GRITAR, voz común a todos los romances de Occidente, de origen incierto, probablemente del lat. QUIRզTARE ‘dar gritos de socorro’, ‘lanzar grandes gritos’, que ya en latín vulgar se reduciría a *CRզTARE; la forma española y portuguesa presenta además otra irregularidad fonética, que quizá se explique por el carácter expresivo del vocablo.
1.ª doc.: J. Ruiz, 1439b; pero el sustantivo grito ya se halla en Berceo y otros textos del S. XIII.
Por lo demás, estos detalles fonéticos litigiosos dan cierto grado de verosimilitud a otra etimología: del a. alem. med. krîzen, neerl. med. y mod. krijten, b. alem. med. krîten ‘chillar, gemir’, alem. kreissen ‘estar de parto’, podría deducirse una antigua forma germánica *krîtan, que además de no inspirar escrúpulo en el tratamiento del grupo inicial, podría explicar más fácilmente la -t- hispano-portuguesa, a base de un préstamo tardío en parte del territorio romance: sugirió esta etimología Grammont (RLR XLIV, 1901, 138; XLVI, 598; Trentenaire de la Soc. des L. Rom., 302) y le siguieron Holthausen [Idg. Forsch. XIV, 340) y Baist (GGr. I, § 39). A lo cual replicó M-L. (Prager Deutsche Studien VIII, 1908, 77-79) que la fecha moderna en la aparición de las voces germánicas, y su restricción a los dialectos alto y bajo-alemanes, es indicio claro de una voz tardía y además sospechosa de estar tomada del romance6; se adhirió a este punto de vista Jud, ZRPh. XXXVIII, 407. Lo más probable es que así el germ. dial. *KRÎTAN como el romance común *CRզ(T)TARE, cuyo efecto onomatopéyico ya subrayó Grammont (comp. gr. ƒκρικον ‘grité’, esl. krikŭ ‘grito’, etc.), sean también de origen onomatopéyico, en definitiva, sin excluir, como observa Wartburg, al propio lat. QUIRITARE; comp. cast. cuy ‘conejillo de Indias’, mej. cuino ‘cerdo’, lat. quirritare ‘gruñir (el cerdo)’, Maine couisseter íd. (y demás formas análogas reunidas por Wartburg en su artículo KWI-)8.
DERIV.
Grito [Berceo, y V. arriba]9; grita ‘gritería’ [APal. 42b, 297d; Nebr., s. v. favor; G. de Alfarache, Cl. C. II, 78.17; La Ilustre Fregona, ed. íd., p. 258; Coloquio de los Perros, p. 267; muy corriente entre los clásicos y preclásicos], parece haber sido una especie de plural neutro del anterior formado en el romance primitivo. Mozár. ġriƫâȳra ‘dragontea’ (así llamada, según explica el botánico anónimo de h. 1100―vid. Asín, pp. 318-9―, porque su corteza produce un sonido estridente al salir los tallos)10. Gritador. Gritadera [J. Ruiz, 751], hoy venez. Gritería; griterío. Gritón.
1 El metro indica que la lección de O «por u nunca passava mandava pregonar» (2272c) es preferible al mandava cridar de P.― ↩
2 Hoy gritar es bastante general en el Alto Aragón, como dice Elcock, Affinités Phonétiques, p. 63, pues en este caso han coincidido la influencia castellana y la tendencia autóctona a conservar la -T- intervocálica. Que la forma grito ya se introducía en el aragonés del S. XV lo prueban las rimas de otras poesías del mismo cancionero (gritos: escritos, Juan de Tapia, p. 197; grito: Agipto: aflicto: remito, J. de Andújar, p. 74).― ↩
3 Del deriv. oc. a. escridar el vco. ixkiritu «cri, exclamation» en la trad. bíblica (lab.) de Haraneder (S. XVIII), donde kri > kiri es cambio normal vasco.― ↩
4 De ahí gnía. gridar ‘gritar’ y gridador ‘pregonero’.― ↩
5 No creo que la cantidad quĭrītare que suelen dar los diccionarios esté asegurada de un modo objetivo, pues el vocablo sale por lo común en prosa. En Forcellini veo un solo verso, de Lucilio, que al parecer contiene esta escansión, pero este hexámetro, trasmitido por un gramático tardío, cojea en otro pie. Cabe sospechar que los lexicógrafos se fundan, al indicar esta cantidad, en la supuesta etimología Quĭrītes. Ahora bien, la variante quiritare (o quirri-) ‘gruñir (el cerdo)’ tiene las dos primeras sílabas largas.― ↩
6 Desde luego esta sospecha no puede hacerse extensiva, como observa Behaghel, Litbl. XXIX, 180, a la familia del alem. schreien ‘gritar’, que no puede salir del fr. ant. escrier, pues el a. alem. ant. scrian ya se documenta hacia el año 800. Prueba clara de la posibilidad de encuentros fortuitos.― ↩
7 La cuestión del origen de las formas germánicas no ha quedado solventada. Kluge admitió la posibilidad del origen romance, pero ediciones posteriores de su diccionario dejan la cuestión totalmente en suspenso. También M-L., en la 3.ª ed. de su REW, vuelve a admitir la posibilidad de la etimología germánica de la voz romance. El argumento de Brüch (Einfluss d. germ. Spr., p. 11) en favor del carácter genuinamente germánico de kreissen, a base del alem. kreischen ‘chirriar’, ya lo rechazó con éxito M-L.; tampoco me parece de mucha fuerza la existencia de la forma apofónica neerlandesa kreet ‘grito’ invocada por Holthausen. La del a. alem. med. krîsten ya tiene más: como nota Wartburg (FEW II, 1488b) no se le ve otra explicación que el carácter onomatopéyico del vocablo.― ↩
8 Como observan Ernout-M. la etimología tradicional de QUIRITARE en el sentido de ‘pedir socorro a los ciudadanos o Quirites’ no es absurda, y está muy de acuerdo con la fraseología de la Antigüedad latina, y por lo demás con la de todos los tiempos (comp. it. accorruomo ‘grito de socorro’). Y sin embargo Walde me parece sustentar con éxito la formación onomatopéyica, apoyado en la variante QUIR(R)ITARE aplicada al cerdo. Otra formación sugestiva en este sentido la presenta el sardo: logud. ticchirriare, septentr. zicchirrià, campid. zerriài, son la expresión normal de la idea de ‘gritar’ en este idioma.― ↩
9 Nótese la locución argentina gauchesca al grito ‘en seguida’: B. Hidalgo (Tiscornia, Poetas Gauchescos I, v. 124), M. Fierro I, v. 1975 (y nota en la ed. Tiscornia).― ↩
10 No hay por qué enmendar en gritadaira según propone Asín (en todo caso debiera ser gritataira en mozárabe), comp. cat. cridaire ‘gritón, chillón’ y formaciones mozárabes como balairiella ‘cardo corredor’ (en el propio anónimo de Asín), diminutivo de balaira ‘bailadora’; que estas formaciones procedan de -ATOR, como en lengua de Oc, o de -ARIUS, según parece más fácil en mozárabe, el caso es que tal sufijo existe con carácter deverbal en mozárabe; y quizá debería revisarse la doctrina del origen provenzal del sufijo catalán correspondiente, por lo menos en el sentido de que el mozárabe valenciano ayudó. El punto de partida pudo estar en un derivado denominal de grito o de baile, que luego se relacionaría con el verbo correspondiente. ↩