GAUCHO, ‘criollo rural del Río de la Plata’, origen incierto, quizá sea lo mismo que guacho ‘huérfano’, en Colombia guaucho íd., que proceden del quich. wáིƇa (antes wákƇa) ‘pobre, indigente’, ‘huérfano’, de donde primero guaucho y después gaucho.
1.ª doc.: 1782, Aguirre, Diario, en Anales de la Biblioteca Nacional, B. Aires, IV, 145.
Groussac (Anales de la Bibl. I, 405-8), partiendo de que gaucho se empleó por algunos, en la época primitiva, en el mismo sentido que gauderio ‘bandido rural, ladrón de caminos’, vocablo propio del Uruguay, documentado en esta zona desde 1773 a 1805, y hoy vivo todavía en el Brasil y en Portugal2, quiere partir de un hipotético *gauducho, cambiado en gaúcho y luego gaucho: la forma acentuada en la u se emplea, en efecto, en el Sur del Brasil (donde se ha convertido en un gentilicio de los habitantes de Río Grande), es viva en el Uruguay (junto a gáucho), alterna con la otra en Ascasubi (1854)3, y de ahí sale la pronunciación gavucho que en la Argentina suele mirarse como propia del cocoliche o jerga chapurreada de los italianos del país; gáucho podría salir de gaúcho con arreglo a la conocida tendencia de la acentuación vulgar americana, pero el cambio contrario también es posible por ultracorrección, y el tono pintoresco y a veces semiculto de gaucho me parece confirmar su carácter secundario4; por lo demás, la pérdida de la d intervocálica, que es usual en el habla gauchesca en la terminación -ado, tiene poca extensión en el caso de -ido y en unos pocos más (BDHA III, 50-51), es hoy inaudita en la Arg. en la mayor parte de las posiciones, y dudo que se produzca en parte alguna tras el diptongo au (no existe una forma como *caual por ‘caudal’); por lo tanto debe desecharse resueltamente la idea de Groussac.
La de Lehmann-Nitsche de identificar con el gitano gachó ‘extranjero, no gitano’, en Andalucía ‘hombre’, ‘amante de una mujer’, se funda en la existencia de una forma gaudshó (es decir, gaȮཡó) o gaúdsho, pero esta forma del vocablo, en sus dos variantes, parece ser propia del dialecto gitano de Escocia, y mientras no se dé algún indicio de su existencia en España es inútil insistir en esta etimología, que algunos han dado últimamente como probada.
Lenz, en el artículo que dedicó al vocablo, proponía un cruce del araucano kaƇï ‘amigo, camarada’ con káuƇu ‘hombre fino y astuto’, palabra poco usual en este idioma; desde el punto de vista semántico ambos vocablos son poco convincentes, y si las etimologías por cruce son siempre sospechosas, cuando la existencia del supuesto cruce no se comprueba por la identidad semántica u otros hechos externos, Lenz agrava todavía la duda al reconocer que, para asegurar el cambio poco frecuente de c- en g-, sería bueno admitir la fusión con guacho ‘huérfano’; esta etimología resulta, pues, complicada en exceso en cuanto a la forma e inverosímil por el sentido5. Lo que sí me parece bastante seguro es que sea el arauc. kauƇu el que se tomó del cast. gaucho en la ac. ‘hábil’, para la cual V. abajo. Con lo cual se derrumba esta etimología.
Por lo demás parece como si Lenz hubiese cambiado de pensamiento al redactar posteriormente su artículo guacho, pues admite allí que gaucho pudo tener simplemente el mismo origen que este otro vocablo, procedente del quich. wáིƇa ‘pobre, indigente’, ‘huérfano’ (Lira). En wáིƇa, la ི se pronuncia como una j española y procede de una antigua k; ahora bien, esta j o f k en fin de sílaba suele convertirse en u al pasar al español (cheuto ‘labihendido’ < quich. Ƈ’eིta < Ƈ’ekta), y de hecho guacho ‘huérfano’ tiene en Colombia la variante guaucho, que Uribe define «huérfano, orejano, becerro o potro sin madre»; gaucho ‘expósito, huérfano’ se emplea más en el Valle del Cauca y departamentos colombianos del Sur, según Tobón Bethancourt, Colombianismos. Gaucho se emplea hoy en la Arg. como nombre de un pájaro cuyo excremento emplean como panacea los curanderos populares, pero según el jesuíta cuyano que describió su provincia a fines del S. XVIII, este pájaro se llamaba entonces guauchu6. Esta forma fácilmente pudo reducirse a gaucho por disimilación, mientras en otras partes se preferiría guacho que, permaneciendo más semejante a la palabra indígena, conservó mejor su sentido propio. El caso es que esta ac. ‘indigente’, ‘abandonado’, ‘vagabundo’ pudo muy bien ser la primitiva de gaucho, según indicios diversos: ya hemos visto que los autores primitivos miran a los gauchos como a una especie de bandidos, y sabido es que el ennoblecimiento que después ha experimentado la palabra es debido a la intervención destacada de la caballería gaucha del norteño Güemes en las guerras de la independencia, y a la identificación de que luego se ha hecho objeto al gaucho con el tipo étnico puro de la zona pampeana, pero en las tierras interiores de Catamarca todavía conserva su primitivo matiz peyorativo7; por otra parte, Azara († 1811) nos informa de que en su tiempo se llamaba gaucho a un tipo de perro vagabundo, sin dueño (V. la cita en Granada y en Garzón), y todavía Ascasubi emplea el verbo gauchar como sinónimo de ‘vagabundear’8.
