CUNDIR, ‘infectar’ ant., ‘propagarse’, ‘dar de sí, abundar’, voz exclusivamente castellana, de origen incierto: está en evidente relación con percundir o percudir ‘invadir, infectar, inficionar’, que procede evidentemente del lat. PERCŬTĔREherir, golpear, perforar’, pero no es seguro del todo si el contacto entre los dos verbos ha tenido carácter secundario, o si, como parece probable, cundir fué sacado, a fines de la Edad Media, de percundir.

1.ª doc.: cundir, S. XIII, Libro de los Cavallos 57.4; J. Ruiz, 499c (sólo en el ms. G, escrito en 1389)1.

Diez, Wb., 443, con aceptación bastante general (p. ej. REW 4792; Gamillscheg, R. G. I, 382), explicó cundir por un verbo gótico supuesto *KUNDJANengendrar’, derivado del antiguo participio germánico KUNDengendrado’ (isl. ant. kundr ‘hijo’, gót. -kunds ‘oriundo de’―en compuestos como aírthakunds ‘procedente de la tierra’―, ingl. kind < ags. kynd ‘linaje’, ‘especie’), partiendo de un significado romance básico ‘reproducirse, perpetuarse, multiplicarse, retoñar’. Cabe hacer alguna objeción de orden morfológico2 y otras más serias desde el punto de vista de la historia semántica, pues cundir no se ha dicho nunca de las personas y ni siquiera de un árbol que echa retoños. Hoy mismo sería inconcebible el uso de cundir en estos casos, pues este verbo envuelve necesariamente la idea de propagación en el espacio, pero como no sería imposible decir que la hiedra cunde, siempre quedaría abierto el camino para admitir que hubo un cambio semántico ya antiguo.

Sin embargo, el análisis de la documentación antigua no es favorable a esta hipótesis. Leyendo el artículo de Cuervo, Dicc. II, 697-9, y los datos de Cej. VI, § 41, llama en seguida la atención la abundancia de los ejemplos antiguos en que cundir se aplica a la propagación de males: un cáncer (Ribadeneira: Aut.), una pestilencia (A. de Morales), la guerra (Mariana), el fuego («una llaga muy corrosiva como aquellas que van cundiendo», Laguna, 1555, «más vale que solamente, aquello se dañe que ya no lleva remedio, que no que meneándolo se cunda todo el montón de gorgojo», G. A. de Herrera, 1513). La documentación que puedo agregar confirma y refuerza la de Cuervo: APal. habla del cundir de un erisipela (139b), de la lepra (54d) o de malas hierbas como la grama (184b, 449b, el último ej. sirvió de base a Nebr.), el Libro de los Cavallos del cundir de una enfermedad cutánea, Oudin (1607) «cundir: crecer poco a poco: se couler, glisser, ramper, se trainer: c’est proprement comme font les herbes ou racines qui se trainent par terre, ou comme une peste ou heresie qui gaigne peu a peu parmy les hommes, s’estendre comme fait l’huile», y Covarr. insiste en el cundir de una mancha de aceite, con lo cual no hace más que pisar las huellas de Cristóbal de Castillejo (1.ª mitad S. XVI). También subrayó Spitzer, con mucha razón, que cundir fué primero transitivo: ante todo se dijo que las cosas afectadas por el mal eran cundidas y no que éste cundía por ellas: «el encendimiento [= ‘incendio’] cundió lugares infinitos, y ni valían atajos ni diligencias» (Ocampo, 1543), «este callado fuego que va cundiendo el alma» (F. de la Torre, †1594); es más, como la construcción participial (en A. de Morales, 1574, y en el único ej. del S. XV que cita Cuervo: «porque su ponzoñosa ponzoña non cundiera nin inficionara más de lo cundido e inficionado») y la reflexiva, frecuente en G. A. de Herrera (1513: «de una hoja se cunde todo un árbol»), no son más que aspectos especiales de la transitiva, bien podríamos afirmar que el uso intransitivo de hoy en día no es anterior al S. XVII, o a 1590 (Acosta), ya que el único ej. de Herrera que Cuervo cita en contrario, puede entenderse como transitivo («poco cunde mucho» con mucho como acusativo), y en ejs. como los de Laguna («llagas que van cundiendo») o de APal. («cunde, penetra, cresce») más bien se trata de un transitivo empleado absolutamente; quedaría el caso único de J. Ruiz, si es de él la frase citada: de todos modos es sabido que los innovaciones sintácticas pueden tener raíces antiguas, y que lo que importa no es tanto la fecha absoluta, sino el predominio de cada construcción en las épocas sucesivas: no hay duda entonces de que la construcción transitiva predomina ampliamente en los SS. XIV-XVI, y sólo desde el XVII se inclina el uso por la moderna, la que inspiró la etimología de Diez. Reconociendo que estos indicios contrarios al origen germánico no son del todo dirimentes3, aunque lo dejan harto quebrantado, pasemos a examinar las otras explicaciones posibles.

