CHOVA, ‘especie de cuervo o corneja’, del fr. ant. y valón choe íd. (hoy chouette), de origen céltico o germánico.

1.ª doc.: choa, Covarr.; choya, 1616, Oudin (falta en 1607); chova 1601, Rosal (‘urraca’, definición falsa debida a su etimología errónea, vid. Gili); Aut.; Cej. IX, § 137.

El préstamo de esta voz está explicado históricamente por Terr., s. v. choba: «especie de graja, que trajo de Flandes a España Carlos V, y han prevalecido tanto que ya son innumerables en la Casa de Campo y otras partes»; véase allí la documentación citada. Se trata por lo tanto de una ave que prosperó primero en los Reales Sitios, como la Casa de Campo. También gall. chòya, ‘corneja de campanario’, ‘mujer simple y a todo dócil’ (Vall.; RL VII, 209), que por lo tanto no es onomatopeya, como cree Wartburg, aunque se emplee cho-ba! popularmente como onomatopeya del canto de la chova en Asturias (V), pero esto es secundario. En cuanto a una forma gallega chova, atribuida al P. Sarmiento (BRAE XVI, 255), es dudoso que exista, pues en el CaG. editado por J. L. Pensado sólo aparece choia y choio ‘grajo, estornino’ (91r, 114r), port. dial. choi «gralla» (Moraes10), cf. Pensado, p. 230, que parece sugerir se identifique con esto otro gall. choio ‘asunto, negocio’ [Cuveiro], port. minhoto xoio ‘trabajo con que espera lucrarse un operario’: tal vez con razón, aunque también podríamos pensar en un postverbal de choir ‘cerrar, concluir’ (vid. CLAUSURA). Chova en Cespedosa (RFE XV, 275). Leon. (La Lomba) choya ‘corneja’ BRAE XXX, 315. Para un representante mozárabe, muy incierto, de esta voz céltica, vid. Simonet, s. v. caibal. And. chova ‘metomentodo’, ‘alcahuete’ (AV). V. el FEW II, 560-1, para el posible origen germánico de la voz francesa, hoy valona1.

1 El vocablo está muy extendido en los idiomas germánicos, en formas que corresponderían a un fráncico *KAWA. Sin embargo, como en germánico no tiene etimología y se le cree onomatopéyico, como los germanistas admiten que emigró desde Franconia (donde se hallan los testimonios antiguos) a Escandinavia y de ahí a Inglaterra, y como en francés hay relación evidente con el tipo chouan CAVANNUS, cuyo sufijo parece indicar origen céltico (comp. CAPANNA, y vid. Pedersen, Vgl. Gramm. I, 63; Bolelli, It. Dial. XVII, 179), habría que examinar la posibilidad de que en Franconia fuese celtismo o romanismo antiguo. Lo declara céltico Terracini, Riv. di Filol. XLIX, 427. Por carta me comunicó E. Gamillscheg en 1956 una interesante y sugestiva teoría al conocer mi etimología germánica del cat. òliba ‘lechuza’ (antes òbila), germ. occid. ŬWWէLA (> al. Eule, ingl. owl íd.), recién publicado entonces en los Mélanges Mario Roques. El nombre de la Cava, víctima de D. Rodrigo, debe de ser uno de los descendientes romances de este b. latino CAVA de origen céltico; otras fuentes medievales le dan el nombre de Oliva, pero éste no se debería identificar con el lat. OLIVAaceituna’ ni con la raíz onomástica de Oliveros (< fr. Olivier) sino con el dicho germanismo catalán òliba ‘lechuza’ (lo cual supone que se acentuaría como esdrújulo Óliva). No he llevado a cabo averiguaciones que aseguren tan curiosa teoría. De todos modos tenemos ahí una elocuente sinonimia que parece confirmarla y esto abriría lejanas perspectivas hacia el estudio de viejas tradiciones germánicas y célticas en las leyendas de la España visigótica. ¿Se aplicaría el nombre de la lechuza a la triste y abandonada princesa? Es la idea que parece estar contenida en la sabia e innovadora teoría del sabio romanista alemán.