hechos, y que la -t- se conservara por una duplicación popular de la -T- en el latín vulgar hispánico, encaminada a reforzar la articulación en este vocablo de efecto expresivo: comp. el lat. quirritare ‘gruñir el puerco’ y el logud. isbirridare, con geminación de otra consonante; a lo sumo podría suponerse que el hecho de seguir una sorda ayudó por disimilación al cambio espontáneo de cr- en gr-.

Por lo demás, estos detalles fonéticos litigiosos dan cierto grado de verosimilitud a otra etimología: del a. alem. med. krîzen, neerl. med. y mod. krijten, b. alem. med. krîten ‘chillar, gemir’, alem. kreissen ‘estar de parto’, podría deducirse una antigua forma germánica *krîtan, que además de no inspirar escrúpulo en el tratamiento del grupo inicial, podría explicar más fácilmente la -t- hispano-portuguesa, a base de un préstamo tardío en parte del territorio romance: sugirió esta etimología Grammont (RLR XLIV, 1901, 138; XLVI, 598; Trentenaire de la Soc. des L. Rom., 302) y le siguieron Holthausen [Idg. Forsch. XIV, 340) y Baist (GGr. I, § 39). A lo cual replicó M-L. (Prager Deutsche Studien VIII, 1908, 77-79) que la fecha moderna en la aparición de las voces germánicas, y su restricción a los dialectos alto y bajo-alemanes, es indicio claro de una voz tardía y además sospechosa de estar tomada del romance6; se adhirió a este punto de vista Jud, ZRPh. XXXVIII, 407. Lo más probable es que así el germ. dial. *KRÎTAN como el romance común *CRզ(T)TARE, cuyo efecto onomatopéyico ya subrayó Grammont (comp. gr. ƒκρικον ‘grité’, esl. krikŭ ‘grito’, etc.), sean también de origen onomatopéyico, en definitiva, sin excluir, como observa Wartburg, al propio lat. QUIRITARE; comp. cast. cuy ‘conejillo de Indias’, mej. cuino ‘cerdo’, lat. quirritare ‘gruñir (el cerdo)’, Maine couisseter íd. (y demás formas análogas reunidas por Wartburg en su artículo KWI-)8.

DERIV.

Grito [Berceo, y V. arriba]9; grita ‘gritería’ [APal. 42b, 297d; Nebr., s. v. favor; G. de Alfarache, Cl. C. II, 78.17; La Ilustre Fregona, ed. íd., p. 258; Coloquio de los Perros, p. 267; muy corriente entre los clásicos y preclásicos], parece haber sido una especie de plural neutro del anterior formado en el romance primitivo. Mozár. ġriƫâȳra ‘dragontea’ (así llamada, según explica el botánico anónimo de h. 1100―vid. Asín, pp. 318-9―, porque su corteza produce un sonido estridente al salir los tallos)10. Gritador. Gritadera [J. Ruiz, 751], hoy venez. Gritería; griterío. Gritón.

1 El metro indica que la lección de O «por u nunca passava mandava pregonar» (2272c) es preferible al mandava cridar de P.―

2 Hoy gritar es bastante general en el Alto Aragón, como dice Elcock, Affinités Phonétiques, p. 63, pues en este caso han coincidido la influencia castellana y la tendencia autóctona a conservar la -T- intervocálica. Que la forma grito ya se introducía en el aragonés del S. XV lo prueban las rimas de otras poesías del mismo cancionero (gritos: escritos, Juan de Tapia, p. 197; grito: Agipto: aflicto: remito, J. de Andújar, p. 74).―

3 Del deriv. oc. a. escridar el vco. ixkiritu «cri, exclamation» en la trad. bíblica (lab.) de Haraneder (S. XVIII), donde kri > kiri es cambio normal vasco.―

4 De ahí gnía. gridar ‘gritar’ y gridador ‘pregonero’.―

5 No creo que la cantidad quĭrītare que suelen dar los diccionarios esté asegurada de un modo objetivo, pues el vocablo sale por lo común en prosa. En Forcellini veo un solo verso, de Lucilio, que al parecer contiene esta escansión, pero este hexámetro, trasmitido por un gramático tardío, cojea en otro pie. Cabe sospechar que los lexicógrafos se fundan, al indicar esta cantidad, en la supuesta etimología Quĭrītes. Ahora bien, la variante quiritare (o quirri-) ‘gruñir (el cerdo)’ tiene las dos primeras sílabas largas.―

6 Desde luego esta sospecha no puede hacerse extensiva, como observa Behaghel, Litbl. XXIX, 180, a la familia del alem. schreien ‘gritar’, que no puede salir del fr. ant. escrier, pues el a. alem. ant. scrian ya se documenta hacia el año 800. Prueba clara de la posibilidad de encuentros fortuitos.―

7 La cuestión del origen de las formas germánicas no ha quedado solventada. Kluge admitió la posibilidad del origen romance, pero ediciones posteriores de su diccionario dejan la cuestión totalmente en suspenso. También M-L., en la 3.ª ed. de su REW, vuelve a admitir la posibilidad de la etimología germánica de la voz romance. El argumento de Brüch (Einfluss d. germ. Spr., p. 11) en favor del carácter genuinamente germánico de kreissen, a base del alem. kreischen ‘chirriar’, ya lo rechazó con éxito M-L.; tampoco me parece de mucha fuerza la existencia de la forma apofónica neerlandesa kreet ‘grito’ invocada por Holthausen. La del a. alem. med. krîsten ya tiene más: como nota Wartburg (FEW II, 1488b) no se le ve otra explicación que el carácter onomatopéyico del vocablo.―

8 Como observan Ernout-M. la etimología tradicional de QUIRITARE en el sentido de ‘pedir socorro a los ciudadanos o Quirites’ no es absurda, y está muy de acuerdo con la fraseología de la Antigüedad latina, y por lo demás con la de todos los tiempos (comp. it. accorruomo ‘grito de socorro’). Y sin embargo Walde me parece sustentar con éxito la formación onomatopéyica, apoyado en la variante QUIR(R)ITARE aplicada al cerdo. Otra formación sugestiva en este sentido la presenta el sardo: logud. ticchirriare, septentr. zicchirrià, campid. zerriài, son la expresión normal de la idea de ‘gritar’ en este idioma.―

9 Nótese la locución argentina gauchesca al grito ‘en seguida’: B. Hidalgo (Tiscornia, Poetas Gauchescos I, v. 124), M. Fierro I, v. 1975 (y nota en la ed. Tiscornia).―

10 No hay por qué enmendar en gritadaira según propone Asín (en todo caso debiera ser gritataira en mozárabe), comp. cat. cridaire ‘gritón, chillón’ y formaciones mozárabes como balairiella ‘cardo corredor’ (en el propio anónimo de Asín), diminutivo de balaira ‘bailadora’; que estas formaciones procedan de -ATOR, como en lengua de Oc, o de -ARIUS, según parece más fácil en mozárabe, el caso es que tal sufijo existe con carácter deverbal en mozárabe; y quizá debería revisarse la doctrina del origen provenzal del sufijo catalán correspondiente, por lo menos en el sentido de que el mozárabe valenciano ayudó. El punto de partida pudo estar en un derivado denominal de grito o de baile, que luego se relacionaría con el verbo correspondiente.