CEBRA, ‘asno salvaje’, ant., ‘Equus zebra, animal sudafricano’, origen incierto, quizá del lat. vg. *ECէFĔRUS, lat. cl. EQUէFĔRUS ‘caballo salvaje’, compuesto de
1.ª doc.: zebra, doc.: de 1207 (Arch. Catedral de Toledo).
Pero últimamente Joaquín de Silveira (Rev. Port. de Filol. II, 220-47) hace notar que el onagro fué mucho más frecuente en Castilla que en Portugal, lo cual obliga a desechar la hipótesis de un portuguesismo, y propone partir del lat. EQUէFĔRUS ‘caballo salvaje’ (empleado por Plinio y otros), o más precisamente de un vulgar *ECIFERUS, explicable por la pronunciación que el vulgo daba al clásico EQUUS. Como esta etimología soluciona todas las dificultades fonéticas y no presenta dificultades de otro orden, no hay inconveniente en aceptarla. La etimología EQUIFERUS la han aceptado además, últimamente, M. P., Giese y K. Baldinger (ZRPh. LXXI, 314-8), artículo útil que resume el problema y da una lista completa de las formas antiguas y demás datos. También han tratado de la cuestión S. Agero (que en folleto de 16 pp. publicado en Madrid, 1947, quisiera derivar de SEPARARE, propuesta insostenible), M. Cohen (Rom. LXXVI, 145-82)6, y Spitzer (MLN LXXI, 281), cuyos escrúpulos fonéticos ante EQUIFERUS son infundados: los datos históricos y zoológicos demuestran que el cat. ant. atzebra y el fr. ant. azoivre, por lo demás raros, son advenedizos (su sugestión de relacionar con el a. alem. ant. y longob. zëbar ‘animal empleado como víctima religiosa’ es imposible, entre otras, por evidentes razones geográficas: el nombre de un animal estrictamente hispano no pudo sufrir la mutación consonantica alto-alemana).
La aplicación del nombre del onagro a la cebra sudafricana7 (ya en Covarr.) se debe a los portugueses descubridores del Cabo de Buena Esperanza.
DERIV.
Cebrado [Acad. ya 1884]. Cebrero ‘sitio quebrado frecuentado por los asnos salvajes’ (comp. Acad. 1936, sin autoridades, quizá basado exclusivamente en la toponimia; doc. de 1148 en Oelschl). Cebruno ‘(caballería) de color entre oscuro y zaino’ [invent. aragonés de 1379: BRAE II, 711; med. S. XV, Gómez Manrique; 1580, Fz. de Andrada], más tarde cervuno [1729], suele identificarse con cervuno ‘perteneciente al ciervo’ [1351], pero la precesión cronológica de las dos formas y la z- de 1379 y de Gómez Manrique, así como la forma adzebruno empleada en catalán por la Menescalia de Díeç (S. XV), indican que viene del color del cebro o asno salvaje8. Gall. ant. zevron ‘hombre grosero, bruto e impetuoso’ (como un zevro), aplicado a unos famosos infanzones de Lemos en muchas cantigas del trovador Lopo Lias (h. 1300), R. Lapa, CEsc. n.° 250-256, y pp. 380-391, 763-4.
1 En la Biblia hebrea de Constantinopla zebro es adjetivo, aplicado a un hombre montesino o silvestre (BRAE V, 364).― ↩
2 Es posible que la forma Zeverus o Zeferus por Zephyrus (viento) se hallara ya en el texto original de las Etimologías de San Isidoro, a juzgar por ciertos elementos de la tradición manuscrita (ed. Lindsay, XIII, xi, 8).― ↩
3 Cat. atzero ‘cero’, itzeta ‘letra zeta’. Sin embargo, son casos diferentes.― ↩
4 La etimología etiópica Ȥigra ‘gallina de Faraón’, Ȥigrīt ‘(traje) de rayas blancas y negras’ propuesto por Hess y Steiger (Contr., 145 n.), además de muy alejada geográficamente, se basa todavía en la idea falsa de que cebra era el Equus Zebra. No hay objeciones, en cambio, a la posibilidad de enlazar con el nombre del cebro un zibriqân que sería el de un animal salvaje o una fiera según el Nowairí, S. XIV (egipcio, pero autor de una historia de África y de otra de España), que explica que el bäbr (que unos traducen por ‘pantera’ pero que quizá es más bien el castor) resulta del acoplamiento del zibriqân con la leona (Dozy Suppl. I, 579b) [-qân sería CANIS?].― ↩
5 Según nota Castro (p. 177, n.4), los testimonios de cebra faltan totalmente, no sólo en Aragón, sino también en Cataluña y en la parte Este de Castilla la Vieja; los fueros que citan el vocablo son leoneses o de Castilla la Nueva; los topónimos, son de Albacete y de Portugal, los demás presentan el vocablo en derivados donde la e es átona. El testimonio de Abenarabí se refiere a Andalucía, y el de Marineo Sículo a la Bética y a Lisboa. En catalán sólo existen testimonios valencianos. Del artículo de Tilander en Vidal Mayor resulta que cebro fué también usual en Aragón en el S. XIII y que la forma etimológica ezebro fué relativamente frecuente (varios ejemplos en los Fueros de Alcaraz y de Usagre). Esta forma y la temprana localización en Usagre, León (1091), Portugal (1166), Ávila, Galicia y otras localidades occidentales recuerdan persistentemente el epíteto isibraia que acompaña el nombre de la divinidad prerromana (sobre todo lusitana) Bandis ‘Tutela’ en tres inscripciones halladas en la Beira Baixa (J. M. Blázquez, Hom. Tovar, 1972, 82), cf., por otra parte, el gall. enxebre ‘intacto, sin mezcla, en ayunas, impune’, para el cual V. aquí s. v. PARAR.― ↩
6 Trata sobre todo, y casi exclusivamente, de la historia del conocimiento y nombre europeo de la cebra africana.― ↩
7 Para ésta, vid. Loewe, Zs. f. vgl. Sprachforsch. LX, 145-84; LXI, 37-136; Friederici, ZFSL LVIII, 135 ss.; artículos que no tienen en cuenta las investigaciones de M. P. y Castro.― ↩
8 El lat. CERVȢNUS, en un glosario trasmitido en códice del S. X, aparece dos veces con aplicación al ciervo (M-L., Zu den lat. Glossen, 1903; CGL III, 557.5, 6), en el ms. B de San Isidoro, es nombre de pelo de caballo (K altera en ceruleus: ed. Lindsay, XII, i, 45-55). Esto podría indicar que el cruce entre ciervo y cebro ya es antiguo en esta denominación; sea que San Isidoro latinizara en cervunas un zevruno vulgar contemporáneo, sea que inversamente cervuno sufriera en la Edad Media el influjo normal de zevro, atzebra. Más datos acerca de cebruno en Tiscornia, BDHA III, 107; Granada, BRAE VIII, 192. En Cuba cevoruno (Pichardo, p. 81). Claro está que las declaraciones de escritores que identifican cebruno con el color del ciervo, en los SS. XVI y siguientes, cuando ya no había cebros en España, no tienen más valor que el de una etimología popular. ↩