ENFADAR, tomado del gallego-portugués, donde enfadar-se significaba en la Edad Media ‘desalentarse’, ‘cansarse’, ‘aburrirse’, y parece ser derivado de fado ‘hado’, ‘destino, especialmente el desfavorable’, quizá en el sentido de ‘disculparse con la fatalidad’, ‘ceder a ella’.

1.ª doc.: enhadar, Nebr., Hernán Núñez (1555); pero ya en el Otos de Roma, de la 1.ª mitad S. XIV; enfadado, Montemayor, 1558.

En el estudio de esta palabra se han dejado llevar los romanistas por una falsa apariencia, y por una cómoda pero inexcusable ignorancia de la historia del vocablo. M-L. (REW, 3223), Wartburg (FEW III, 438n.9), A. Coelho, Nascentes, la Acad., y aun C. Michaëlis1, coinciden en derivarla del lat. FATŬUS ‘soso, insípido’, ‘insensato’. Como se cree que esta palabra no ha dejado descendencia popular en español ni en portugués2, M-L. y Wartburg se ven lógicamente conducidos a afirmar que enfadar procede de Francia, derivándolo del fr. fade o de oc. fat ‘soso, tonto’3; lo cual pareció tanto más natural cuanto que la f del cast. enfadar denuncia un origen forastero. Pero ni en castellano ha existido un adjetivo *fado ni en lengua de Oc o en francés un verbo *enfadar o *enfader, pues claro está que el bearn. enfadà «dégoûter» es castellanismo reciente y meramente local, cuyo carácter saltaría a la vista aunque no lo denunciara manifiestamente esta -f- en tierra gascona4. Luego es imposible que enfadar proceda del Norte o del Este, y se impone examinar si puede venir del Oeste.

Ahora bien, llama la atención en seguida la fecha tardía del cast. enfadar, ajeno al vocabulario de todos los siglos medievales (Cid, Berceo, Calila, Apolonio, Alex., Biblia doscentista, Fuero Juzgo, J. Manuel, J. Ruiz, glosarios publicados por Castro, Canc. de Baena, etc.)5, y aun a la Celestina y a APal. Fuera de la forma rara enhadar, que sólo se halla en Nebr. y en los refranes de Hernán Núñez, y que parece un intento fracasado de castellanización fonética del vocablo portugués, el ej. más antiguo que conozco es el del Otas de Roma, 1.ª mitad del S. XIV; pero nótese que es texto leonés occidental, cargado de analogías gallegoportuguesas, y desde luego en el sentido de ‘cansarse’ («non sse enfadava de velar e de orar e de ayunar», f° 93, ed. Baird, 145.15); el ejemplo siguiente, de 1558, pertenece a los Trabajos de los Reyes del portugués Jorge de Montemayor; después enfado aparece en Fray Luis de León, y enfadar es frecuente en Cervantes, Góngora, Quevedo y contemporáneos. Aunque se puedan agregar más adelante otros ejs. de esta época o levemente anteriores, siempre quedará el contraste con la gran frecuencia del gall.-port. enfadar en el S. XVI y en la Edad Media, a pesar del escaso material de que disponemos para la fase medieval de este idioma: está ya en las Cantigas de Alfonso X y en varios trovadores lusitanos coetáneos de este rey y de Don Denís, en la Crónica Troyana en gallego del S. XIV, en las Ordenanzas Alfonsinas de 1446, en la Crónica de Garcia de Resende (secretario de D. Juan, † 1495), y en muchos textos del período renacentista temprano, desde el Palmeirim, Juan de Barros, Jorge Ferreira, Juana de Gama y otros, que se pueden ver en Moraes y en Vieira. Basta esto para asegurar la procedencia portuguesa o gallega. Pero quedará el problema de ver si en este idioma viene de FATUUS o de FATUM, que si bien nos sentimos inclinados desde el principio a resolver en favor del último, en vista de la escasa o nula descendencia directa que aquél dejó en el Oeste y Centro peninsular, en definitiva sólo podrá resolverse por medios semánticos.

