CORTAPISA, ‘guarnición de tela diferente, que se ponía a ciertas prendas de vestir’, ‘añadidura’, ‘condición o restricción con que se tiene algo’, del cat. ant. cortapisa ‘guarnición diferente en los vestidos’: parece haber significado primitivamente ‘colcha basteada para abrigo en la cama’ y después ‘guarnición de material diferente que se pone a una colcha’, y proceder del lat. CŬLCէTA PզNSAcolchón apretado con bastas’, del participio pasivo del verbo PINSĔREapretar, apisonar’, ‘golpear, machacar’.

1.ª doc.: 1438, Corbacho1; 1444, invent. arag. (BRAE II, 558); h. 1460, Crón. de Juan II.

Se halla ya también en Nebr. («cortapisa de saia: limbus talaris») y en otro invent. arag. de 1497 («unas faldillas negras marmetadas [‘ribeteadas’] con cortapisa de cetí verde»: BRAE II, 93). El port. quartapiza, alteración de la voz castellana (V. s. v. CUARTAGO) aparece a med. S. XVI En catalán hallamos cortapisa en muchos docs. del S. XV [1443, Alcover], en J. Roig, n. 118292. h. 1460, en el Diario del Capellán de Alfonso el Magnánimo (h. 1478)3, y varias veces en la última parte de Tirante el Blanco (a. 1490), vid. Ag. Así en catalán como en los citados textos castellanos el significado es siempre ‘guarnición aplicada a una saya o a otra prenda de vestir’. Que el vocablo existía ya en el S. XIV en Cataluña y quizá en Aragón, nos lo prueba la variante cortapeu, que sale en dos inventarios aragoneses de 1362 (BRAE III, 90, 224), resultante sin duda alguna de un cruce entre el cat. cortapisa y un sinónimo usual en este idioma, a saber entornpeu (Ag, s. v. cortapisa), compuesto de entorn ‘alrededor’ y peu ‘pie’4. Del catalán ha de proceder también el ferrarés ant. cortapisa, aplicado repetidamente a guarniciones de trajes de D. Leonor de Aragón, duquesa de Este, en la segunda mitad del S. XV (Bertoni, ARom. IV, 376): hay indicación concreta de que se trataba de ropas cortadas a la moda usual en la corte de los reyes catalanes, de quienes era hija D.ª Leonor («de veludo negro facto a la catellana»). Ya Bertoni llamó la atención acerca de la identidad de este vocablo con oc. ant. cortapia, que Levy (Petit Dict.) sacó de las Cuentas de los Hermanos Bonís, de Montauban (años 1339-68), conservando la definición «courtepointe» (‘colcha basteada’), que E. Forestié, editor de este texto, atribuye al vocablo en su glosario; de ahí deducía Bertoni que la etimología de la primera parte de cortapia debía ser la misma que la de la citada voz francesa, a saber el lat. CŬLCէTAcolchón’, que dió primero coute- y luego courte- (por contaminación del adjetivo courte ‘corta’). En cuanto a la segunda parte de cortapi(s)a, ni Bertoni ni Spitzer (Katalanische Etymologieen, p. 13) se permitieron conjetura alguna. Sin embargo, este punto es claro, pues siendo cortapia reducción dialectal de -pisa, por una tendencia local bastante extendida en lengua de Oc (guia < guisa, maió < maisó, etc.), claro está que debe partirse de PզNSA, participio de PINSĔREgolpear, machacar’ y luego ‘apretar, apisonar’ (comp. cast. pisar), con alusión a las bastas que caracterizan la courtepointe.

Queda, sin embargo, el aspecto semántico, que no será posible aclarar del todo mientras no poseamos más datos acerca de la historia de la moda y de la colchonería en el «otoño de la Edad Media». Y en primer lugar: ¿está bien asegurado que cortapisa designó una courtepointe u otro tipo de colcha? A la verdad, esto es menos seguro de lo que podría deducirse del Glosario de Forestié: en realidad el contexto del documento occitano indica por el contrario que se trata, como en español, de una prenda de vestir5. Pero en uno de los pasajes del Libro della Guardaroba de Leonor de Aragón es claro que se habla de ropa de cama6, y lo mismo ocurre en uno de los inventarios aragoneses7. En castellano mismo la Crónica de Juan II habla de la cortapisa que bordeaba los paramentos de un caballo (Aut.), lo cual está tan cerca por lo menos de una colcha como de una saya. En conclusión, es muy probable que cortapisa, después de referirse a la colcha misma, y luego a una guarnición de material diferente aplicada a una colcha8, se extendiera a las guarniciones parecidas que adornaban los trajes femeninos9.

