CARACOL, voz común a los tres romances hispánicos y a la lengua de Oc, de origen incierto, quizá de una raíz expresiva CACAR- como nombre de la cáscara del caracol; en Castilla y Portugal es posible que sea antiguo préstamo catalán u occitano.

1.ª doc.: h. 1400, Glosarios de Palacio, Toledo y Escorial; Villasandino, en Canc. de Baena, 195b1.

Port. caracol2, gall. caraco3, cat. caragol (cargol es alteración moderna)4, oc. caragol, cagarol, esc-, -òu (Provenza, Languedoc), cacalaus, cacalauso (Provenza), escorobouol, escorgol, cogorol (Aveyron), carcòu (Couserans), carcol (Lavedán), carcolh (Arán, Altos y Bajos Pirineos y Sur de las Landas)5. De la lengua de Oc procede el fr. escargot, del catalán viene logud. y campid. caragolu ‘tornillo’, y del castellano el fr. caracole [1600] ‘vuelta que el jinete hace dar al caballo’, it. caracollo [S. XVI: Zaccaria] con esta y otras acs. derivadas6, y el valón y picardo oriental caracole, -col, ‘caracol’, pueden ser recuerdos de la dominación española en los Países Bajos. M-L., REW 7658, admite que caracol viene del cat. caragol y éste de oc. escaragol, escarabol, fr. escargot, que saldría del lat. SCARABAEUSescarabajo’. Aparte de lo inverosímil de este proceso migratorio, esta etimología es absolutamente inaceptable desde el punto de vista semántico y nos obligaría a considerar antiguas, en contra de los datos históricos, las formas con es-, que por el contrario pertenecen a un tipo de prótesis muy corriente y fácilmente explicable en el acto del préstamo: oc. los car(a)go(l)s > fr. le(s) escargots.

Muy preferible a esta idea es la siguiente. Cornu, GGr.2 I, § 91; Leite de V., RL II, 364; Schuchardt, Roman. Etym. II, 32-33, y ZRPh. XXVI, 3927; Brüch, ZRPh. LVII, 592-3; y yo mismo, AILC I, 134-7, derivamos caracol del lat. COCHLE֊LA, diminutivo de COCHLĔA íd. Partiendo de un masculino *COCHLEOLUS, se han seguido caminos varios para llegar a la forma moderna, sea mediante la anaptixis de una vocal entre CH y L, sea por cruce con el grecolatino CONCHYLIUM8>, sea por una variante vulgar *COCŬLEAl>, *COCŬLEOLUS, debida a la tendencia latina a intercalar la vocal U dentro del grupo -CL- en los helenismos y aun en voces puramente latinas (Hercules, Aesculapius, nuculeum)9; el mejor apoyo de esta base *COCŬLEOLUS. Se halla en el nombre del caracol usual en la Gironda, Perigord, Lemosín, Angoumois, Saintonge y Berry, oc. cagoulho, fr. cagouille, cocoille, que reaparece en la forma cuguja, cagoja, de la zona de Trieste, Irpino cucuglia ‘mejillón’, sardo cuccuja ‘almendra’, y representa sin duda *COCULEA. Mas para caracol hay varias dificultades de orden fonético. No habría inconveniente en admitir que la segunda -C- permaneciera en algunas partes sin sonorizar, a causa del sentimiento de la repetición CO-CO (como en cuclillo, cast. vg. cocote, fr. y oc. co(n)combre, y muchos casos análogos)10; también sería concebible que la forma cacarol, que antecedería a caracol, saliera de *cocorol por disimilación de las vocales11, y que éste viniera de *cocoriol aunque ninguno de los dos fenómenos es muy frecuente y no es natural que esta i y estas oo no hayan dejado huellas en parte alguna; pero la dificultad grave estriba en la representación del sufijo -֊LUS en portugués y en castellano, donde en lugar de -ol esperaríamos allí y -uelo aquí.

En vista de tales dificultades, quizá es preferible pensar en otra etimología. Jud, VRom. VI, 255, 258, cree que se trata de un vocablo prerromano12. Desde luego es voz que tiene parentela en vasco: marikorkoia (s. v. MARÍA), b. nav. karakoil, guip. barakuio13 ‘caracol’, sul. kharakoia ‘pelo rizado’; pero estas formas no tienen aspecto muy antiguo e igual podrían ser romanismos que voces de creación expresiva; más arcaico y orientador es el viz. kokolaiko ‘caracol’, que recuerda notablemente oc. cagaraulo, cacalauso, puesto que vco. ai = rom. au, pero tampoco esta forma se opone al étimo COCHLEOLUS ni al origen expresivo14.