Spitzer, RFE XIV, 244, propone CONDIRE ‘condimentar’ llamando la atención hacia un logud. ant. cundire ‘envenenar el agua’, citado en el REW como hijo de esta voz lat.4, y no hay duda de que difícilmente puede separarse dicha voz sarda de la castellana de sentido tan semejante: de ‘envenenar’ a ‘inficionar’, dicho de un mal, no hay más que un paso. Por lo demás, en Cerdeña el vocablo tiene poca extensión. Falta en Spano, y según M-L. se basaría únicamente en un pasaje de la Carta de Logu, 85 (27 )5; ahora bien, según las conclusiones de sus editores, este texto del S. XV está modernizado en parte, y uno de los dos escribas que nos lo trasmitió (el de la segunda parte, a la cual pertenece según creo el pasaje en cuestión) era español (V. la reseña de Wagner, ZRPh. XXXII, 727-32); los especialistas en sardo deberían confirmar si es posible un castellanismo en esta fecha, pero las apariencias no son contrarias a la idea (vid. últimamente M. L. Wagner, VKR XV, 265). De todos modos el logud. ant. cundire no perdería por esto su valor para nuestro dosier semántico. Desde este punto de vista la idea de Spitzer no es descabellada. Pensemos en el fr. popular poivrer ‘contaminar de una enfermedad vergonzosa’ (Littré), derivado de poivre ‘pimienta’, y ya Rabelais empleó nous sommes tous poivrez por nous en tenons ‘estamos bajo el influjo de algo que se adhiere’. Como la existencia de representantes populares de CONDզRE en español está probada (salm. cundir ‘cocinar, aderezar, guisar la comida’, voy a cundir la olla)―vid. CONDIMENTO ―, no hay objeciones rotundas que hacer, en principio, a la idea de Spitzer. Es cierto que la metáfora poivrer es más fácil de comprender en un lenguaje medio jergal que en la lengua literaria de la Edad Media castellana. Más concebible sería la relación semántica entre cundir y CONDIRE si en ella hubiese intervenido una tercera palabra.

Ahora bien, es lástima que hasta ahora casi nadie se preocupase de buscar si había en castellano otros verbos emparentados con cundir, pues se hubiera dado con una pista interesante; sólo Cej. dejó una vaga insinuación en este sentido (La Lengua de Cervantes, s. v.), que conviene seguir, pero mostrando su verdadera importancia. La palabra percundir o percudir, muy característica en el lenguaje de la comedia pastoril del S. XVI, expresa ora lo mismo que cundir, ora ideas diferentes, pero conexas, que expongo y documento a continuación. A) ‘Invadir, afectar, infectar (un mal)’: «¿No nos acosan amores, / no nos percunde su fuego?», Juan del Encina (cita de Cej., Voc.), «La hija de mi madrina / fué el anzuelo que me asió. / Con ella me percundió [el amor] / dándome mill sinsabores; / y así muero con amores», Lucas Fernández, ed. Acad., p. 80 (el poeta escribe estas palabras como remate de su comparación insistente del amor con una infección: «¿cómo pudo tal dolencia, / lastimarte, di, zagal? / ¿Cómo enamorado mal /inficiona tu inocencia? /... grande pestilencia / nos envía Amor de fuego /... mas eres muy chequito / para sentir tú su llaga /...¿Con quién te cautivó / y te lastimó su espina?»). De ahí puede extenderse a la invasión de algo placentero: «Belén, / por quien hoy en ti nasció / gran gozo nos percundió», L. Fernández, 208, y con la variante sin n: «grand, suerte nos percudió», ibid., 37; comp. cundir aplicado, en los místicos, a la gracia (Fr. J. de los Ángeles), al suavísimo olor de la humildad (Fr. L. de Granada), a los conceptos amorosos de la oración (Jerón. Gracián), a la fama en Cervantes y en Espinel.

