CAÑÓN mej., ‘desfiladero de un río’, origen incierto; siendo antiguamente callón es probable que derive de calle, lat. CALLIScamino estrecho’.

1.ª doc.: callón, 1560-75, Cervantes de Salazar; cañón, 1834, Pike.

Se admite generalmente que cañón en la ac. norteamericana de ‘garganta, desfiladero’ no es más que una aplicación figurada de cañón ‘tubo’, derivado de CAÑA. Es verdad que una garganta no puede compararse bien a un tubo, puesto que está abierta por arriba, pero podría justificarse semánticamente esta etimología admitiendo que se partió de la ac. ‘galería de mina’ [1761: Gamboa]. Cañón ‘garganta’ es palabra local de Méjico y de la zona hispánica de los Estados Unidos1, y sólo aparece desde fecha muy reciente. No figura aún en Ramos Duarte (1895), sí en Icazbalceta, pero sin ninguna autoridad; por el contrario este autor observa que Beaumont en 1780 emplea todavía cajón en este sentido, y ésta es la palabra usual en los Andes (Mendoza, etc.). Friederici no tiene datos anteriores a 1849, y llama la atención sobre el hecho de que el descubridor del Gran Cañón del Colorado, Garci López de Cárdenas (1541), no le llamó cañón, sino barranca. En el Dictionary of American English, la primera autoridad es de 1834. Este carácter moderno y local es muy favorable a la posibilidad de una corrupción fonética. Ahora bien, en el único texto antiguo aparece la forma callón: «Los callones y vueltas eran tantas, que, a no llevar por guía un indio que tuvo más memoria, no acertaran a salir» (Cervantes de Salazar, Crón. de la Nueva España, ed. 1914, p. 466); y nada más fácil que el cambio de callón en cañón, dada la pronunciación nuevomejicana, que convierte llamar en ñamar y lloviznar en ñovisnar, por dilación de la nasalidad (Espinosa, BDHA I, 202-3; la primera de estas formas corre también en Puerto Rico y Cuba; para otros ejs. del fenómeno, vid. RFH VI, 17). Ahora bien, calle, que significó primitivamente ‘camino estrecho’, ha tenido la ac. ‘desfiladero’ (port. cale, especialmente en el Duero y en Estremadura), ‘camino entre dos paredes’ (cat. call, santand. callejo), y de ésta viene el cast. encallar ‘atascarse’, V. el artículo CALLE. Cerca del sentido etimológico de calle ‘paso estrecho’ está todavía el alto-santand. escalle f. ‘socaire’ (BRAE XXV, 386); contaminado por socaire da esto socallo «socaire, refugio contra la lluvia y el viento» en la misma zona (ibid. 395), Cuéllar (Segovia) socallo m. «resguardado del frío» (BRAE XXXI, 509), Burgos socayo; desde luego no vienen de SUB CALIDO, como dice GdDD 1269. Los eruditos norteamericanos y mejicanos deberían hallar más testimonios antiguos de callón o cañón antes que sea posible dar el problema por resuelto, pero la etimología calle cuenta desde ahora con grandes probabilidades.

Emplea varias veces Sarm. en sus coplas cañón por ‘muchacho travieso y pillo’ y por ‘pícaro, bribón, perdido’ (DAcG., pero en el CaG. 151v, define ‘los pícaros de plaza en Galicia’, comparándolo para su seudo-etimología con lat. calones ‘ganapanes’, ‘bagajeros de ejército’, voz sin descendencia en romance y que hubiera dado *caón): luego parece ser propiamente ‘pícaro callejero’, ‘mozo de recados’ y puede resultar de *callón, derivado de calle en el castellano local coruñés; a no ser que fuese antiguo y deriv. romance *CALLIONE, que es más difícil, aunque podría defenderse si nos fijamos en callón ‘raudal de agua más o menos impetuoso’ (Vall., Supl.) (a no ser que éste salga de una combinación CANAL-ICUL-ONE *caaellón).

1 Malaret, Vocab. de Puerto Rico y Dicc. de Americanismos, afirma que se usa también en Puerto Rico y Perú. Será cierto lo primero, pero haría falta confirmar la noticia del Perú, que no figura en el Suplemento del mismo autor, ni en la principal fuente peruana de Malaret, a saber Arona. Quizás haya confusión con la ac. peruana que registra la Acad.: ‘camino’.