Por lo pronto está bien claro que la ac. moderna ‘enojar, encolerizar’, se debe a una evolución reciente6, todavía ajena al uso americano, de la Arg., Chile, etc., donde por lo demás enfadar es vocablo literario y de poco uso, nueva confirmación de su procedencia forastera. Lo clásico es ‘aburrir, hastiar’, véanse los ejs. del Quijote en el vocabulario de Cejador, los de Góngora en el de Alemany (cuya traducción «causar enojo» está desmentida en forma evidente por el contexto), y los demás de esta época en Aut. («si es que no os enfada oyr lástimas y desgracias. ―No enfadará, señora mía», «estos dones, que por la muchedumbre deven de enfadar como los mosquitos», «el deleite del cuerpo, donde los principios son intolerable trabajo, los fines enfado y hastío, los frutos dolor y arrepentimiento», etc.), y las definiciones de Covarr. («enfada la arrogancia del hombre impertinente al repetir una cosa muchas vezes, la porfía del importuno, y otras muchas cosas, de que se han hecho discursos, que por nombre tienen enfados») y Oudin («ennuyer, attédier, fascher, importuner, saouler, desgouster, desplaire, harceler»); agréguese la de Nebr. («enhadar lo mesmo que enhastiar»), y el pasaje de Montemayor: «los Reyes... no pueden ser mozos para hablar, ni viejos para descansar, ni enfadados para se recrear» (RFE XII, 49); enfadoso es ‘aburrido’, desenfadar (por lo común reflexivo) es casi siempre, hasta hoy, ‘divertir, esparcir el ánimo’ (ejs. desde Mariana y Cervantes, en Cuervo, Dicc. II, 1055) y desenfado es ‘desembarazo, graciosa libertad’7. Este sentido es también normal en el portugués de hoy en día, en el verbo y en los típicos derivados enfadonho y enfadamento (además de enfado, común a los dos idiomas)8, y es ya frecuente en los SS. XVI-XVII. Pero hay otro más antiguo.

La comparacién de los varios ejemplos medievales basta para enseñarnos que entonces se empleaba enfadar-se siempre como reflexivo y con el sentido de ‘desalentarse, cansarse, cesar (de hacer algo)’: «Porque sol dizer a gente / do que ama lealmente: / ―Se s’én non quer enfadar, / na cima gualardon prende»9; «aqueste jograr jogava / ós dados, com’aprendí / e descreýa tam muito, / o que quantos seýan ý / foron én tan espantados / que se foron os mays d’ý; / mais él de viltar a Virgen / et Deus sol non ss’enfadou» (Alfonso X, Cantiga 238, estrofa 3)10; «e tenho que me fez Deus mui gran ben / en me fazer tan b?a don’ amar, / e de a servir e non m’enfadar»11; «muitos ipócritas em todo-los estados, que despois de sua morte se enfadaram de o ser, e foram conhecidos por quem eram», Crón. de D João II de Garcia de Resende; de la misma manera enfadado ‘cansado’: la conocida cantiga en que D. Denís se queja del latoso inagotable, dice «e muit’enfadado do seu parlar / sevi gram peça, se mi valha Deus, / e tosquiavam [‘quedaban sin pestañas a fuerza de frotármelos’] estes olhos meus, / e quand’el disse: ―Ir-me quer’eu deitar ― / e dix’eu: ―Boa ventura ajades / porque vos ides e me leixades» (Canc. de D. Denís, v. 2721, comp. C. Michaëlis, ZRPh. XIX, 204, RL III, 139, 187); «e moir’! e pois preto da mort’estou, / muito me praz; que enfadado vou / d’este mundo que é mal parado»12.

Teniendo en cuenta que también en la Crónica Troyana del S. XIV enfadamento es ‘trabajo, enfado’ (según el glosario), se va naturalmente a la idea del fado portugués desventurado «o que parece acontecernos necessáriamente, sem o procurarmos, ou ainda forcejando por evitá-lo», que los diccionarios citados ejemplifican copiosamente en Camoens y en Jorge Perreira; el antiguo plural neutro fada tomó el significado de ‘sufrimiento, trabajo’: «poucas son as malas fadas: frase equivalente a poco resta de trabajo, de sufrimiento» (en el dicc. gallego de Vall.), «cuidƟo que tudo o mato é ourégƟos, e nƟo sabem que cá e là más fadas ha» (Camoens, citado por CortesƟo); fadário es ‘lidia continua, afán sin reposo’ (o fadário de Phineu entre as Harpias, en Jorge Ferreira), ‘mala vida, p. ej. la del corsario, el ladrón, la meretriz, el tahur’ Juan de Barros). No es que hado (ant. fado) y sus derivados sean del todo ajenos al castellano medieval, véanse ejs. semejantes desde Berceo y el Apol. («tovieron su carrera maldiziendo su fado», 327b) en BKKR y en el Voc. de Cej., y también produjo algún derivado y compuesto (como los fadar y fadario, tan frecuentes en portugués, y el hadeduro del Arcipreste). Pero indudablemente la misma familia muestra popularidad más amplia y duradera en el idioma vecino.

