DONDE, refuerzo del antiguo onde ‘de donde’ mediante la preposición de; onde procede del lat. ŬNDE, de igual significado.

1.ª doc.: ond, onde, orígenes del idioma (Cid, Fuero de Avilés, etc.); don(d), Cid, Reyes Magos, dont, 1213, M. P., D. L., 43; donde, 1251, Calila, ed. Allen, 92.4281.

Junto a ond(e) o dond(e) existió hasta el S. XIV2 o, procedente del lat. ŬBզ ‘en donde’3, y su sucedáneo do, que todavía sobrevive en el estilo poético4. La historia del uso de los dos vocablos concurrentes y sus variantes, y de la evolución de sus sentidos, es complicada de por sí, con la agravante de la desconfianza que deben inspirarnos muchas ediciones. No hay duda de que el castellano preliterario distinguiría consecuentemente entre o, con idea de reposo o de movimiento por donde o hacia donde5, y onde reservado para la idea de procedencia, como en latín; en cuanto a do, equivaliendo a de o, sería sinónimo de onde (así ocurre comúnmente en los primeros monumentos, y todavía no sólo en el S. XV ―Santillana, Hernando del Pulgar, en Cuervo, 1324a―, sino aun en Cervantes, vid. nota arriba). Sin embargo, pronto, y sobre todo desde el momento en que el antiguo diptongo ou procedente de AU se confundió con o, coincidiendo con el adverbio de lugar con la conjunción disyuntiva, hubo tendencia a emplear el compuesto do como equivalente y sustituto de o UBI, es decir, sin idea de procedencia (así ya en Berceo, Sacrif., ed. Solal., 83; Bocados de Oro, ed. Knust, 76).

El doble sentido de do, acabó por traer consigo el empleo indistinto de onde, aun con idea de reposo o de lugar hacia donde o por donde. Sin embargo, esto no ocurriría en seguida. Los ejs. de onde con este valor son raros al principio y sospechosos, pero es indudable que esto ya ocurría en el S. XIV6. La variante dond(e) se crearía primero como mero refuerzo enfático de onde (está ya dond en los Reyes Magos) después quedaría como única expresión inequívoca de la idea de procedencia, y en definitiva acabó por contaminarse del doble valor de sus sinónimos do y onde (así ya en Sánchez Talavera, h. 1400, Canc. de Baena, n.º 531, v. 3, «non sabe donde ymos nin donde venimos»). Pero el doble valor sigue vigente no sólo en el S. XV («limpia torne al lugar limpio donde vino», H. del Pulgar) sino aun en el XVI («dónde diablos venís», Torres Naharro; «a Alba, donde era natural», Sta. Teresa) y el XVII («meterme en un laberinto donde no me fuese posible salir», Coloquio de los perros, Cl. C. II, 273; «la gran multitud desos robles nos impide ver dónde viene la voz», Tirso, El Condenado II, x, ed. Losada, p. 139; «la costumbre de la tierra donde venís», Lope, Noche Toledana, Rivad. XXIV, 204a; «―¿Dónde vienes? ―De Toledo. ―¿Adónde vas? ―A Plasencia», Vélez de Guevara, La Serrana de la Vera, v. 2227; y aun, con significado figurado, a mediados del siglo, en Melo «Lleva el apetito... a grandes peligros... donde viene que yerran lo que podían enmendar», Rivad. XXI, 487a)7. Sin embargo, el deseo de evitar la ambigüedad condujo pronto a crear de dónde (que mirado históricamente contiene la preposición de tres veces), que ya se halla en la Celestina, en Torres Naharro y en un refrán citado por Valdés8. Desde entonces onde podía parecer una mera variante fonética y vulgar del más corriente donde, y aunque es todavía frecuente en la Agricultura de Herrera (1513), estaba condenado a una pronta desaparición en el idioma culto; en cuanto a la forma actual onde (y a sus contracciones ande, ponde y pande), tan frecuentes en el habla del vulgo de todas partes, es difícil asegurar lo que tengan de arcaísmos o de alteraciones fonéticas según el tipo ejar por dejar9.

Entre las innovaciones más modernas me limitaré a citar el empleo de donde como preposición en el sentido ‘en casa de’, ‘junto a’, casi general en América y muy extendido en las hablas leonesas y del Norte castellano, para lo cual remito a mi nota de RFH VI, 236, y demás bibliografía allí citada10.

DERIV.

Del lat. ubi es derivado artificial el lat. escolástico ubicatio, -onis, ‘situación, estancia de algo’ (creado por los lógicos de la baja Edad Media, a la manera de quididad y análogos): de ahí el cast. ubicación [h. 1630, Paravicino, Aut.], hoy empleado en América; de este substantivo se sacó luego el verbo ubicarse [Aut.], más tarde ubicar intr. ‘estar situado’ [ej. del andaluz Estébanez Calderón, h. 1840, en Román; «un casco de estancia... que ubica al Sud de esta ciudad», doc. arg. de 1838, Chaca, Hist. de Tupungato, p. 207; construcción anticuada], o tr. ‘situar’ (común en Arg., Chile y Perú, y deducible directamente del ubicarse de Aut.; el uso de este verbo en cualquier construcción ha sido siempre raro en España ―la Acad. suprimió el vocablo en sus ed. de 1817-1843 y otras― y hoy es desusado allí, mientras que la enseñanza de las universidades y colegios coloniales logró popularizarlo en América del Sur).