La posterior evolución semántica en castellano está clara: Mariana (cita en Aut.) y Cervantes emplean el vocablo como sinónimo de ‘añadidura’, ‘elemento postizo’ («Teresa me pusieron en el Bautismo.... sin añadiduras ni cortapisas, ni arrequives de dones ni donas»), y modernamente se ha concretado este sentido en el de ‘condición o restricción con que se concede o se posee una cosa’ que falta todavía en Percivale, Oudin y Covarr., no apareciendo hasta h. 1650, en J. de Palafox10; la otra ac. moderna ‘adorno y gracia con que algo se dice’, es también muy comprensible partiendo del ornamento que eran para los trajes las cortapisas medievales. En Asturias sigue siendo «forro del vuelo de la saya» (V).

DERIV.

Saya cortapisada [Nebr.].

1 Cej., Voc., agrega dos ejs. más, de la misma fecha, aproximadamente: Pero Tafur y Pero Vélez de Guevara (en el Canc. de Baena).―

2 «Reyna feta / celestial, / ceptre real / té e corona / al cap, redona, / de dotze steles, / vist primes teles, / roba daurada, / de vays forrada / la cortapisa. / Ella divisa...». Como se ve por esta rima y por la grafía de Nebr. y demás textos medievales, la -s- era sonora.―

3 R. d’Alòs-Moner, Crestomaties Barcino, Historiografia, p. 190.―

4 El cruce se refleja asimismo en el género femenino (una cortapeu) que tiene el vocablo en la p. 224. En el otro inventario es masculino, género de entornpeu.―

5 Como ya reconoce el propio editor en la p. LXXIII, del tomo I: «ce mot figure dans le compte d’un bourgeois à côté d’un chaperon: demi-palme sedas mi-vert et noir, trois quarts de soie de Lucques, demi-palme cendal pour cortapia et chaperon de serge pour sa femme».―

6 «Copertella una de carriola fatta alla moresca cum una cortapisa dintorno de veludo negro cum franze et friso d’oro fodrá de taffettà celestro». Copertella es ‘cubierta’ o ‘manta’ y carriola designaba según Petrocchi una «specie di lettuccio basso con girelle che si nascondeva di giorno sotto i letti grandi». En los demás pasajes se aplica a una turca, es decir un ‘manto’, o a una camora de velludo, palabra que no puedo identificar con seguridad (¿deberá leerse çamora y derivar del turco sammur de donde suele traerse el cast. zamarra, it. zimarra, cimarra? Entonces sería una pieza de vestir).―

7 «Un a1madrach [= almadraque o colchón]... ligado con cordel a manera de crosell [léase trosell, es decir ‘fardo’], en el qual havia una cortapeu cardena de mescla con penya de corderos, blanca», p. 224.―

8 No será cortapisa el único caso de evolución semántica semejante. El cat. entornpeu además de «cerca, ruedo de las faldas», designó una ‘delantera de cama, tela para tapar las camas y lo que está debajo de las mismas’, según Ag.―

9 Queda un escrúpulo fonético-geográfico. La evolución CŬLCէTA > coute (de donde courte-) no presenta dificultad alguna en francés, pero es más sorprendente en catalán y occitano, donde la síncopa temprana de la vocal postónica, en el caso de grupos consonánticos complejos, no suele ser anterior a la sonorización de las sordas intervocálicas. ¿Deberá suponerse que el vocablo, en estos idiomas procedía del francés? Pero no hallo nada de esto en francés antiguo (Tobler; Godefroy; FEW II, 1493b). La forma corriente de CULCIT(R)A en catalán y lengua de Oc es cócera. Pero quizá, a pesar de todo, existió una variante sincopada colzta > colta: no sería imposible en teoría (comp. SABBTUM > (dis)sabte), y en efecto se halla oc. coltra en 1448 (Pansier), hoy kústo ‘colchón’ en el Lot (VKR VI, 54), y el Levy pequeño cita ya costia «couette, lit de plumes» en la Edad Media.―

10 Esta fecha tan tardía ya muestra que cortapisa no es un compuesto castellano de cortar, como se habría podido creer.