EMBAÍR, ‘ofuscar, embaucar, engañar’, antic. significó en la Edad Media ‘avergonzar, confundir’ y más antiguamente ‘atacar, atropellar, maltratar’ y procede del lat. էNVADĔRE ‘invadir’, ‘acometer’, derivado de VADĔRE ‘ir’.
1.ª doc.: en las acs. antiguas, Cid; en la clásica, 1545, Pero Mejía (embaidor ‘embaucador’ ya h. 1400, Glos. del Escorial), y quizá ya en Berceo y el Alex.
DERIV.
Embaidor ‘embaucador, impostor’ [Berceo, Himnos: para el sentido V. arriba; sentido moderno desde h. 1400, Glos. del Escorial]5. Embaimiento [2.ª mitad del S. XVI: H. de Mendoza, Fr. L. de Granada, en Aut.; Coloquio de los Perros, Cl. C., p. 312]. Embaición. Embaecer ast. ‘embaucar’ (V).
1 También en J. Ruiz, 379c, donde se describe como el Amor invade o seduce paulatinamente a una mujer: «E si es dueña tu amiga que desto non se conpone, / tu católica a ella cata manera que la trastorne, / os, lingua, mens, la envade, seso con ardor pospone, / va la dueña a tercia, caridat a longe pone».― ↩
2 «Aquí quiso don Pluto su palacio conplir / que non podiesse omne por nulla part foyr: / paró otras barreras pora omne enbayr, / que de una o otra non podies end guarir».― ↩
3 Si la forma ebayr del Cid 3011 se hallase en otras partes, podríamos pensar en EVADERE, que en romance (cat. esvair, oc. ant. esvazir), y ya en latín clásico, tiene el mismo sentido de ‘acometer’ (vid. DESVAÍDO). Entonces embaír sería forma secundaria, con cambio de prefijo, como enmendar, enmentar. Pero no hallándose otros ejs. es más verosímil la opinión de M. P. de que en este ej. aislado hay olvido de la tilde de nasal, y debe leerse embayr.― ↩
4 «Había tal dolor en las palabras de don Clemente, que nosotros aparentábamos no comprender. Franco se cortaba las uñas con la navaja. Helí Mesa escarbaba el suelo con un palillo, yo hacía coronas con el humo del cigarro. Tan sólo el mulato parecía envaído en la punzante narración», E. Rivera, La Vorágine, ed. Losada, p. 140.― ↩
5 Castro cita uno del Corbacho, y Mugica (ZRPh. XXXV, 112) da otros tres antiguos. También Coloquio de los Perros, Cl. C., p. 286; Quijote II, xlv, Cl. C. VII, 168. ↩