FLORESTA, ‘selva o monte espeso y frondoso’, ‘lugar ameno poblado de árboles’, tomado del fr. ant. forest f. (hoy forêt) ‘selva’, de origen incierto, quizá de un fráncico *FORHIST, colectivo de FORHApino’ (a. alem. ant. forha, alem. föhre, ags. furh, ingl. fir, escand. ant. fura, íd.).

1.ª doc.: J. Ruiz, 1289c («anda muy mas loçano que pavón en floresta»), 1475a; Cej. IX, § 162.

Floresta es frecuente en el Canc. de Baena (W. Schmid). También Nebr. «floresta: viretum; nemus», y a menudo en los libros de caballerías, siempre con el sentido de ‘bosque grande y espeso’, que todavía conserva en G. de Alfarache (en pasaje que imita y menciona estos libros) y en la mayor parte de los pasajes del Quijote («passavan sin dormir muchas noches en las florestas y despoblados», «hallaron una floresta o bosque, donde don Quixote se emboscó»). Pero en castellano, gracias al accidente fonético de la repercusión de líquida, foresta se cambió en floresta, forma afianzada gracias al influjo de flor, y desde entonces este extranjerismo literario empezó a sufrir en el uso común la acción semántica de este vocablo, y se tendió a aplicarlo no a una selva áspera, sino a un lugar deleitoso, cubierto de árboles, pero también de flores; evolución que ya se inicia en Nebr. (1.ª ac.) y en el Quijote («una apazible floresta de tan verdes y frondosos árboles compuesta», I, cap. 50, f° 263), y está ya consumada en autores de fines del mismo siglo (vid. Aut.). Hoy la Acad. no reconoce ya otra ac. que ésta y la figurada ‘reunión de cosas agradables y de buen gusto’. El vocablo francés pertenece a la terminología oficial y administrativa desde la época merovingia [648], y de allí pasó al bajo latín y se extendió a todos los idiomas vecinos: ingl. forest, alem. forst [h. 800], it. foresta [Aebischer, ZRPh. LXI, 122-5], cat. ant. forest f. [o aforest, con el artículo aglutinado, muy frecuente ya en R. Lulio, fin S. XIII; más ejs. BDLC VIII, 179-80], port. floresta.

La etimología del fr. forêt se ha discutido por mucho tiempo y todavía no es posible pronunciarse de un modo definitivo acerca de la propuesta últimamente por Gamillscheg (R. G. I, 212 y n.) e indicada arriba, que tiene sobre las demás la ventaja de explicar satisfactoriamente la terminación, bien documentada en germánico y en fráncico con valor colectivo1, al mismo tiempo que aclara el radical en forma convincente; el germanista W. Bruckner la declara definitiva en su reseña de VRom. I, 142, y personalmente me inclino por el mismo parecer. Sin embargo cf. el oc. a. forest ‘caserío en despoblado’ que cito en FUERA y la objeción de Wartburg (en Bloch-W.), que desde luego no es de las que no tengan réplica. Para las etimologías anteriores, véase especialmente Baist, Zeitschr. f. dt. Wortforschung XII, 235ss.; W. Kaufmann, Die galloromanischen Bezeichnungen für den Begriff Wald, Zürich, 1913; y FEW III, 708-10.

DERIV.

Florestero ‘el guardián de un bosque’ [1532, Feliciano de Silva]. Forestal [Acad. 1884, no 1843], tomado del b. lat. forestalis, derivado del fr. ant. forest.

1 En romance el vocablo tomó el género del lat. silva, al cual venía a sustituir forest.