Gall.
carcunda «voz familiar, equivalente a egoísta, pancista, miserable, que dará mil disculpas y mil rodeos por no comprometerse en un céntimo» (Vall.). En Portugal
malhados y
carcundas eran los apodos que se aplicaban respectivamente los dos partidos opuestos, constitucionales y miguelistas o absolutistas, en las sangrientas luchas de princ. S. XIX (P. A. de Azevedo,
RL X, 328, y ej. de esta época en José Agostinho de Macedo, citado por Fig.). De Portugal o de Galicia el vocablo pasó al castellano. El paso de ‘jorobado’ a ‘egoísta, avaro’ es comprensible por el carácter envidioso que se atribuye a los afectados por esta deformación corporal, y es fácil entender que sus adversarios aplicaran este remoquete a los enemigos de la Constitución; la coincidencia fonética de
carcunda con
carlista favoreció la extensión, del vocablo en España. En cuanto a
corcunda ‘joroba’ (que Lima-Barroso registra también como adjetivo de ambos géneros en el sentido de ‘jorobado’), se explica como deformación burlesca de
corcova por influjo de voces semicultas, tales como
facundo,
fecundo,
rubicundo, y especialmente
iracundo, otra cualidad que se atribuye a los jorobados. El paso de
co- a
ca- obedece a una disimilación de tipo corriente. Es superfluo buscar un origen africano, según hicieron Fernando Ortiz y varios autores portugueses (incluso Gonçalves Viana,
Apost. I, 208), vid. Nascentes. Por lo demás, es frecuente que las denominaciones del ‘jorobado’ sufran deformaciones intencionales, como el mejicano
joronche, y como ocurrió al mismo
corcovado en la forma
curcuncho, muy extendida por América: arg.
curcuncho, nicar.
curcucho (
Rev.
Chil.
de Hist. y
Geogr. LIX, 275), mej.
corconcho (Ramos Duarte)
1.