CENTOLLA, ‘crustáceo marino con un caparazón cubierto de tubérculos cónicos’, origen incierto, probablemente de un célt. CINTULLOS (documentado sólo como nombre de persona), de un más antiguo KINTU-OLLOS ‘el principal y grande’, así llamado por ser una de las variedades más grandes y poderosas del cangrejo.
1.ª doc.: Nebr («centolla, pescado: testudo celtina»).
La correspondencia cast. ll ~ port. l indica un étimo con LL. Acaso se trate primitivamente de un nombre propio de persona: Centot, en latín CENTŬLLUS, fué nombre de persona muy empleado en Gascuña durante la Edad Media, y recuerdo algún ej. del mismo en Aragón. La Acad. propone lat. CENT֊CŬLUS ‘de cien ojos’3, por los tubérculos que cubren la centolla, que fonéticamente sólo sería posible en castellano admitiendo que centolla es forma tomada del portugués, pero entonces el port. y gall. centola sería imposible o muy difícil de explicar, pues ni siquiera sería aceptable alegar que hubo intrusión del sufijo dimin. -ola de otros romances, ya que éste toma la forma -ó (-oa) en gallego-portugués.
En cuanto a lo que concierne a la etimología, mis averiguaciones me han conducido a resultados que pueden considerarse definitivos en su aspecto negativo, y poco menos en el positivo. Desde ahora podemos asegurar que centolla no puede venir de CENTOCULUS, base que no podría explicar ni la terminación con -l- del gallegoportugués ni la con -ll- del castellano. Pese al área geográfica, tratándose de un nombre de animal marino podría pensarse en un étimo griego (comp. el caso de LOBAGANTE), y uno que podría tomarse en consideración es κεντροưóρος ‘provisto de aguijón’, lo cual, como se ha visto, no carece de base semántica. En el aspecto fonético habría dificultades mucho mayores. Admitiendo eliminación disimilatoria de la primera -r- y cambio de la segunda en -l- podría fácilmente argüirse que pasando por *centóvolo llegaríamos en gallegoportugués a centolo tal como de FABULARI a falar, y en castellano a centollo como de INSUBULUM a enjullo. Pero hay que reconocer que estos dos vocablos aducidos como paralelos fonéticos presentan tratamientos excepcionales, y en particular el paso de FABULARI a fablar y luego falar sólo se explica en portugués por tratarse de un vocablo empleadísimo, muy desgastado fonéticamente, y ayudando además la disimilación de labiales, factores que no existen en el caso de centolo, -ola; lo normal y general en gall.-port., en casos semejantes, es que se pierda primero la -L- intervocálica antes de desaparecer la vocal precedente (de donde povoar, povo, névoa, távoa, etc.); por otra parte la disimilación sólo pudo actuar eliminando la primera -r- o bien cambiando la segunda en -l-, pero no en ambos sentidos a la vez; luego si acaso habría que suponer que el cambio de -r- en -l- se debe a un cambio de «sufijo», pero entonces seguramente la fecha de esta -l- sería demasiado tardía para dar lugar a una alteración tan profunda y antigua como la sufrida por enjullo o trillar. Y en una palabra, no estando κεντροưóρος atestiguado como nombre de la centolla ni de pescado alguno, esta etimología no pasa de una fantasía difícilmente defendible.
Por otra parte el vocablo es propio de la costa atlántica, y en particular lo es de Galicia y Portugal, y de algunas zonas del Oeste de Asturias y del Oeste de Andalucía. Área muy favorable a un origen céltico. Y si hemos de suponer que la base fué *CENTŬLLUS, *CENTOLLUS o *CէNT- (la localización muy occidental del vocablo en castellano permitiría partir aun de una ֊, en todo caso de una ֖), estas bases tienen realmente un aire céltico, y nos recuerdan los conocidos nombres de persona del celta antiguo como CONDOLLUS, CICOLLOS, BITUOLLUS, COUXOLLI. Se trata de una terminación que corresponde a una palabra céltica bien identificada, irl. ant. oll ‘grande’, galés y bret. oll ‘entero, todo’, y que en el celta continental debió de existir con el primero de estos significados en vista de otros nombres de persona, compuestos a la inversa, como OLLO-UDIOS y OLLO-DAGUS (Weisgerber, Die Spr. der Festlandk., 198, 197, 205, 215) y otros nombres propios todavía, de persona y de lugar, OLLOCNUS, OLLOGNATUS, OLLOSINUS, OLLOBRIGA, OLLOGABIAE, OLLOTOTAE, OLLOVICON