Pero lo más frecuente es que percu(n)dir tuviera sentido desfavorable, y así es como se emplea hoy, aplicándolo especialmente a la suciedad, en lugares muy diversos: en Almería, donde he oído hablar muchas veces de ropa empercudida que no queda limpia al lavarla (según la Acad. y ya Aut., percudir es «penetrar la suciedad en alguna cosa»), en Extremadura («empercudir: ensuciar, llenar de polvo o tamo la ropa o habitaciones», BRAE IV, 84), y los derivados negativos prueban el mismo uso en Cespedosa [«espercudir: quedar limpio», RFE XV, 170) y en la Arg. («a este negro lo vamos a poner en lejía para que se despercuda» oído en Mendoza); hay variante percutir («un mantel percutido, un rollo de jergones marchito» en el argentino A. M. Vargas, La Prensa, 29-XII-1940) y percudir puede llegar hasta ‘gastar’ (así en Mendoza) o ‘pervertir’ (un diario decía que unas chozas tropicales construidas en un parque eran de gusto percudido), lo cual nos lleva hasta el ej. de Guzmán de Alfarache (Cl. C. IV, 24.14, citado ya por Aut.), donde es ‘echar a perder’ (el buen efecto producido por una persona).

B) Hay otro significado en textos más antiguos: ‘envenenar’, ‘enconar’. En Berceo el demonio que se encarniza en una pobre posesa recibe el nombre de bestia percodida6 (S. Dom., 680a), el santo es afligido por una «niebla percodida o pedrisca irada» (ibid., 69c), en el Alex., 1999c, unas serpientes lanzan silvos malos e percudidos, y recibe este mismo epíteto el aguijón de las moscas venenosas, comparado a «soviellas en azeite metidas» (2009c), es decir, a unas leznas muy afiladas. De aquí el sustantivo percundio ‘encono, ojeriza’ en Juan del Encina («muchos hay de mí sañudos... / Los unos no sé por qué, / e los otros no sé cómo: / ningún percundio les tomo, / que nunca lle lo pequé», ed. Acad., 146).

C) Advirtiendo que percudir puede significar además ‘golpear contundentemente’ («la cholla le percudiera» en Sánchez de Badajoz I, 97) o ‘golpear, hacer sonar’ («según que percudes tan fuerte reclamo», en la comedia de la Batalla de Pavía, publ. por Gillet, v. 139), no dudaremos de que su fuente es el lat. PERCŬTĔREpenetrar golpeando’, ‘perforar’, ‘herir’ (percutere venam ‘abrir una vena’ en Séneca, percutere hamatā arundine en Ovidio, que nos recuerda el anzuelo de L. Fernández).

