CATARAÑA, ‘cierta ave de presa marina’, emparentada con el port. tartaranha íd., probablemente onomatopéyico.
En castellano sólo está documentado por Nebr., pues Covarr. y
Aut. se fundan únicamente en este autor. El port.
tartaranha fué señalado por C. Michaëlis,
Misc.
Caix, 123, en varios textos del S. XVI, principiando por Gil Vicente, y hoy
tartaranha,
tartaranhão,
tataranhão, designan allí una especie de halcón (Fig). El gr.
καταράκτƓς,
καταǥǦάκτƓς, de donde el lat.
cataracta, sólo empleado por Plinio, era una ave marina que se lanzaba sobre su presa (de
καταράττειν ‘lanzarse, precipitarse’), quizá una especie de gaviota. Claro que tiene razón A. Castro,
RFE V, 35, al observar, por razones fonéticas, que de ahí no puede salir
cataraña, como habían admitido Covarr., Diez y C. Michaëlis
1; pero tampoco hay explicación semántica para la etimología
catar + araña, que él se inclinaría a admitir; desde este punto de vista sería posible igualar a la expresión genovesa
o gano ragna ‘el gato da maullidos’, como quiere Sainéan (
BhZRPh. I, 47), pero en español no ha existido nunca la forma
*cata ‘gata’ ni el verbo
arañar en el sentido de ‘maullar’. Indudablemente tiene razón M-L.,
REW3 8589, al colocar el port.
tartaranhão junto con oc.
tartarassa, ‘especie de halcón’, entre las palabras de origen onomatopéyico, y de ahí ha de venir también el cast.
cataraña2; una etimología popular, favorecida por la disimilación, fué responsable de la alteración de la consonante inicial.