La hipótesis de un origen prerromano permitiría explicar la terminación cast. -ol como diferente del sufijo romance -֊LUS, que ofrece dificultades fonéticas; pero ¿cuál sería entonces la base fonética satisfactoria? Debería ser -֖LE (u -֖RE, con R luego disimilada), pero esto se apoyaría solamente en la forma castellana, pues la mayor parte de las formas occitanas y el timbre de la vocal en catalán y en gallegoportugués corresponden a O abierta, aunque en rigor podría admitirse influjo secundario de -֊LU en estos idiomas; y si diéramos la preferencia a un -AULE, en vista de las formas occitanas en au que se extienden por todo el Languedoc marítimo y las orillas del Ródano (ALF, s. v. escargot), se opondrían a ello el gallegoportugués y el resto de los dialectos de Oc. Por lo demás, que -ol es sufijo romance, lo prueba la forma muy extendida alav. caraquilla ‘molusco semejante al caracol, pero más pequeño’, cat. dial. caraguina ‘caracol pequeño’ (oído en el Priorato y en las Garrigas), carraguina (Poboleda, en el Priorato), carragina (en Valls: Alcover, Griera), caragina (en Tarragona: Griera, Tresor), caraguilla (Maestrazgo: G. Girona); ahora bien, el a. arag. occid. carachina ‘caracol’ (RLiR XI, 207, 235), con su tratamiento semi-vasco de CL, atestigua la gran antigüedad de esta formación.

Las dificultades son tan grandes que antes de admitir un tipo prerromano con alternancias vocálicas, parece más natural suponer que las formas occitanas en au se deban a influjo del sinónimo limauc, limauco (Lot-et-Garonne, Tarn-et-Garonne), y que la castellana y portuguesa es de origen forastero.

La multiplicidad de formas y la imposibilidad de explicarlas todas por un tipo fonético unitario, invitan a buscar un origen expresivo, según aconsejó Sainéan, Sources Indig., I, 106-11; II, 95-98, 106. Formas como Forez cacole ‘cáscara de nuez’, b. lemos. cacarolo, cacaroto, ‘cáscara de huevo o de nuez’ (comp. valón y pic. caracole ‘caracol’), Dordogne cacarò, coucorot ‘caracol’, Jura coquereuille íd., Borgoña cacasson, cargasson, íd., Campania còccola, Piamonte cücaio, cucunaia ‘cáscara de caracol’ (AIS, 460), sugieren casi inevitablemente la idea de que nuestro vocablo fué primitivamente una designación de la cáscara del animal formada con la raíz expresiva COC(C)-, CAC(C)-, en la cual la -r- desempeñaba el mismo papel auxiliar de prolongación, correspondiente a la estructura espiral de la concha, que en el cat. cucurulla ‘cogulla’ CUCULLA, cat. curculla ‘concha de forma espiral’ (Costa de Levante), carculla (Alcover)15, cast. cucurucho, o en el cat. ballaruma ‘perturbación de la vista producida por oscilaciones de luz’ < balear belluma íd., cat. besllum ‘vislumbre’.

Explicación más convincente que las anteriores, mas aun aquí tropezamos con la dificultad del sufijo cast.-port. -ol: no sirve de nada citar muchos casos en que estos idiomas han formado derivados nuevos con este sufijo de origen forastero, pues se trata siempre de ejs. modernos, y no de un vocablo de uso general, por lo menos, desde el S. XIV, y los extranjerismos en -ol no serían entonces lo bastante numerosos para servir de modelo a un vocablo tan popular y general. Deberá analizarse por lo tanto la posibilidad de que el vocablo entero sea de origen dialectal o forastero. Podría ser mozárabe según sugiere la -c- sorda, pero no hallamos nada en este dialecto16. También podría pensarse en un catalanismo u occitanismo antiguo.

Por cierto no es fácil admitir origen forastero en palabra ya vieja y tan fundamental en el idioma. ¿La traerían gastrónomos introductores de manjares forasteros? Así podría pensarse en vista de que uno de los ejs. más antiguos está en el Arte Cisoria de Villena (1423), obra llena de costumbres y vocabularios imitados de la corte barcelonesa: en este libro se nos describe la forma de comer urbanamente caracoles (ed. Navarro, p 76), con la advertencia de que muchos no gustan de esta comida; de esta misma manera se introduciría el fr. escargot. Téngase en cuenta que la vieja denominación latina del caracol parece haber sido limax (Columela habla de testae impliciti limaces, por lo tanto no son babosas), cuyos descendientes siguen siendo el nombre corriente del caracol en el Norte de Francia (limaçon), en parte de Gascuña y Provenza, y en casi toda Italia (lumaca, etc; chiòcciola es sólo de Florencia y alguna otra ciudad toscana); hoy limaz o llimiagu significa también ‘caracol’ en Asturias (Rato) y lezmia, lerme es lo mismo en el gallego del Limia (VKR XI, 273). ¿Podremos deducir de ahí que caracol es palabra invasora que ha sumergido un anterior LIMAX, general en español y gallegoportugués y sólo posteriormente reservado para la ‘babosa’?