Y en éste se manifiesta más claro cierto rasgo típico de fatalismo popular, consolidado hoy en día con la expresión lírica de los fados famosos, que lloran las desventuras del hombre del pueblo, «o destino incontrastável, o mau fado, desculpa muito cómoda, invocada pelo povo, para disfarçar a pusilanimidade em resistir as tentaç?es de nƟo cumprir o dever, nem respeitar o decoro: foi fado, foi sina! [‘fué el sino’]», según la cita que Gonçalves Viana reproduce de un clásico13. No han valido de mucho las protestas de los grandes mentores nacionales: «chamƟo-lhe fado mau, fortuna escura, / o que é só Providência de Deus pura», dijo Camoens, y el predicador Vieira remachó «nƟo está na mƟo dos Fados, senƟo nas nossas», pero la plebe siguió invocándolos, y en el Sur o fado acabó por designar el oficio de prostituta (nos dice G. Viana) y fadista es el rufián que de ella vive. Qué honda y melancólica flojedad respira la frase popular de Sá de Miranda: «disse ?a contra mim: ―Qual vai Gonçalo? / ―Como muitos, disse eu, vai fadejando» (p. 479), esto es ‘obedeciendo al fado, pasando su fadário’, y la réplica irónica de sus amigas recuerda a la enamorada que no todos juzgan esta mala vida con tanta indulgencia. Sea como quiera, no puede extrañarse que enfadar-se expresara en ese humor la idea del renunciamiento fácil, del desaliento y la interrupción en el esfuerzo, en una palabra, que significara ‘desanimarse y cesar’; en Castilla misma se halla esta ac. en las fases más antiguas de la adopción del vocablo: «quien malas hadas no halla, de las buenas se enhada», ‘¡hay quien se desalienta aun por la buena suerte!’, dice un refrán recogido por Hernán Núñez y citado útilmente por Cejador en La Lengua de Cervantes.

Lo demás en la evolución es clarísimo: de ‘cansarse’ se pasó a ‘aburrirse, fastidiarse’ y de ahí modernamente a ‘enojarse, entrar en cólera’, de la misma manera que ocurrió con el cast. enojar = in odio esse alicui, o con el fr. fâcher = fastidire14. Palabras como ésta tienen un valor incalculable para el estudio histórico de las ideas y la psicología popular, pero la antigua etimología mecanicista permanecía ciega en su presencia.

Acepta Spitzer mi etimología con aplauso pero sugiriendo un retoque semántico, no apoyado por la documentación hispánica; y parece peligroso dejarse guiar ahí por el galorrománico, cuando el derivado en cuestión ha tenido en Francia vida tan raquitíca, y tan dispar de lo hispánico. Por lo demás no es muy seductor el camino de enfadado ‘embrujado’ a ‘que ha perdido la iniciativa’, ‘cansado’. Enfadado debería entonces aparecer mucho antes que enfadar-se, y si de aquél cito ejs. en el S. XIV (Don Denís), de éste ya abundan en las Cantigas, del XIII. Y ¿por qué habría de ser incompatible con mi explicación el prefijo en-? ¿De por-se nas mãos do fado no se podía pasar a en-fad-ar-se? Si hay enhastiarse junto a hastiarse, ¿por qué no había de crearse enfadar-se junto a fadar? Y no tenemos por qué dudar de que se trate de un derivado antiquísimo: enfadar-se junto a in fato esse o consistere es paralelo a enojarse renovación de in odio esse; sese in fatum dedere bien podía pasar a SE IN-FAT-ARE. En cuanto al somero parecido señalado por V. Buescu (Boletim de Fil., 1952, 20-36) con el rum. desfĕ ‘deleitar, divertir’, es lejano y casual. GdDD 2708 interpretaría enfadarse como «estar de mal hado» (de donde ‘de mal humor’), comparando con estar de mala luna, pero la historia semántica del vocablo muestra que no fué por ahí la evolución, sino a través de ‘cansarse, desanimarse’.

DERIV.

Enfadadizo. Enfadamiento [h. 1250, e. nin enojo, Setenario, 9.29]. Enfado [med. del S. XVI15]. Enfadoso [1605, Quijote]. Desenfadar [-hadar ‘distraer, entretener’ 1400, Confissión del Amante, 2.6, contiene portuguesismos procedentes de la versión original; íd., Nebr.]; desenfado [-hado, íd.], desenfadamiento [-h-, J. de Valdés].

1 Es verdad que sólo lo indica poniendo entre paréntesis, en su glosario del Cancioneiro da Ajuda (RL XXIII, 34), la palabra latina INFATUATUS junto al port. enfadado.―

2 En realidad sí dejó pero por caminos fonéticos y semánticos apartadísimos de los que hubiera debido seguir para llegar a enfadar; V. HOTO.―

