DUENDE, ‘espíritu travieso, que se aparece fugazmente’, por lo común ‘el espíritu que se cree habita en una casa’; significó antiguamente ‘dueño de una casa’, y es contracción de duen de casa, donde la primera palabra es forma apocopada de DUEÑO.

1.ª doc.: duende ‘dueño’, 1221, Fuero de Villavicencio (León), en Escalona, Hist. de Sahagún, p. 581; duen de casa ‘duende’, med. S. XV, Alfonsus de Spina, Fortalitium Fidei; duendes, APal. 233b, 198b.

Propuso ya esta etimología, aunque algo confusamente, Covarr.1, pero no se le hizo caso2; más recientemente volvió a sugerirla el Sr. J. Elsdon, si bien con cierta vacilación, y la documentó en parte pero ya satisfactoriamente (RFE XXIII [1936], 66-67, comp. 198). En realidad está fuera de dudas. Dueño se apocopaba regularmente ante un complemento, paralelamente a mano > man (man derecha, etc.), bueno > buen, primero > primer, y análogos, y así resultaba duen: «ke duen de Santa María de Puerto [‘el señor de Sta. María del P.’] metie abbat enna ecclesia», doc. de la Montaña, a. 1191, M.P., D.L., 1. Al desaparecer el carácter general de la apócope, siguió practicándose, sin embargo, en la locución frecuente duen de casa3, y abreviadamente duende, que todavía significa ‘dueño de una casa’ en el Fuero de Villavicencio, como observa Muñoz Romero, Col. de Fueros Municipales, p. 179: «El duende estando delantre non lo prinde nenguno, ne por nenguna calompnia non recuda a nenguno, sin quereloso»4.

Antiguamente se miraba siempre al duende como un personaje vinculado a una casa, que hacía en ella cuanto quería, como un dueño, y se le hacía equivalente de los Lares y Penates de la mitología romana: «Lanee... era fiesta fecha a los duendes», «Festo Pompeyo el qual afirma que los antiguos sacrificavan a los duendes hostiles pensando que ellos arredravan los enemigos» (APal.), «Lares quieren dezir lo que llamamos trasgos o duen de casa... parece que algunos no salen de algunas casas, como si las tuviesen por sus proprias moradas» (Antonio de Torquemada, a. 1570); conserva también la forma duen de casa Nebr., traduciéndola «incubus, succubus». Este tipo de denominación del duende es, por lo demás, común en muchos idiomas, pues en el vasco de Vizcaya se ha dicho etxajaun ‘dueño de casa’, por ‘duende’ (Azkue I, 287b, que ya aparece en 1562 en el vocab. alavés de Landucci), en inglés se le ha llamado house-fairy, y el alem. kobold ‘duende’ (al cual responde en anglosajón cofgodu «penates, lares») viene de *kubahulths o de *kubawalds, donde el segundo elemento es walten ‘señorear’, y el primero es el a. alem. med. kobel ‘casa estrecha’, ags. cofa ‘cuarto’, ingl. cove ‘guarida’. Más tarde pudo emplearse duende en un sentido más amplio, sin relación necesaria con las casas (así Covarr. habla ya de duendes de las montañas y de las cuevas), pero esto es posterior, y aun ahora sigue callándolo la Acad. Vid. la amplia documentación que proporciona Yakov Malkiel en su estudio publicado en el A. M. Huntington Testimonial Volume (Wellesley College), pp. 361-92, que es exhaustivo y poco luminoso como todos los suyos y no aporta novedades de interés. Es inaceptable del todo la hipótesis de un étimo *DOMէTEM de DOMUS, según el modelo de PENATES, sugerida por J. Dirichs, ZRPh. LXVIII, 423 (formación inverosímil).

Del castellano pasó duende al portugués (ya en Moraes, sin ejemplos), y aun pudo allí alterarse en duengo (según el trasmontano Madureira, 1729, y según Monte Carmelo, 1767, Cornu, Port. Spr. § 205), por cambio de «sufijo», comp. moenga ‘molienda’5. La ac. ‘tela semejante al glasé’ (ya Acad. 1843) se explica por sus destellos fugaces, como la aparición de un duende; la de ‘ronda’, propia de la germanía, por su aparición inesperada.

Otras etimologías propuestas pierden ahora interés: Diez, Wb., 445, seguido por Spitzer, ZRPh. XLII, 196, y A. Castro, ARom. VI, 504n., creía que es una variante de duendo (V. DOMAR) ‘domesticado’ (de donde ‘doméstico, familiar’), pero el caso es que la forma duendo no se halla nunca en el sentido de duende y esta -e final entonces no se explicaría; duendo ‘duende’ no me es conocido en castellano, pero sí se halla como castellanismo en el catalán de Maestrazgo (Seidia, pp. 77, 267). Apenas merece mención la de Brüch (DAEMONEM > *dómene por cruce con DOMINUS, y después *dómite por cruce con COMITEM: Misc. Schuchardt, 1922, p. 38).

1 Hablando de los tesoros que se dice ocultan los duendes en los cimientos de las casas, y después de dar los equivalentes latinos del vocablo, continúa «nosotros por esta razón les llamamos duendes de casa, dueños de casa, y corrompido el nombre, y truncado, dezimos duendes». También A. de Guevara emplea en su Menosprecio de Corte la forma duendes de casa, aunque evidentemente no piensa en ninguna etimología.―

2 Aut. después de reproducir la base semántica de la etimología de Covarr., sale con la infeliz idea de derivar del ár. duar ‘casa’.―

3 «Si... al óspede sospecta... lo don de casa iure... que per él... minos non á so aver», Fuero de Avilés, línea 58.―

4 Es decir, cuando no hay acusador (quereloso), no se permite prendar los bienes de una casa, estando el dueño presente. La contracción duende puede entenderse de dos maneras, que no difieren esencialmente. O bien se omitió casa como innecesario, por emplearse siempre la forma duen (de) con este complemento, o bien se dijo primero duende de casa (y después duende) por reacción contra una supuesta haplología, o por influjo de la vacilación entre on(d) y onde, en(d) y ende, fuen(t) y fuente, etc., al mismo tiempo que fuen(t) fría se cambiaba en fuente fría. Es el mismo caso de allén del mar cambiado en allende del mar.―

5 Podría pensarse en un descendiente autóctono de un *DONէMէCU, metátesis de DOMINICUS, pero es inverosímil.―

6 En Lexik. a. d. Kat., 23, 44-45, había pensado primero en IND֊MէTUS ‘travieso’, y después en duendo en el sentido de ‘lustroso’ que tiene dondo en ciertos dialectos portugueses, de donde luego ‘brillante’, ‘de buen humor’ y ‘duende’.