D) Pero, además, desde el sentido latino se pudo llegar a ‘penetrar con la inteligencia’, ‘comprender’, ac. muy frecuente, otra vez, en la comedia sayaguesa del S. XVI, y también en este caso la coexistencia de variantes con y sin n nos muestra que el vocablo es tan inseparable de cundir como de PERCUTERE, pues si bien Alonso de Salaya (2.ª mitad del S. XV) escribe todavía «piensa que yo no percudo / que su mujer a menudo / le haze gran cornudazo» (PMLA LII, 24, 55), en el siglo siguiente la forma nasalizada es general: «Días ha que no me entiendo, / no percundo este mal mío: / al sol me muero de frío / y a la sombra estoy ardiendo», Sá de Miranda, ed. C. Michaëlis, p. 99, v. 10, y ejs. iguales en 354.22 y 694.302, comp. glosario; «No puedo entender zagal, / ni percundo / tu enfíngir de mayoral», rimando con segundo, en L. Fernández, 1447.

Salta a la vista que en todo esto lo primitivo ha de ser la forma percudir, única empleada en el S. XIII, pero no pudiéndose explicar la nasal por ningún fenómeno fonético, es fuerza admitir un fenómeno de inducción léxica. Lo mismo que otros derivados de QUATERE, como acudir y recudir, nuestro percudir, siendo evidentemente un verbo provisto de prefijo, sufrió de la falta de un primitivo que actuara de jefe de familia, y así como en acudir y recudir la consecuencia fué una radical alteración semántica, aquí hubo además de ésta una contaminación, y percudir fué atraído a la órbita de CONDIRE y de su continuador español cundir ‘condimentar’, ‘aderezar’, idea que, según hemos visto, podía relacionarse en cierto modo con la de ‘envenenar’8. De ahí el cambio de percudir en percundir, y de ahí que, percibiéndose éste como un derivado con el prefijo enfático o aumentativo per-, se extrajera de percundir un seudo-simple cundir, que siendo rarísimo en la Edad Media sólo empieza a hallarse con abundancia desde el Siglo de Oro9.

El prefijo per- era característico del lenguaje pastoril y sayagués: percordar, percoger, percreer, perchufar, perentender, perherir, perhundirse, pernotar, etc.; era un rasgo propio de este lenguaje ultra-expresivista, que el lenguaje serio rechazaba. De ahí la creación del seudo-simple cundir, que si se halla desde algo antes que percundir (no que percudir) es justamente porque éste hallaba resistencia en escritores menos expresivistas, y para manifestarse necesitó la literatura pastoril creada por Juan del Encina. En resumen, me parece probable que PERCUTERE, partiendo quizá de la aplicación a serpientes, abejas y otros insectos, diera percudir ‘emponzoñar, enconar’, de donde ‘infectar’, ‘invadir’ aplicado a un mal, que se convirtió primero en percundir al relacionársele con CONDIRE, y luego se formó de ahí cundir ‘propagarse’ y ‘dar de sí, abundar’.

Coherente como es esta explicación, también se podría dudar de ella y creer que hay dos verbos de etimología independiente, explicando cundir, sea por CONDIRE o por *KUNDJAN, y admitiendo que a él debe percu(n)dir (< PERCUTERE) su n y parte de sus acs.10; pero la existencia de percodir sin nasal, y ya en el sentido de ‘emponzoñar, enconar’, en autores tan tempranos como Berceo y el poeta del Alexandre, hace superfluo, a mi entender, el recurrir a supuestos tan audaces como el brusco salto semántico ‘condimentar’ > ‘inficionar’ y la hipótesis de un gótico *KUNDJAN, no representado en las demás lenguas germánicas ni romances.

DERIV.

Cundiente.

CPT.

Cundiamor.

1 S trae «por todo el mundo anda su sarna e su tyña», en lugar de cunde ‘se propaga’, hablando del dinero. No es imposible que cundir sea la palabra empleada por el autor del poema.―