Haría falta más documentación para asegurar esta sospecha. Pero con carácter provisional podemos admitir que la costumbre de comer caracoles se extendería desde las tierras mediterráneas de Cataluña y Provenza, donde el animal abunda mucho y la costumbre está sumamente arraigada, a todo el resto de Francia y de la Península Ibérica, y que con esta costumbre se propagaría este nombre, creado en aquellas tierras con una raíz expresiva comparable a la de cáscara y del fr. coquille, pero con sufijo de forma típicamente catalana y occitana.

DERIV.

Caracola. Caracolada. Caracolear; caracoleo. Caracolejo. Caracolero. Caracoleta. Caracolillo.

1 Poesía dedicada a un rey Enrique de Castilla, que ha de ser Enrique III, 1390-1406: «Sabet que con mi dolençia / ya non valgo un caracol, / antes me judgan por fol / los de la gaya ciencia». Está también en la Biblia de Arragel (1430) y en el ms. bíblico E7 (S. XV, original anterior): Solalinde, Mod. Philol. XXVIII, 86. Otro ej. del S. XV en el Libro de Cetrería de Evangelista, ZRPh. I, 235, con un colectivo caracolar. Figura también en APal. 247b, y en Nebr.; el DHist. da muchos ejs. desde princ. S. XVI (G. A. de Herrera). Ni caracol ni limaza salen en textos anteriores donde abundan los nombres de animales, como Calila e Dimna, el Libro de Buen Amor, la versión bíblica I ·j· 8 del S. XIII.―

2 No he hallado ejs. de autores antiguos ni clásicos. Mas parece ser vocablo popular y muy usado.―

3 Vall. No parece ser forma de uso general, pues en una rima infantil citada por Antonio de la Iglesia, El Idioma Gallego, su antigüedad y vida, III, 238, figura la forma caracól. Caracó puede ser forma analógica sacada del pl. caracós, que corresponde al port. caracois, sing. caracol.―

4 Cat. caragol es frecuente desde la Edad Media. Los ejs. más antiguos que conozco son de fin del S. XIV: Bernat Metge, Fortuna e Prudència, N. Cl., 99.28; Crón. de Pedro el Ceremonioso, 194.―

5 No hay ejs. medievales, pero el fr. escargot, que está tomado de la lengua de Oc, ya aparece en el S. XIV, bajo la forma escargole, y Rabelais emplea una forma caquerole: en efecto cacquerolles son caracoles comestibles en Rabelais, Tiers Livre, cap. 2, p. 20, pero caquerolle ‘cáscara (de tortuga)’ en el Quart Livre, cap. 17, p. 84; hoy vale «écaille, coquille» y ‘caracol’ en Saintonge (Jonain) y en Provenza, y no se documenta antes de Rabelais (Sainéan, La L. de Rab. II, 110, 172). Como testimonios directos citaré Caragoul, 1558, Caragol 1566, 1598, como nombre de lugar en el Aude (Sabarthès, s. v.). Nótese que las formas gasconas en -l(h) han de ser aragonesismos o catalanismos a causa de esta consonante. El tipo gascón genuino sería limac, como más al Norte.―

6 G. Meyer, IdgF. III, 67, y Roman. Lehnworte im Neugr., 32, quiere derivar del italiano o del español el neogriego παράβολα(ς), -άουλας masculino, usual en Amorgos y en muchas islas del Egeo, para designar el ‘caracol’. Pero el origen hispánico directo es difícil, pues apenas conozco otro caso seguro de catalanismo en neogriego, y menos de castellanismo. El venec. caraguol en que se fija Meyer, sólo designa varios crustáceos marinos de forma espiral, pero no el caracol terrestre; sin duda es hispanismo. Dice Tommaseo que, según Escalígero, se empleaba caragoli en Toscana, y según Ménage, caragnolo; pero se trata probablemente de confusiones con los nombres españoles, o de hispanismos ocasionales. En efecto, hoy no se emplea el vocablo en parte alguna de Italia, vid. AIS, mapas 459-61 (sólo karakóy en una localidad del Sur de Sicilia, como nombre de una especie grande de color pardo, hispanismo evidente). En conclusión, se puede dudar del parentesco de la voz neogriega con caracol (¿acaso derivada del gr. ant. κάραβος ‘cangrejo’, ‘escarabajo’, según quieren Thumb, IdgF. II, 85, y otros?); si bien un catalanismo gastronómico es concebible.―

