CHABACANO, significó ‘desabrido’ y, al parecer, ‘de poco precio’; siendo así pudo derivar de chavo, variante vulgar de ochavo, como moneda de escaso valor; pero el sufijo está fuera de lo usual, lo que impide dar por segura esta etimología.

1.ª doc.: 1525-47, Sánchez de Badajoz, Recopil.; 1601, Rosal, como aplicado en Andalucía a la mala fruta (Gili).

Spitzer, AILC III, 10-11, indicó que en este autor el vocablo sale dos veces, sustantivado, con el significado ‘cuchillito’, propiamente ‘cuchillo barato’. Posteriormente se halla con insistencia la aplicación a una fruta desabrida (como ya lo hace el historiador de Indias José de Acosta en 1590: Aut.) o al árbol que la produce: «CLARA: Fruta soy chabacana, pues nadie me apetece», «con la dama encerrada a quien me inclino, / soy perita oledera en lo refino; / pero con las de trato más humano, / tal para cual, soy árbol chabacano» (Quiñones de B., toledano, † 1651, NBAE XVIII, 715, 683), «De este término usan en el Reino de Toledo, y a unas ciruelas, que por otro nombre dizen porcales, o harta puercos, las llaman chavacanas1, y chavacano al hombre grosero, vulgar e impertinente» (Covarrubias)2. Hoy en Méjico3 chabacano es la denominación normal del albaricoque, ya documentada en Alcedo (1789) y en Fernández de Lizardi (1809), vid. G. Icazbalceta. Claro está que es porque aquella fruta es una especie de melocotón desabrido por comparación con el verdadero; en Tampico es un dulce hecho de harina de maíz (R. Duarte), por la misma razón. Es fácil de comprender la aplicación traslaticia a las frases groseras y de mal gusto (ya en un epitafio dedicado el Conde de Villamediana, † 1622, y citado por Aut.)4, al hombre que las dice (Covarr., y de ahí Oudin, 1616) y a la obra literaria que las contiene (Quiñones de B., p. 548), que es la única que hoy persiste en el uso común. Del castellano vendrá el cat. xavacà íd.5. ‘Fruto desabrido’ y ‘cuchillo baladí’ son ideas que fácilmente se explican partiendo de ‘barato, de poco precio’, y por lo tanto semánticamente es muy plausible la idea de Spitzer de derivar de ochavo, es decir, ‘cuchillo de a ochavo’, ‘fruta de a ochavo’, tanto más cuanto que la variante chavo, que ya Aut. (s. v. chabo) califica de «voz chabacana y vulgar de que usa la gente zafia para explicar la moneda que comúnmente se llama ochabo», es usual hoy en muchas partes: Santander, Andalucía, Murcia, Aragón, Puerto Rico, Méjico, etc., y en esta forma ha pasado al cat. xavo. La variante chabacán, empleada en Querétaro (BDHA IV, 313) y en Guatemala (L. Sandoval) no se opondría a ello. Pero un sufijo -acano (o -acán), aunque pueda explicarse por combinación de -aco y -ano, es demasiado raro para que podamos dar esta explicación por segura, cuando se trata de un vocablo que debió formarse en fecha moderna, puesto que deriva del vulgarismo chavo6. Como, en vista de la dificultad, es lícito poner en duda toda la etimología, será bueno tener en cuenta el port. chavasco, chavasqueiro, achavascado ‘rudo, grosero, rústico’ (todos ya en Moraes), chavascar ‘hacer mal una obra de carpintero, etc.’; ahora bien, esto se relaciona con el port. chavascal ‘terreno malo para el cultivo y usado como pastizal’ [Gil Vicente, princ. S. XVI: CortesƟo], ‘chiquero’, que tendrá que ver con chabarco, chabouco, chabanco, chabisque, ‘lodazal’, palabras probablemente onomatopéyicas (V. CHARCO). Aplicado a un radical toponímico o de sentido topográfico, el sufijo -aco sería algo menos sorprendente.

DERIV.

Chabacanada. Chabacanería.

1 Documentación clásica de esta denominación en Cej. IX, pp. 610-1.―

2 Nótese que éste es el matiz en que aún se emplea el vocablo en la Arg., y no en el español ‘sin arte, sin gracia’. Chabacano se aplica a los modales y a la falta de urbanidad (Garzón, Segovia), no al estilo o a las frases o a las obras literarias, como en España.―

3 Según Ramos Duarte, más exactamente, en los estados de Méjico, Chihuahua y Guanajuato.―

4 Según esta fuente, sería de Góngora, pero Foulché-Delbosc, en su ed. III, 132, rechaza esta atribución. Según Hurtado y G. Palencia, Hist. de la Lit. Española, § 470, sería de Lope de Vega.―

5 Ignoro si la v se funda en la pronunciación de las comarcas que distinguen esta consonante de b. Según Aguiló se emplea en Valencia, pero no nos dice en qué parte del país. La coincidencia con la grafía de Covarr. y Oudin tiene escaso valor, pues aquel lexicógrafo se inspiraba para escribir así en una etimología, por cierto imposible: gr. καψαλοσ ‘fatuo’ [?].―

6 Esto lleva a pensar que no se trate de un verdadero sufijo, sino de una terminación sacada de otra palabra. Pero no se ve cuál. Difícilmente puede ser barracán ‘barragán’, paño basto que resiste la lluvia: por una parte no sabemos que chabacano se haya aplicado a paños, y por la otra, la única forma española o por lo menos la más corriente es barragán, aunque la terminación en -c- se halle en árabe, occitano, italiano y francés.