ESMERALDA, del lat. SMARAGDUS m. o f., y éste del gr. σμάραƔƌος f., íd.
La forma moderna figura también en el
Canc. de Baena (junto con
esmerada, W. Schmid), en APal. (31
d, 186
b, 234
b, 460
b) y, según
Aut., en Clavijo (1406-12); pero Nebr. prefiere
esmaragda. Es posible que un femenino
*SMARAGDA estuviera en circulación en latín vulgar o desde el romance más arcaico
1, pues este género se halla no sólo en el
esmeralda español y portugués, sino en el fr.
émeraude f. (aunque en la Edad Media el género de éste es vacilante: God. IX, 533), oc. ant.
maragda o
esmerauda (junto a
maracde,
maraude,
mer-, m.)
2; el masculino predomina en italiano
smeraldo (pero
smeralda, S. XIII), y en catalán antiguo (
maragde m., 2 ejs. en Aguiló, y J. Roig,
Spill, v. 8342, con uno de
smaracde; hoy literariamente se da la preferencia a
maragda f.). De todos modos, también es posible que la forma castellana viniera por conducto del francés, donde ya se documenta en el S. XII, y donde el cambio de
A en
e se explica fonéticamente, así como en italiano, pero no según la fonética española
3; la
-e francesa podría corresponder a
-US latino, y el cambio de género se explicaría por la inicial vocálica. El tratamiento de la
G es el mismo que en
ENJALMA y en
Baldac <
Bagdad; pero en la hipótesis de un galicismo temprano se explicaría por el paso de
G a
⺄, y castellanización de esta
? según el modelo del sufijo
-aud =
-aldo.