CARABELA, del port. caravela íd., diminutivo del lat. tardío CARBUSembarcación de mimbres forrada de cuero’, y éste del gr. κάραβος ‘cangrejo de mar’, ‘embarcación’.

1.ª doc.: Partidas.

Vidos, ZFSL LVIII, 457-62 (comp. Tagliavini, ibid., LIX, 189-91); Jal, s. v. carabela, calavariis, caravala, caravel(l)a, caravelle, caravenne, carabo, carabus, caravo; Du C., s. v. caravella, caravala, carabus; Zaccaria, s. v.; Simonet, s. v. carrabíla, carabáll, cárib. San Isidoro (Etym., XIX, i) describe el carabus como una embarcación pequeña («parva scapha, ex vimine facta, quae, contecta crudo corio, genus navigii praebet»)1; las antiguas fuentes latinas de la Edad Media siguen hablando de cárabos como de chalupas al servicio de una nave grande, o de pequeñas embarcaciones de dos cueros y medio usadas en los mares de Irlanda2; pero más tarde el cárabo sería ya una embarcación más considerable, puesto que un cronista de las Cruzadas los cita en 1177 inmediatamente antes de las naves de carga, y crónicas españolas y portuguesas de los SS. XIV y XV hablan de cáravos que trasportaban 30 moros o hasta 60 caballos.

De todos modos en el árabe hispano (SS. XI, XIII), en el magrebí medieval y aun en las hablas modernas de Oriente, qârib sigue designando un bote o embarcación pequeña; lo mismo cabe decir del cat. ant. càreu (1313), cat. caro (Hom. Rubió i Lluch III, 289); el paso decidido hasta designar una embarcación de porte considerable se daría al crear la forma femenina cáraba (-va), que según Zaccaria figura en textos castellanos del S. XV y que Aut. define como navío grande usado en Levante, basándose en G. de Palacio (1587), cat. ant. càr(r)ava (1341, 1414, 1415: Alcover).

De aquí formaron los portugueses y gallegos su diminutivo caravela, para designar la nave ligera y veloz de cuatro mástiles y velas latinas que inventó su ciencia náutica. Ésta aparece por primera vez en un documento portugués de 1255 referido a una embarcación pesquera, pero ya el Rey Sabio, que centraba su armada rudimentaria en las costas de Galicia, menciona las caravelas en sus Partidas entre varios tipos de nave mayor. Jal y Vidos documentaron ampliamente el hecho de que la carabela era considerada internacionalmente embarcación típicamente portuguesa, todavía en los SS. XV y XVI, en Francia, en Italia y en otras partes, y si exceptuamos la aislada mención alfonsina y las dos que cito en nota más abajo, toda la documentación del vocablo anterior al primer viaje de Colón se refiere a Portugal. El descubridor de América se familiarizó con este navío durante su larga estancia en el reino vecino, y habiendo decidido servirse de él en su primer viaje, por sus excelentes condiciones marineras, le dió con ello fama universal. En el estudio de Vidos puede verse la historia de la difusión del vocablo, desde el portugués y el castellano, a los varios idiomas romances y germánicos; agréguese el mozár. carrabíla, -illa ‘tafurea, navío para pasar caballos’, ‘caravela’ (PAlc.). El arranque en tierras gallego-portuguesas se confirma además por el hecho de que es allí donde el vocablo ha tomado acepciones traslaticias, directamente deducibles del significado primitivo ‘armazón de mimbres’: gall. caravela o caravel ‘cesta grande que llevan las gallegas en la cabeza para comestibles’ [Aut.; es muy castizo en gallego. V. ejs. de Rosalía, Losada y Torrado en el DAcG.; también carabelo en el Ferrol y Viveiro, Sarm. CaG. 222v], ‘cestillo en que se llevan comestibles a los estudiantes pobres’ (RL VII, 206, 207)3.

Sin embargo sería excesivo considerar que todos los derivados romances de CARABUS nacieron en esta zona. Un antiquísimo ejemplo del b. lat. caravella, en texto italiano quizá no muy posterior al S. V, fué citado por los Benedictinos (Du C.) y Jal; otro de caravellus, de 1307, muestra en su género su carácter independiente del portugués; otro de calavaria, referente a naves genovesas del Mar Negro4, podría relacionarse con la forma catalana caravera (1455, y otro ej. del mismo siglo en Ag.), cuya popularidad está confirmada por el nombre de lugar La Caravera en la costa de Lloret, y suponer un derivado *CARABARIA; de ahí saldrían por disimilación las variantes calavera [1452] y cañavera, frecuentes en el mismo siglo (Alcover). Queda sin embargo la duda de si un portuguesismo cat. caravela (documentado en rima en J. Roig, en el año 1460, v. 8547), pudo alterarse en caravera por la rareza de la terminación -ela en este idioma. Pero la duda ya no es lícita en otras formas de creación evidentemente independiente: b. lat. caravala en documento italiano de 1230, cuya vocal tónica se confirma por la forma canaballa usada por el santanderino Guevara, en su Arte de Marear de 1539 (DHist.), como nombre de una barca pescadora, de mimbres, cueros y cañas, y por la mozár. qarabáll ‘cuna’ (R. Martí)5: cabe vacilar entre un sufijo -ACULA, disimilación del *CARABARIA a que acabo de referirme, o bien un origen mozárabe (comp. castella > Cazalla, Castalla). En cuanto a las formas carabana como nombre de embarcación en Pellicer (1626: DHist.) y la fr. caravenne (1629), estarán influídas por caravana en el sentido de ‘comboy naval’ que Jal documentó copiosamente. No es admisible por razones morfológicas la idea de Friederici, Am. Wb. 139-40, de que caravela venga de cárabo a vela.

DERIV.

Carabelón.

1 De San Isidoro copian fuentes posteriores como Papias. También Nebr. y APal. (248d) siguen basándose en una fuente culta, de procedencia directa o indirectamente isidoriana, como se ve por la forma cárabo con -b- y por la definición del último: «lintres son pequeñas barcas o cárabos chicos», comp. «lintres, naviculae, vel carabi brevissimi» en el glosario isidoriano. El gr. κάραβος, uno de los casos numerosos en esta lengua de nombres de animales aplicados a la denominación de embarcaciones, siguió también viviendo en Grecia, donde hoy se usa todavía como nombre de nave su diminutivo griego καράβι.―

2 Plinio habla ya de naves británicas de mimbre y cuero, según cita de Simonet.―

3 Es innecesario pensar en un cruce con corbela, lat. CORBIS, ‘cesta’, para explicar este significado, según quiere G. de Diego, RFE XII, 14. El mozár. qarabáll, que citaré luego, prueba que no hubo tal cruce.―

4 No hay por qué enmendar esta forma, según propone Jal.―

5 La construcción de mimbre y el empleo del vocablo en el sentido de ‘cesta’, ‘cuna’, explican el influjo de canastillo que se hace patente en la forma canaballa.