GOLFO II, ‘pilluelo, vagabundo’, probablemente derivación retrógrada del antiguo golfín ‘salteador’, ‘facineroso’, ‘bribón’, y éste seguramente aplicación figurada de golfín ‘delfín, pez carnívoro’, por las cualidades que el vulgo atribuye a este cetáceo, quizá por la aparición brusca del salteador, comparable a la del delfín que salta fuera del agua; el nombre de pez procede del lat. DELPHIN, -զNIS, alterado por influjo de GOLFO ‘alta mar’.
1.ª doc.: h. 1888, en Madrid, según M. P., Rom. XXIX (1900), 353; Acad. 1914.
En textos medievales golfín figura como palabra muy vivaz y popular. Por primera vez se mencionan los golfins h. 1290 en la Crónica catalana de Desclot, pero con referencia a Castilla, y más precisamente a Sierra Morena: «aquelles gents que hom apella Golfins son Castellans e Salagons, e gents de profunda Spanya, e son la major partida de paratge. E perçò com no han rendes... fugen de llur terra ab llurs armes. E axí com a homens que no saben alre fer, venen-se’n en la frontera... e aquens passa lo camí de Castella a Cordova e a Sivília, e axí aquelles gents prenen crestians e Serrayns; e estan-se en aquells boscatges; e aquí viven; e son molt grans gents e bones d’armes, tant que·l rey de Castella no·n pot venir a fi» (148)1. Aparece luego en docs. castellanos de 1292 y 1293 (J. Klein, BHisp., 1915, 109n.) y en otros de los años 1302-12, publicados por Bonilla, RH XII, 602-3, con el mismo sentido; en las Leyes de Moros castellanas del S. XIV se lee con el mismo sentido la forma arabizada algolhín: «De los que roban en la villa e fuera de la villa... sy algun ome saliere al camino a matar a los omes, sy [le] matare algun omen, muera axahud [‘muera mártir, muera en la demanda’]; et sy matare el algolhin [= ‘al golfín’], muera como malo, et el que lo matare non aya pena nin pecado por su muerte» (Memorial Hist. Español V, 145). Aparece luego tres veces en J. Ruiz, y en uno es bien claro el sentido de ‘salteador’, pues se le dice «atalayas de lueñe e caças la primera, / a la que matar quieres, ssácasla de carrera, / de logar encobyerto sacas celada fuera» (393a), en otro se le equipara cum his qui oderunt pacem (374a), luego se tratará de lo mismo, y en el tercero se llama golhines a los judíos que prendieron a Jesucristo guiados por Judas (1051c), por lo tanto el vocablo iba debilitando su sentido hasta convertirse en término vagamente denigratorio; el mismo valor parece tener en el Conde Lucanor, pues se da este nombre a un estafador que, convenciendo a un rey Cándido de que sabe hacer alquimia, desaparece con una suma que el rey le confió para obtener los ingredientes necesarios, aunque podría referirse también a la vida previa del personaje, quizá ladrón o salteador, pues se nos informa de que lo hizo para «enrequescer et salir de aquella mala vida que pasaba» (ed. Knust, 77.10); finalmente lo tenemos en dos poesías de Fray Diego de Valencia, en una de las cuales se les equipara con taúres, entre aquellos a quienes el Rey debe castigar, en la otra hay juego de palabras con golfín ‘delfín’: «e ssea la cruz anzuelo que pesca / los malos golfines en el mar escuro». Además una forma gall. golfiño ‘salteador’ aparece en las miniaturas de dos Ctgs. (57, 52, Mettmann).
Menéndez Pidal cita todavía otros ejs. en textos de la época. Como etimología parte de la forma folguín, que trae sólo el ms. más tardío de J. Ruiz (S) en los dos primeros pasajes2, y cree es derivado de folgar ‘holgar’, como formación paralela a holgazán y a su sinónimo holgón (así en Salamanca). Pero contra esta idea hay graves objeciones: 1.° un salteador no es precisamente uno que descansa, y el sentido posterior de ‘truhán’ es debilitación evidente del de ‘ladrón en cuadrilla’, 2° la forma folguín es rara y tardía: sólo en J. Ruiz, y nada más que en el ms. más moderno, 3.° el sufijo -ín no forma derivados postverbales (como los forma -ón): no existen palabras como *saltín, *corrín, *juguín. En conclusión, creo que por el contrario folguin es alteración de golfín por etimología popular.
No veo inconveniente en identificar a éste con el nombre de pez golfín, variante de delfín que ya aparece en Nebr., en las Ordenanzas de Sevilla (a. 1527, Cej., Voc.), que según Aut. es propia de Galicia y otras partes (p. ej. Asturias: Acevedo-F.), y que halla eco en portugués (golfinho o golfim), en catalán (golfí en Pollença, galfí en Valencia) y en dialectos italianos (Córcega golfinu, Tarento garfino). Fonéticamente puede explicarse a base de la forma *DULFINUS adaptada a la fonética histórica latina, que suponen el it. dolfino, friul. dulfin, serviocroato dupin, venec. dolfin, cat. dofí, ingl. dolphin, cuya consonante inicial fué alterada por influjo de golfo ‘alta mar’, gracias a una comprensible etimología popular. En lo semántico, sabido es que el delfín es pez que impresiona vivamente la imaginación popular por su aparición súbita sobre las aguas y por la circunstancia conocida de que aparece en mayores cantidades en días tempestuosos, antes de estallar la tormenta: a ambas circunstancias se debe el que en lengua de Oc dalfí haya tomado el sentido de ‘relámpago’, meteoro súbito como su aparición, y señal de tempestad. Y a la segunda alude en todas partes el folklore, según hace constar ya Aut., y recuérdese el pintoresco pasaje de G. de Alfarache: «mi mujer andaba temerosa y muy cansada de tanta suegra... Si la una hablaba, la otra rezongaba. De cada pulga fabricaban un pueblo. Levantábase tal tormenta, que por no volverme a ninguna de las partes tomaba la capa en viendo los delfines encima del agua; salíame huyendo a la calle y dejábalas asidas de las tocas» (Cl. C. V, 96). Es decir, se había convertido esto ya en frase metafórica que expresaba jaranas y alborotos. Nada más fácil, pues, que la aplicación del nombre al malhechor mismo que las causaba, cuya aparición brusca fuera de los bosques era exactamente comparable al salto del delfín sobre el agua; y este nombre convenía tanto más al salteador (nótese que este nombre deriva también de dar salto) cuanto que los pescadores miran a este cetáceo como animal maléfico, por su conocida costumbre de romperles las redes, en busca de los peces pequeños con que se alimenta: de ahí que en portugués se le llame también arroaz, derivado de roaz ‘destructor, rapaz’3.
DERIV.
Golfear. Golfería. Golfín, V. arriba.
1 Ag. cita un pasaje bastante parecido de la Crónica de Jaime I, algo anterior, pero no lo hallo en el lugar citado, y creo que hubo confusión con Desclot.― ↩
2 G trae golhin, y T, golfín. El propio S lee gallines en el último pasaje, corrupción evidente de golhines. M. P., Fs. Wartburg, 1958, 528, se adhiere ahora a mi etimología, observando que dalfín parece tener el sentido de ‘salteador’ en el Canc. de Baena n.° 209 (p. 185b).― ↩
3 El fr. goulfarin «goinfre» (Sainéan, Sources Indig. I, 297) procederá del castellano o estará influído por él. En cuanto al cast. galfarro, no tiene que ver con golfo, V. GARRA. ↩