CHANZA, del it. ciancia ‘burla, broma’, ‘bagatela’, ‘mentira, embuste’, palabra de creación expresiva.

1.ª doc.: chancha ‘mentira’, Covarr.; chança, 1601, Rosal (Gili); ‘sutileza o astucia para hurtar o engañar’, 1609, J. Hidalgo, y 1618, Espinel; chanza ‘dicho o hecho gracioso’, 1644, Manero, 1657, Zabaleta.

«La palabra ciancie, que vale mentira en italiano, nosotros la dezimos chancha: y los niños quando no admiten la respuesta de otro, teniéndola por mentiras, les dizen Dexaos de chanchas» (Covarr., s. v. charlatán); «chança, chançaina: sutileza o astucia; chancero; ladrón que usa de chanças o sutilezas para hurtar» (Hidalgo); para los demás, vid. Aut. El vocablo sería entonces de introducción reciente, pues falta todavía en Percivale (1591), en Oudin (1616), en Franciosini (1620) y en C. de las Casas (1570), que emplea vocablos muy diferentes para traducir la voz italiana; es ajena al vocabulario del Quijote, de la Celestina, de Nebr., APal. y de la Edad Media en general Ast. chancia (V). Por la misma fecha aparece el port. chança íd. (Moraes). En catalán podemos señalarlo en fecha anterior, de acuerdo con lo más temprano del italianismo en este idioma: sanxes ‘burlas’, ‘palabras increíbles’, en la trad. del Decamerón (1429; vid. Misc. Fabra, 173), aunque allí no arraigó como en castellano. En italiano el vocablo es tan antiguo como el idioma, pues lo hallamos ya frecuentemente en Dante, Petrarca y Boccaccio, con las varias significaciones que dejo anotadas; su indigenismo lo muestra también la derivación abundante: ciancerella, ciancerulla, el verbo cianciare, con ciancicare y cianciugliare; ciancione, ciancerìa, ciancioso, etc. El área del vocablo se extiende hasta el retorrománico: sobreselv. tschontscha ‘conversación’, ‘habladuría’, ‘rumor’, engad. tschauntscha. Nada tiene que ver todo esto con el fr. chance ‘suerte’, ‘posibilidad’ (CADENTIA). Es, como ya insinúa Diez, Wb. 97, voz de creación expresiva, y el parentesco con el ngr. τζάτζαλα ‘habladurías’, alem. zänzeln ‘acariciar’, a. alem. med. zënselen, zinselen, íd., es de carácter elemental. En cuanto a la adaptación fonética, puede deberse en parte a una disimilación (comp. el cat. sanxa), pero sobre todo se debe al sentimiento de que ç castellana corresponde a Ƈ italiana (it. cielo ~ cast. cielo, etc.), quizá ayudado por el galicismo chanzoneta ‘canción’, ‘canción de regocijo’ (ya en J. Ruiz y en el Canc. de Baena), de donde (quizá con influjo de chanza) ‘palabras jocosas’ en la Pícara Justina (Aut.). Comp. CHÁCHARA. Pese a G. de Diego, BRAE XXXV, 202-6, es evidente que el cast. chanza y el it. ciancia nada tienen que ver con el fr. chance ‘suerte’, ‘probabilidad’, por más que esporádicamente se haya empleado un galicismo chanza en este sentido en la germanía del S. XVII y aun más tarde; para justificar su tesis no vacila este autor en achacar desenfadadamente al fr. chance el significado de ‘ocurrencia’ (GdDD 1223), pero esto es contar demasiado con cierta confusión de ideas por parte de sus lectores: el fr. chance puede significar algo que sucede u ocurre, pero nunca un chiste u ocurrencia.

DERIV.

Chanzaina [J. Hidalgo]. Chancear [1646, Estebanillo González; vid. Cuervo, Dicc. II, 717a]; ast. chanciáse (V). Chancero [J. Hidalgo]. Chanchullo ‘manejo ilícito’ (Acad. ya 1884, no 1843), se relaciona con el chanchas ‘mentiras’ de Covarr. y chança ‘sutileza o astucia para hurtar’ de J. Hidalgo, pero quizá no se formó en castellano, sino que vino ya de Italia, y tal vez de algún dialecto, pues allí la lengua literaria sólo conoce cianciugliare ‘pronunciar mal’, ‘balbucear’, ‘decir despropósitos’, cianciuglione ‘el que hace esto’, cianciullare ‘hacer naderías’; el aragonés Siesso en 1720 ya registra con el sentido de «aparato de varias cosas para hacer algo, como el de los potecillos para afeitarse las mugeres» y agrega que también se dice «no te estés chanchullando tanto» (Gili); chanchullero. Deschançar «perder», deschançado «perdido o descubierto» [J. Hidalgo, sin duda hablando del ladrón].