1 Centulo era el nombre de un comparsa (también cagala olla m.) del día de Corpus en Pontevedra, vestido extrañamente y con una máscara que le da cara de demonio, y cargado de cencerros con que espanta a los niños. Lo empleó ya Sarm. en sus coplas de 1746 y lo registra en muchos pasajes de su CaG. (ed. Pensado, pp. 70 y 515b), buscándole lejanas e imposibles etimologías; pero él mismo admite ya la natural: «la concha en la centóla es máscara, y acaso de ahí el centulo como mascarón» (166r). Hubo metafonía de ó ante -u en el masculino singular y no en el femenino, como era normal fonéticamente. En otras partes se impuso la ó del femenino y del plural cintolos (ante -os). Esta era la forma empleada en lugar de centolla en la costa Nordeste (Viveiro) en tiempo de Sarm. (220v).― ↩
2 El lexicógrafo San José escribía en 1619 (según Gili) que el «clavel de Indias es planta muy conocida, así la que lleva los rosones (que llaman centollas en Andalucía) como la de las flores aterciopeladas». Luego al parecer se ha dado en alguna parte de Andalucía el nombre de centollas a una especie de clavel también llamado rosón, que por lo tanto será de forma parecida a una rosa grande, o sea de figura redondeada. Lo cual coincide con la forma redondeada del caparazón de la centolla. A la documentación castellana de centolla ‘crustáceo’ puede agregarse que lo empleó, según Terreros, Fr. Juan de Torquemada en su libro de 1613 referente a Méjico.― ↩
3 También Couceiro Freijomil, Geogr. Gral. del R. de Galicia, p. 209, dando un gall. centolla, forma desmentida unánimemente por los diccionarios gallegos: todos registran centola y Crespo Pozo declara además que «centolla es nombre gallego castellanizado». Centóla lo registró ya Sarm. muchas veces («una como araña de mar a imitación a cangrejo de mar» a. 1745, 84r y en otros nueve pasajes de su CaG., p. 515), mientras que él mismo había oído centolla en Asturias, en Gijón [ya en 1720-25] (ib. 166r, 167r).― ↩
4 Vid. Holder, que agrega todavía más, de celticidad dudosa, como CIPOLLUS, HEREOLLUS.― ↩
5 Nótese la definición concorde de los varios diccionarios portugueses: «grande caranguejo vermelho». A esta denominación pudo contribuir la propiedad a que se refiere el DHist.: «fué considerado antiguamente como símbolo de la prudencia porque, cuando muda el tegumento, se oculta entre las algas hasta que el nuevo esté bastante duro». Detalle confirmado por naturalistas modernos, que se citan en la Espasa. En realidad parece que entonces estos cangrejos viven en una especie de letargo. Por otra parte esta y otras variedades semejantes practican en alto grado, con propósitos defensivos y ofensivos, la mimesis, cubriéndose de vegetaciones y animalitos que disimulan completamente su color; también tienen la propiedad de emitir señales amenazadoras desde su guarida, para avisar al importuno que «no están en casa» para él. Detalles que leo en las Enciclopedias Británica e Italiana. A un tal animal «sesudo» le conviene el epíteto célt. CINTOS «praestans» = ‘superior, eminente’. Los compuestos de CINTU- son también muy frecuentes en la antigua onomástica celta (Cintugnatus, Cintugenus, Cintusmius, etc.).― ↩
6 Partiendo de la forma redonda del caparazón, y suponiendo que al galés y bret. cant ‘círculo’, ‘anillo’, ‘corro de gente’, galo cantus ‘llanta de rueda’, ‘pilar redondo’, irl. mod. cet, irl. ceat ‘pilar redondo’, irl. med. céte (J. Loth, RCelt. XLII, 353-4; Vendryes, RCelt. XLV, 331-3; Weisberger, Die Spr. d. FK., 196) correspondiera *CENTO- ‘círculo’ en hispano-céltico, CENTOLLO- sería ‘el gran círculo’. Si se tratara de una և indoeuropea no habría dificultad fonética, puesto que en el galo-britónico continental coexistieron, como representación de este sonido, en y an (Weisgerber, 185-6: argento- y arganto-, benno- y banno-, grenno- y bret. grann). Es cierto que Pokorny, Idg. Et. Wb., supone que esta familia léxica parte de una base indoeur. KANT- (y և no puede alternar con AN), fijándose en el gr. κανȎóς ‘rincón del ojo’, lo cual por cierto es fundamento harto frágil, por el gran alejamiento semántico. Entonces el paso de AN a EN sólo se justificaría en los dialectos goidélicos, que precisamente también estuvieron representados en España, según las teorías de Pokorny. Sin embargo hay en todo esto una serie de elementos dudosos que hacen muy vulnerable esta otra etimología y me invitan a dar preferencia a la primera. En cuanto a buscar en la inicial CENT- la raíz indoeuropea KENT- ‘picar, punzar’ (por las espinas y pelos ganchudos de la centolla), sería imprudente, puesto que según Pedersen y Pokorny los representantes célticos de esta raíz no son antiguos, sino tomados del gr. κέντρον, seguramente a través del latín. ↩