Sea de ello lo que se quiera, me parece evidente que de las etimologías publicadas hasta ahora sólo la primera y la última aquí analizadas merecen futura consideración.
Como resultado del fuerte contenido afectivo que hoy tiene para los argentinos la voz gaucho, no es raro que haya tomado secundariamente toda clase de acs. laudatorias, desde ‘hábil, ágil’ (Martín Fierro I, 2225) hasta ‘valiente’, V. mi artículo semántico en AILC I, 14 y 25, y comp. los derivados.
DERIV.
Gauchada ‘favor, servicio prestado a alguno’ (general en la Arg.), ‘cuento popular narrado a propósito de algo’ (en Ascasubi, vid. Tiscornia, Poetas Gauchescos, p. 133), ‘treta’ (en el mismo, S. Vega, 58), ‘conjunto de gauchos’ (B. Hidalgo, José Hernández, vid. Tiscornia, M. Fierro coment., p. 417). Gauchar, V. arriba. Gauchaje ‘conjunto de gauchos’ (término general en gauchesco, o. c., p. 418). Gauchesco ‘propio de los gauchos’ (R. Rojas, Literatura Argentina, título del 2° tomo, etc.).
1 La serie continúa y continuará, como es natural. El Sr. B. Caviglia h. publicó un folleto de 92 pp. titulado «Gaucho» de «garrucho», en Montevideo en 1933. Agréguese W. Giese, Eusko-Jakintza VI (1952), 76-77, que supongo escrito para rechazar y no para apoyar la insostenible etimología vasca que han propuesto algunos.― ↩
2 En el Brasil es ‘parásito, el que vive a costa ajena’; en Portugal hallo galdério, en Tras os Montes «vadio, esbanjador, intrujƟo» (RL XIII, 117), galdéria en el NE. de Estremadura «mulher vadia, delambida, de comportamento duvidoso» (RL XXXVI, 129); todo lo cual ha de relacionarse con gnía. goderia «convite de gorra», «borrachera» [1609, J. Hidalgo], que la Acad. acentúa godería, quizá sin razón. Parece derivado de regodearse con el sufijo de dicterio, gatuperio, cautiverio, etc., y la forma en gaud- será debida a contaminación de gaudeamus.― ↩
3 Gaúchos rima con matuchos en Aniceto el Gallo, 267, pero en Santos Vega (19) hay el octosílabo «el gaucho más desgraciado». Los demás ejs. gauchescos, en verso, del S. XIX, que cita Tiscornia, revelan la pronunciación gáucho, única empleada por José Hernández.― ↩
4 El uruguayo Fernán Silva Valdés pone gaúcho en los labios de una maestra de escuela (La Prensa, 11-II-1940).― ↩
5 El detalle de que los indios dicen cauchu por ‘gaucho’ carece de todo valor para la etimología. En araucano no existe el fonema g: de ahí esta alteración.― ↩
6 Draghi, Fuente Americana de la Historia Argentina, pp. LXI y 94. Convendría comprobar esta lectura en el manuscrito. Es dudoso que pueda darse valor a la forma huacho con que Walter Scott llama a los gauchos argentinos, en su Life of Napoleón II, i, según Sarmiento, Facundo, ed. Losada, p. 35.― ↩
7 Como nota A. Alonso, El Problema de la L. en América, p. 84.― ↩
8 «De manera que otra vez / si por suerte nos topamos / o la fortuna me arroja / algún día por su pago, / lo que no será difícil / porque yo vivo gauchando...», Santos Vega, v. 172. No será impertinente reproducir la opinión de un entendido como Guiraldes, que por lo demás no piensa en etimologías en su hermosa novela: «guacho y gaucho me parecía lo mismo, porque entendía que ambas cosas significaban ser hijo de Dios, del campo y de uno mismo», Don Segundo Sombra, ed. Espasa, p. 307. ↩