3 Permítaseme decir de paso que nadie puede sentirse satisfecho con la forma como suele explicarse la dificultad fonética que presenta en francés la etimología fade FATUUS; ni con el VAPէDUS ‘evaporado’ de Gaston Paris, ni con el *FATIDUS de M-L. (ZRPh. XIX, 277), por «cambio de sufijo» de FATUUS, o por cruce con SAPIDUS (Wartburg). Basta una ojeada a God. (III, 695, y IX) en comparación con el artículo de Raynouard, para no poder escapar a la impresión de la escasa vitalidad y autoctonismo del fade francés frente a su hermano occitano: fuera de un ej. aislado de med. S. XII, en el Tristan de Beroul, y de cuatro más bien tardíos del S. XIII (Roman de la Rose, Amadas et Ydoine, G. de Coincy, Ph. Mousket), todos los ejs. son de fines de la Edad Media, en contraste con la gran abundancia en trovadores de los SS. XI y XII, desde Guillermo de Poitiers; frenœ a la gran riqueza de derivados occitanos (fadet, fadelh, faduc, fadetz, fadeza, fadenc, fadejar, enfadezir), hay en francés una escasez notable, dentro de la cual llaman la atención varios occitanismos flagrantes (fadaise, fadasse); casi todos los ejs. en francés antiguo presentan el significado secundario ‘débil, lánguido’, degeneración semántica típica de un extranjerismo. ¿Cómo no ha pensado nadie que fade ha de ser préstamo del oc. fat, fada, representante normal de FAT(U)US? Hubo generalización de la forma radical del femenino, impuesta en francés por el modelo de (maus)sade, rade, malade, vide, hi(s)de, y por la ausencia de adjetivos autóctonos que terminaran en -at, -ade. Me parece evidente que ahí tenemos una consecuencia lingüística de la fatuidad meridional frente a la severidad norteña, y que la historia del fr. moderno fat, provenzalismo reconocido unánimamente, se dió dos veces en el idioma.―

4 Así lo confirma la forma de Arrens enfazà (con -z- inexplicable si fuese autóctono), donde se ve cómo a este vocablo llegado de afuera se trató de asimilarle a la fonética local, que opone la -z- como representante de una -D- intervocálica a la -d- de los valles bearneses intermedios entre Arrens y el País Vasco. En cuanto al languedociano de Pézénas enfadat ‘infatué’, también forma suelta, es claramente un derivado moderno y local de fat. En catalán enfadar es castellanismo muy moderno y sentido como tal, bastante usado en todas partes, aun en Mallorca, pero allí, como en todo el territorio lingüístico, el derivado enfado revela su procedencia: no hay ej. antiguo alguno, ni los dan Ag. ni Balari ni yo los conozco; Alcover sólo da uno de 1565.―

5 Sólo enfadamiento en el Setenario, pero recuérdese que los leonesismos abundan en los textos alfonsíes.―

6 No figura en Aut., pero sí en Terr. («irritar»). Cuervo sólo halla desenfadar ‘quitar la cólera’ en Ventura de la Vega († 1865).―

7 Desenhadamiento es una de las palabras españolas sin equivalente latino según Juan de Valdés, Diál. de la L. Desenhado en Nebrija. En las montañas del Pallars el castellanismo cat. estar enfadat ha conservado el sentido de ‘aburrirse, padecer tedio’ (oído en Tor).―

8 «O truƟo, bobo ou bufƟo era... um contraveneno do tédio, prompto sempre para encher o vácuo das horas d’enfadamento», Herculano.―

9 Cantiga de amigo atribuída a Martim Moxa, Canc. da Ajuda, v. 6784. Traduce D.ª Carolina: «wer ausharrt, wird selig».―

10 Si significara ‘no le pesó’, como cree Valmar, sobraría el sol non ‘ni siquiera’. Claro está que es ‘no cesó ni un momento’.―

11 Íd., ej. de Roy Queimado, ibid., v. 3279. C. Michaëlis: «in ihrem Dienste nicht erlahme».―

12 Joan Lopes d’Ulhoa, Canc. da Ajuda, v. 4684; según C. Michaëlis: «denn unwirsch geh ich». Este trovador (y los anteriores citados, más o menos) llegó a alcanzar la época de D. Denís, 1279-1325.―

13 Apost. I, 431.―

14 No creo haya necesidad de admitir influjo semántico de FATUUS en la ac. ‘fastidiar, aburrir’. Si acaso sería a través de algún provenzalismo portugués, por lo demás raro, como el fadeza ‘estulticia, locura’ que aparece en la Demanda do Santo Graal, véase el glosario de Augusto Magne, y se trataría nada más que de una influencia auxiliar y secundaria. Prueba del carácter advenedizo y muy reciente de enfado en la zona oriental del dominio español es la mutilación fado ‘enojo’ que ha sufrido en Echo, RLiR XI, 163.―

15 En esta época era muy frecuente el género del enfado como composición poética (procedente del enueg trovadoresco), en que el poeta expresa fastidio por un abuso, ridiculez, etc. V. la documentación en la ed. de B. del Alcázar por Rz. Marín, p. 265.