CPT.

Para o, do y donde, vid. arriba. Doquier [oquier, Fuero Juzgo, Fuero Real, Partidas; doquier, Berceo, S. Dom., 72; doquiere, Mil. 804a], dondequier [Calila, 146.108; raro, hoy sólo en verso], doquiera [Celestina, ed. 1902, 17.9], dondequiera [Celestina, 92.31; Nebr.], vid. Cuervo, Dicc. II, 1326-7. Adonde, adondequiera (vid. DHist. y Cuervo, Dicc. I, 207-210). Ubicuidad [Aut.], tomado del lat. escolástico ubiquitas, -atis, derivado del lat. ubīque ‘en todas partes’; ubicuo [Acad. 1925, no 1884], ubiquitario.

1 Tratándose de esta palabra hay que contar con muchas modernizaciones de los copistas y, en ciertos casos, de los editores. Así en berceo, Loores, 127, leemos donde, pero el metro exige don o mejor, dado que hay idea de reposo, o o do; en el mismo texto, 134, el metro confirma también la lección on(d) en lugar de donde. Hay que recordar bien esta salvedad cuando se usan los ejs. citados por Cuervo, Dicc. II, 1316-26; o Cej. IV, § 66.―

2 Todavía en el Caballero Plácidas, en J. Ruiz y en el Libro de la Montería.―

3 Hay variante u, debida a la metafonía causada por la -զ. Existe el interrogativo ú en el portugués del Minho (Leite de V., Opúsc. II, 19), y también en hablas leonesas; en todas ellas y particularmente en gallego, se junta en las interrogaciones con la forma arcaica del pronombre átono neutro o de tercera persona: u-lo?, u-la? ‘donde está ello?, dónde está ella?’ (Lugrís, p. 181), «escóitase falar de pintura galega: ¿Ula?» Castelao 22.25).―

4 Nebr. lo registra como variante y es aún frecuente en la Celestina (vid. Poston), pero pronto se iría haciendo raro su uso, fuera de la poesía o del estilo elevado o arcaizante: «Da cada día señales de la clara y generosa estirpe do desciende», Cervantes, Galatea, dedicatoria; «para... fama de la Mancha, do según he sabido, trae vuestra merced su principio y origen», Quijote, I, xlix. El caso es que Valdés, puesto a dar ejs., sólo sabe citar dos refranes (Diál. de la L., 121.1). Hoy sobrevive dialectalmente, sobre todo en las combinaciones interrogativas elípticas donde se junta con un pronombre átono de tercera persona, dóla, adóla, (a)dólo, etc., que aparecen ya en J. Ruiz, en el Arcipreste de Talavera (II, cap. i, «¿adóle este huevo?»), en Malón de Chaide («y vuestra cortesanía, ¿dóla?», Rivad. XXVII, 412b), en Quiñones de B. (NBAE XVII, 64), hoy siguen empleándose en Canarias (Cuervo, Ap.7, p. VIII), en Cespedosa (RFE XV, 246), en Asturias, en el judeoespañol de Marruecos, donde además se dice ¿adóme, adóte, adó el hombre, adó el dedal? (BRAE XIV, 567).―

5 No hay huellas en castellano de los adverbios quo y qua, de que se servía el latín en estos casos. El segundo se eliminaría al confundirse con (a)cá ECCUM HAC; el primero, quizá por parecer variante de com = como.―

6 Unos pocos ejs. de on o don en el Cid (v. gr., 1516), en Apol. (469) y en Sta. M. Egipc. (Rivad., pp. 309a y 315b), pueden ser debidos a los copistas del S. XIV que nos transmitieron estas obras, tanto más cuanto que era fácil leer õ en vez de o.―

7 Por tradición literaria, en verso, se ha seguido admitiendo esta posibilidad hasta h. 1800: véase un ej. de Menéndez Valdés en Cuervo, 1316b.―

8 «No trae sentencia de donde no mana, / loable al autor y eterna memoria», Celestina, preliminares; «¿De dónde bueno venís?», Propal. I, 321; «El abad de donde canta, de allí yanta», Diál. de la L., 41.19.―

9 La confusión descrita sería causa, mientras no se restableció el equilibrio sistemático, de que nacieran esporádicamente otros usos sintácticos no justificados históricamente. Así donde ‘por donde’ en La Ilustre Fregona: «me volví a salir por los mismos pasos donde había entrado», Cl. C. I, 317.―

10 Ejs. de Castilla, en Mugica, ASNSL CXXII, 423 (pero las autoridades citadas son de autores gallegos y santanderinos, luego en rigor leoneses). Para el Norte de Portugal, vid. además Leite de V., RL III, 61, 67. La misma evolución se produjo en Sicilia y en Córcega (annau unni so matri, unde noi), y Bertoni supuso, sin lograr la aprobación de Rohlfs, que de ahí puede salir el it. da, it. ant. y calabr. di, como sustitutos del lat. apud (Lingua e Cultura, 1939, 90 y ss.; ASNSL CLXXV, 270).