7 En ZRPh. XXV, 248, el mismo filólogo traía oc. cacarau ‘caracol’ de un lat. vg. *CACLAGU, transcripción del griego κάχλƓξ ‘caracol’ y ‘guijarro’, de donde procederían asimismo el fr. caillou y su familia, y por otra parte, el norm. cayeu ‘mejillón’. Una base diminutiva *CAC(A)LAGŬLU no sería imposible para oc. cagaraulo, etc., desde el punto de vista fonético; pero hoy ya nadie cree que la citada voz griega haya dejado descendientes romances, pues todos se inclinan a mirar caillou como un celtismo, y el propio Schuchardt reconoció posteriormente que fr. cayeu ‘mejillón’ viene del nombre de lugar Cayeux (ZRPh. XXIX, 453-5).―

8 Gamillscheg, EWFS, parte sencillamente de un *COCŬLIUM, variante inexplicada de CONCHYLIUM.―

9 Fleckeisen propuso introducir la forma coculea en dos pasajes de Plauto, y Bücheler imprimió coculeatus por cochleatus en las Atelanas de Pomponio, pero en ambos casos se trata de meras conjeturas para enmendar formas corruptas de los manuscritos, bastante distintas.―

10 Comp. oc. cacalau, cacalauso, en el Gard y Vaucluse. Caragol se emplea en el Oriente aragonés (Plan, Gistáin, Bielsa: BDC XXIV, 164; Ribagorza: ALC, s. v.). No hay otras variantes fonéticas en el territorio castellano, salvo caricol en la Ribera salmantina del Duero (Lamano); comp. gall. caricola (Cuveiro).―

11 Claro está que el port. vg. carocol, citado por Madureyra (1739), es un apoyo muy débil para esta forma hipotética, dada la frecuencia de las asimilaciones vocálicas en el lenguaje popular lusitano.―

12 Que haya relación con las formas retorrománicas carcalogna (Schams), carcadogna (Sursett) ‘cáscara de caracol’, está lejos de ser claro, y no puede ayudarnos a determinar el carácter prerromano del vocablo. Más probable es que éstas sean formaciones expresivas del tipo cáscara.―

13 La forma normal y más extendida en vasco es barakurkio, -uia, que Azkue recoge en muchos pueblos del N. y E. de Guipúzcoa y en otros del NO. de Navarra; como barakio parece ser conocido sólo por una glosa de Añíbarro, que era vizcaíno habitante en Guipúzcoa y lo da como guipuzcoano, no podemos fiarnos mucho de esta forma (que si acaso sería reducción de aquella), aunque el manuscrito botánico de Londres (que Azkue había atribuído precisamente a Añíbarro, si bien con mucha duda) da berakuora (quizá errata de Azkue por barakuora, a juzgar por el orden alfabético) «fleur de haricot qui a la forme d’un limaçcon», pero es éste combinación abreviada de barakurkio + lore ‘flor’. Barakurkio parece ser combinación del indígena bare ‘babosa, limaco’ con un *kurkio hermano erdérico de caracol y curculla; otra forma de combinación baraskoi ‘caracol’ anotado por Azkue en dos pueblos del NE. y NO. de Vizcaya. Sin relación directa, aunque de origen expresivo análogo al de caracol, será el a. nav. kurkur ‘jiba’ y ‘agachado’ (variante del más extendido kunkurr), junto al cual podemos colocar ronc. kurkumitu ‘acoquinarse’ y kurkuildu que se registra en un pueblo guipuzcoano como ‘entumecerse de frío’, aunque en vizcaíno, según Añíbarro, sería «desgranar».―

14 El alto arag. occid. carachina ‘caracol’ (RLiR XI, 207, 235; ¿comp. Panticosa caracha ‘paquete, bulto’?) podría ser otro derivado de la misma raíz prerromana.―

15 En el Alto Empordán es el nombre normal de toda concha, en la costa del Golfo de Rosas, mientras que en Llançà oí carquilla. Está claro que es forma inseparable de caracol y no de κοƔχύλιον > cat. conquilla (por cruce carquilla, que oí en Llançà) y además importante en la cuestión etimológica aquí ventilada.―

16 Hay Ȯqana (o Ȯqan) ‘caracol’, ‘ostra’, ‘cuenca del ojo’ (Abenbuclárix, R. Martí, PAlc.), que no puede separarse del fr. coquille, langued. cauquilha ‘cáscara’, aunque Schuchardt (Roman. Etym. II, 189) piensa más bien en COCHLEA, y Simonet relaciona con el ár. egipcio y oriental qûqa(a) ‘concha, marisco’, ‘caracol’. De todos modos esto se halla muy lejos fonéticamente de nuestro vocablo.