2 Nadie se ha preocupado de demostrar la verosimilitud de tal derivado desde el punto de vista germánico. Los verbos débiles en -jan presentan la mayoría de los casos un vocalismo más pleno o de grado o y una alternancia consonántica («grammatischer Wechsel»), que diferencian su radical del del primitivo correspondiente. Así kausjan se opone a kiusan, tandjan a tundnan (alem. zünden), daupjan a diups, *blandjan (alem. blenden) a blind, *framjan (ags. fremman) a frums, y por otra parte sandjan contrasta con sinths, gasinthja, y huggrjan con hûhrus. Como -kunds es indoeur. *g-tós, sería lo más natural esperar un denominativo *kandjan o *kanthjan. Reconozcamos, sin embargo, que *kundjan no era imposible, pues no son raros los denominativos secundarios formados en fecha más tardía sin alteración alguna del radical: frumjan de frums, manwjan de manwus, y lo mismo partiendo de participios, como lo demuestra el verbo homónimo a. alem. ant. chunden, alem. verkünden < *KUNDJANdar a conocer’, derivado de kunds ‘conocido’ = griego Ɣνωτóς. Luego el otro *KUNDJAN sería posible. Pero extraña que el idioma no eligiera al formarlo el otro procedimiento, con alternancias, a fin de evitar una homonimia evidentemente molesta.―

3 De todos modos nótese, además, que cundir es una voz exclusivamente castellana, pues el cat. cundir que todos citan no aparece hasta el S. XVII y en Valencia, hoy sólo es conocido allí y en Mallorca, y con carácter poco popular, de suerte que nadie duda de que es un castellanismo sin arraigo, como lo probaría ya la conservación de -ND-. Siempre es arriesgado reconstruir una base etimológica de la Antigüedad sin otro fundamento que un vocablo que no aparece antes de fines de la Edad Media, pero lo es mucho más si sólo se halla en una sola lengua romance. Este solo hecho bastaría ya a sugerir una creación secundaria en el interior del castellano.―

4 Schuchardt en su Vokalismus había pensado en CONDĔREfundar’ que, como es natural, no parece semánticamente aceptable a Cuervo.―

5 M. L. Wagner, BhZRPh. XCIII, 16, n., cita además pira kundía ‘pera pasada, papanduja’, en un punto del AIS.―

6 De ahí percutido ‘maldito’, varias veces en Sánchez de Badajoz («¿quién es aquel percutido?»), I, 92, y análogamente en II, 37.―

7 Algún dato más sobre percundir y sus derivados da Gillet, Propaladia III, p. 613.―

8 Otros pensarán seguramente en PERTUNDEREagujerear’, que por lo demás no ha vivido en castellano, pero yo no creo que haya un verdadero cruce de palabras, sino una mera contaminación.―

9 La historia se repitió en la variante percutir, de donde se sacó cutir ‘herir’, ‘golpear una cosa con otra’ [Nebr.] y luego ‘poner o entrar en competencia’ (S. XVI y todavía en Cervantes y en Góngora, vid. Cuervo, Dicc. II, 707); según Oudin, 1607, «cutir: herir; heurter, choquer, secouer, esbranler, esmouvoir, hocher, bransler; cutir uno con otro: heurter et choquer l’un contre l’autre, cosser»; ast. cutir ‘zurrar’ (V). También aquí la tendencia constructivista se empeñó en buscar soluciones imposibles fonéticamente (COMPETERE: Diez) o exóticas totalmente inverosímiles (gr. κóπτειν ‘golpear’ y sobre todo ‘cortar’: Brüch, ZRPh. XXXVIII, 698). El escrúpulo de Cuervo de que percutir es palabra reciente en castellano, carece de fundamento, puesto que ya se halla en Sánchez de Badajoz (1525-47), según hemos visto. De ahí los derivados cutidero (1596, Torres), y probablemente cotana ‘agujero que se hace con el escoplo en la madera para encajar en él otro madero’ [Covarr.], cotín ‘golpe que se da a la pelota’ [íd.] y acotillo ‘martillo grueso que usan los herreros’ [Acad. 1770] o cotillo ‘parte del martillo que sirve para golpear’ [Acad. ya 1843], todos los cuales salen de *cotir, paralelo a percodir ~ percudir.―

10 Éste es el punto de vista que toma recientemente Malkiel, Hisp. R. XIV, 125-30 (para cutir vid. ibid., 149-50), en su estudio sobre acudir y recudir, del cual se puede sacar todavía algún dato suplementario sobre la cuestión.